Wonderwall.

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El espíritu navideño se sentía en cada rincón del Campamento Mestizo, una fina capa de nieve cubría el suelo, los hijos de Deméter adornaban las copas de los arboles con luces de navidad, los de Afrodita colgaban muérdago en todos los lugares posibles y los niños de Apolo iban por ahí cantando villancicos.

Habían pasado seis años desde la guerra de Gaia y los semidioses llevaban una vida bastante tranquila, Piper y Jason habían alquilado un apartamento en Nueva York, Percy, Annabeth, Frank y Hazel vivían en el Campamento Júpiter y Leo y Calipso consiguieron abrir el taller mecánico que tanto anhelaban. Nico y Will, en cambio, decidieron seguir en el Campamento Mestizo, el rubio seguía siendo el capitán de la cabaña siete y era el mejor médico del campamento, el hijo de Hades se dedicaba a enseñar a combatir con espada a los semidioses mas jóvenes, llevaba cinco años saliendo con el hijo de Apolo y era mucho mas feliz que tiempo atrás. Después de la guerra, los dos campamentos se unieron mucho más y siempre se juntaban en las fiestas, las navidades se celebraban en el hogar de los griegos y en año nuevo iban al de los romanos.

Narra Will:

El día era tranquilo, increiblemente no había heridos en la enfermeria así que no teniamos trabajo, hacía frio así que llevaba una bufanda amarilla y un chaleco celeste abrigado, odiaba el frio, supongo que es normal que prefiriera el calor, al fin y al cabo mi padre era el dios del sol. Caminaba distraido por el campamento, mi mente estaba ocupada por cierto pelinegro, Nico llevaba dos dias ignorandome completamente, cuando le invitaba a pasar tiempo a solas me decía que estaba ocupado y si me lo encontraba casualmente se iba en la direccion contraria. ¿Estaba enfadado conmigo? ¿Iba a cortar conmigo? No creo... llevábamos seis años saliendo, habiamos pasado muchísimos momentos juntos pero, ¿se habrá cansado de mí? Me estaba volviendo loco, en la fiesta de esta noche necesitaba hablar con él urgentemente.

Narra Nico:

Mierda, mierda, mierda, me estaba muriendo de nervios, me miraba al espejo una y otra vez, sintiéndome ridículo con ese traje que Reyna y mi hermana habían insistido que usara para esta noche tan especial. Había practicado por horas pero seguía inseguro, recreando en mi mente cientos de escenas en las que todo salía jodidamente mal. Mientras seguía con mi ataque de nervios escucho como la puerta  se abre y Hazel y Reyna entran sonrientes a mi cabaña, las miro un momento y esbozo una pequeña sonrisa; Reyna usaba un vestido corto con encaje morado, unos zapatos dorados a juego con sus pendientes y llevaba el pelo recogido en una elaborada trenza, Hazel vestia un top con brillos y una falda larga color trigo, su pelo estaba recogido en un moño alto dejando algunos rizos sueltos enmarcando su rostro y, al contrario que Reyna, usaba zapatos color plateado.

-Hermanitoooo te ves genial- Exclamó Hazel con una sonrisa de oreja a oreja.

-Me siento estúpido, y nervioso ¿y si todo sale mal? ¿o si está enojado porque lo estuve ignorando?

-Tranquilo Nico, hemos planeado esto por semanas, todo saldrá genial, tu solecito saltará a tus brazos- Le tranquilizó la pretora romana.- ¿Quieres practicar una vez más?

El pelinegro asintió y se pusieron manos a la obra.

*Unas horas después*

Cientos de semidioses tanto griegos como romanos charlaban y reían, los del campamento mestizo habian hecho un trabajo increible decorando el lugar, había luces navideñas, guirnaldas y muérdago por doquier, habían colocado varias mesas con gran variedad de  comida y bebida y, aunque muchos de ellos eran mayores de edad, Quirón se había negado a servir bebidas con alcohol, los hijos de Deméter se habían encargado de hacer adornos florales para decorar las mesas y los niños de Hefesto habían construido un pequeño escenario donde los semidioses se subían para cantar karaoke.

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