Prólogo.

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Finalmente en Puebla.

Había extrañado tanto este lugar... La panadería, a mi nana, a mi abuela...
¿Mi vida de aventurero y cazafantasmas? La doy por terminada, y, en realidad, no estoy ni muy feliz ni muy triste con eso...

Sí, estoy aquí, en el lugar donde crecí junto a mi hermano, estoy con mi familia.

Pero...

Ya no podré ver más a mi otra familia.

Perdí el don de ver a los espíritus de la gente fallecida; gracias a esto, el Charro Negro no consiguió hacerme su sucesor. Todo se lo debo a mis amigos: Don Andrés, Alebrije, Evaristo, Finado, Moribunda, Teodora... Xóchitl. Por ellos es que ahora estoy aquí junto a Nando, ambos sanos y salvos.
La verdad, es muy difícil dejar todo lo que viví atrás, todas esas aventuras, ese terror que a cada segundo invadía mis venas. Pensé que jamás en toda mi existencia diría que en realidad extrañaré ese tipo de sensaciones...
Lo haré, extrañaré a mi familia, y la extrañaré a ella.

No he hablado mucho de Xóchitl y no es porque no quiera, sino, que te es imposible hablar de amor y esas cosas cuando tu vida corre peligro. Pero ahora estoy totalmente arrepentido de no haberlo hecho. Ya no la podré ver más. Sé que la sentiré, porque ella está aquí... Como todos ellos, pero sé con firmeza que no me podré conformar con eso.

El beso que me dió antes de que todo terminara me hizo ver que mis sentimientos hacia ella eran sinceros, y reales. Había estado un poco confundido desde lo que pasó con Valentina, pero cuando tomé su mano y la ví a los ojos, supe que la respuesta a todas mis dudas siempre fue Xóchitl. En ese momento el miedo aumentó dentro de mí al darme cuenta de que podía perderla; yo no dejaba de gritar su nombre y de rogarle que no se quedara junto con los demás, pero todos mis esfuerzos fueron en vano. Sé que lo hizo por mí, sé que es, fue y será prueba de su amor... Pero hubiera dado todo de mí por demostrar el mío. Eso es algo que no podré olvidar jamás, algo que no dejará mi mente...

Suspiré mientras seguía observando por la ventana las hojas danzantes del árbol que se hallaba al lado de mi cuarto, que también es de Nando. El está en la parte de abajo ocupándose de atender a aquella chica que me recordó a la necia de Teodora.
A ella la extrañaré también.
Azoté la frente en la pared repetidas veces, acariciando la flor que se encontraba en mis manos, estaba feliz, pero aún así había un vacío que no me dejaba pensar, que nublaba mi conciencia y me recordaba con fuerza:

“No hiciste nada.”

Daría todo lo que fuera por volver a verlos, por demostrarle a Xóchitl que es más importante de lo que cree.

CNA.


Y bueno, a mejorar esto.💖

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