Lilith

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Tala

Nos ponemos en marcha antes del amanecer, quiero llegar a Forks lo antes posible. En el coche vamos en silencio, algo que agradezco, así puedo aprovechar para pensar en todo lo que nos espera.

Sé que las cosas con la manada están bien, Jake me mandó un mensaje anoche para decirme que había hablado con ellos y que han decidido respetar mi opinión, algo sorprendente, pero puedo estar mucho más tranquila. Los Cullen también me preocupan, pero es algo totalmente distinto, sé que la mayoría de ellos no van a decir nada al respecto, pero temo haber defraudado a Rosalie, sé que ella tenía la esperanza puesta en que yo ayudase a Edward a salir de estado taciturno en el que se encuentra. Y Edward... "tirado en el bosque" me dijo Jake, "estaba así por ti", sus palabras resuenan en mi cabeza. Al principio, casi le niego mi amistad por ser un vampiro, y Eric es como él, seguro que está dolido, seguro que...

—¿Tala?
—¿Si? ¿Qué?
—¿Todo bien?
—Sí, solo le daba vueltas a algo.
—¿Otra vez?
—No, no es eso —miento—. Pensaba en... el símbolo, el que estaba dibujado en el mapa.
—El símbolo de Lilith.
—¿Qué es Lilith?
—La pregunta no es qué, sino quién.
—Háblame de ella —le pido.
—Según la literatura hebrea, Lilith fue la primera mujer de Adán, estaba hecha de barro, al igual que Adán. Por ello, pensaba que era igual que su marido, que tenían los mismo derechos, porque estaban creados con el mismo barro. Era hermosa y libre, y se negaba a obedecer la orden de sumisión. Cansada de que Dios no atendiera a sus reivindicaciones, invocó el nombre de Dios, algo que estaba prohibido, ya que se consideraba que el nombre verdadero de cualquier ser hace posible conocer su esencia y tener poder sobre ello. Una muestra de soberbia tan grave que fue expulsada del paraíso, del que salió volando con unas alas que el mismo Dios le dio. Se escondió en una cueva en las cosas del Mar Rojo, donde recibía a los demonios del mundo como amantes y desovaba a miles de demonios. A partir de esta narración, se la consideró Reina de los súcubos, por seducir a los hombres y dejarlos a su merced, y Reina de los vampiros, porque después de mantener relaciones con los hombres, los asesinaba y se alimentaba de su sangre, para después engendrar a sus hijos, quienes nacían con una única razón de ser, la sed, sed de sangre.
—Lilith es la madre de todos los vampiros —digo asimilando toda la información que acaba de darme.
—Sí, y para ellos, para los llamados "Hijos de Lilith", esa leyenda demuestra la supremacía vampírica. Para ellos, los humanos solo son comida y cualquier ser que se interponga, sus enemigos.
—Eso no solo pone a los lobos en peligro, también a los vampiros que no piensan como ellos, lo que no se alimentan de humanos, a vampiros como tú, como los Cullen. ¿Le has contado esto a Carlisle?
—Carlisle ya conocía su existencia, pero no le preocupaba demasiado. Para los Hijos de Lilith, la sangre de un vampiro es demasiado valiosa como para derramarla sin más, antes de acabar con todo un aquelarre, antes intentaría convencerlos, arrastrarlos a su causa. Habría pasado mucho tiempo hasta que su familia corriese verdadero peligro.
—Hasta que llegué yo.
—No pienses eso. La reserva estaba en peligro antes de tu llegada, estaban marcados, y estoy seguro de que Carlisle les hubiese ofrecido su ayuda. Tu legada ha sido de gran ayuda, los has puesto en sobreaviso, les has dado tiempo para prepararse, sino hubiesen arrasado la reserva como hicieron con tu aldea. Si alguien como tú hubiese avisado a los tuyos, todo habría sido distinto, ¿no crees?
—Supongo que sí.
—No supongas, tienes que estar segura de ello —dice esto cogiendo mi mano para besarla—. Y ahora, ¿por que no descansas un poco?
—¿Ahora? Ahora no puedo, tengo mucho que asimilar. Además, me gustaría saber cómo acabó Nora siendo uno de ellos, si quieres contármelo, claro.
—Cuando conocí a Nora estaba enferma, la peste negra, una enfermedad que devastó Londres, se contagió por ayudar a los enfermos, era una chica buena y bondadosa, eso hizo que yo le pidiese ayuda a mi creador, Godric, quien la transformó. Con el tiempo nuestros caminos se separaron, no volví a verla hasta el día en que mi creador murió. Él estaba cansado de vivir, habíamos pasado siglos viviendo según nuestra naturaleza, hasta que nos dimos cuenta que esa vida no era... correcta. Él quería salvar nuestras almas, la de Nora y la mía, o lo que quedase de ellas, y dejamos de alimentarnos de humanos, él y yo, aprendimos a convivir con ellos. Pero Nora nunca lo aceptó, no quería cambiar. Godric estaba tan arrepentido, tan dolido por todo el mal que habíamos hecho, que pidió ayuda a unos amigos para que lo ayudasen a morir. Eso fue un duro golpe para mí, pero para Nora significó una traición. En aquel momento se sentía sola, abandonada, y conoció a una mujer, la líder de los Hijos de Lilith, que se convirtió en una madre para Nora. Ella, por amor hacia mi, rompió toda relación conmigo, quería mantenerme a salvo.
—Qué triste —comento apenada—. Te quedaste solo... ¿Cuánto tiempo llevas así?
—No muchos años realmente, pero para mi han parecido siglos.
—Te entiendo perfectamente-digo recordando mi propia soledad.
—No te entristezcas por mi, ahora te he encontrado.

Sus palabras, lejos de animarme, me entristecen aún más, siento que para Eric soy algo más de lo que pensaba. Con el lo paso bien, me gusta, pero reconozco que solo me mueve el deseo. Y creía que para él era igual, sin embargo sus palabras... Ahora dudo que esté haciendo lo correcto.

La nueva quileuteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora