Una nueva melodía

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Tala

El agua fría en mis pies me despierta. Estoy tumbada de lado en la arena con Edward a mi espalda abrazándome. Estiro mi cuerpo y me pongo boca arriba, él apoya su cabeza en una mano y me mira.

—¿Cómo te sientes? —me pregunta.
—Estoy... —busco una palabra que puede acercarse a cómo me siento ahora mismo— Exultante, enérgica, vital... todo eso se queda corto.

Él sonríe y entierra su cara en mi pelo.

—¿Te escondes? —pregunto y él asiente— ¿Por qué?

Se encoge de hombros. Me aparto un poco para intentar verle la cara, pero no me deja.

—Edward me estás preocupando.

Gira un poco su cara y me deja ver solo uno de sus ojos. Juraría que si pudiese estaría sonrojado... Y se me ocurre una idea.

‹‹Si te resulta más fácil, podemos hablar así›› pienso.

‹‹Yo no soy así... lo que ha pasado debería haber sido de otro modo››.

‹‹¿Te arrepientes?››

‹‹Sabes que soy de otro tiempo, en mi época... No me arrepiento de lo que hemos hecho, solo del modo en que ha ocurrido. Debería haber sido algo más especial›› me confiesa.

‹‹¿Te refieres a velas y pétalos de rosas?››

‹‹Algo así››

‹‹Edward mírame a los ojos››, pongo una mano en su mejilla.  ‹‹Esta noche ha sido la más romántica de toda mi vida, ha sido lo más bonito que he vivido››.

Se incorpora para besarme, me abraza y lo siento sonreír.

—Pronto amanecerá, debería volver a casa —le digo.
—¿Vas a volver a casa de Jacob?
—Claro, no me voy a quedar aquí.
—Pensaba que... después de esta noche...
—¿Qué me iría a tu casa? —niego con la cabeza—. Ni hablar, y justo por lo de esta noche. Aunque Carlisle y Esme no sean tus padres... biológicos, sería como irme a vivir a la casa de los padres de mi novio, y esa idea no me gusta nada, además todo...
—¿Tu novio? —me interrumpe.

Ups...

—Bueno, es una forma de hablar, no quiero decir... no he querido...
—Me gusta —vuelve a interrumpirme—. Eso sí va más acorde con mi época.
—¿Ves? Podemos llegar a un punto medio entre tu época y la mía. Tú no le das tanta importancia al cortejo, y yo permito que me abras la puerta y me retires la silla.
—Eres maravillosa.

Jacob

—¡Bueno días! —me despierta Tala sentándose en mi cama— ¡Levántate ya perezoso! La primavera está llegando, el sol brilla y todo huele a... Ah... —se deja caer de espaldas.
—Me estás aplastando.
—¿Desayunamos? ¿Qué quieres que te prepare? O mejor, desayunemos fuera —dice poniéndose en pie de un salto.
—Veo que el vampiro me hizo caso —digo sentándome.
—Jacob Black, te quiero —me besa en la mejilla—. No sé qué le dijiste —me besa la otra mejilla—. Pero fuese lo que fuese —me besa la frente—, te quiero por ello.

Me río al ver lo eufórica que está.

—¿Me vas a contar lo que ha pasado?
—Vístete, vamos a desayunar y te lo cuento todo —dice y sale del cuarto dando brincos.

Edward

Cuando llego a casa voy directo al piano y empiezo a componer algo nuevo.

No sé cuánto tiempo llevó aquí sentado cuando Rosalie se sienta a mi lado.

—¿Es nuevo? —pregunta.
—¿El qué?
—Lo que estás tocando.
—Sí —digo haciendo unas anotaciones en la partitura.
—Suena distinto, es alegre.

La miro sonriendo.

—Igual que tu cara.
—Sí, ¿verdad?
—Me vas a contar qué te hace tan feliz?
—Tala, ella es el motivo de mi dicha.
—No me digas, ¿qué ha pasado? Cuéntamelo todo.

Al acabar de contarle a Rosalie lo que ha pasado entre Tala y yo, su cara irradia casi la misma felicidad que la mía.

—Eso es fantástico Edward —dice y me abraza.
—¡Nos vamos a entrenar! —oigo a Emmett.
—Esperadme —les digo.
—¿Puedo contárselo a Alice? —me pregunta Rosalie antes de que me vaya.

Dudo un instante, pero termino por aceptar.

Salgo con los chicos y corremos hacia el bosque, Tala estará allí y me muero de ganas de verla. En cuando llegamos todos los lobos me rodean.

‹‹¿En un lugar público tío?›› oigo a Paul.

‹‹¿En nuestra playa?›› sigue Embry.

‹‹Con un miembro de nuestra manada, que fuerte›› ahora es Seth.

‹‹Ya vale tíos›› los silencia Tala, se pone entre ellos y yo y gruñe.

—¿Qué pasa aquí? —pregunta Jasper.
—Nada, luego os lo cuento —le digo.

Tala

El entrenamiento ha sido un completo desastre, ninguno de la manada era capaz de concentrarse, Jasper y Emmett, que no entendían nada, no paraban de hacer preguntas. Y yo... tampoco estaba muy concentrada, la verdad.
En diez minutos Edward vendrá a recogerme, quiere acompañarme al trabajo. Me ha encantado la cara que ha puesto cuando le he propuesto ir en moto.

—¿Riéndote sola?—pregunta Jake desde el salón— De ahí a la locura hay un paso.
—Se me estará pegando de ti.

Salgo del baño y Jake sigue jugando con la consola, tengo que quitar sus pies de la mesa para poder recoger mis cosas.

—Me voy ya, ¿quieres que te traiga algo de la cafetería?
—No, esta noche cenamos allí.
—¿Cenamos? ¿Quiénes?
—Sam, Emily, Bella, los niños y yo.
—¿Y cuando pensabas decírmelo?
—¿Tengo que pedirte permiso?
—No, tampoco es eso, pero me hubiera gustado saberlo.
—Lo sabes ahora—dice encogiéndose de hombros—. Si tu jefa te deja podrías cenar con nosotros.
—Se lo preguntaré—digo abriendo la puerta de casa.
—Resérvame una buena mesa.

El coche de Edward está ya en el camino de tierra, me subo en el asiento del copiloto y le doy un beso en la mejilla.

—Me gusta eso—me dice.
—Pues acostúmbrate—le digo y arranca el motor.
—Encantado.
—¿Qué tal Jasper y Emmett?
—Me han estado haciendo preguntas desde que nos despedimos en el bosque.
—¿No se lo has contado?
—Quería hacerlo en casa, con Carlisle y Esme también.
—Entiendo, ¿y cómo se lo han tomado?
—¿No lo imaginas? —pregunta y yo lo miro esperando a que me lo cuente— Están muy contentos, te tienen mucho aprecio.
—¿Y no han puesto ninguna objeción?
—¿Por qué iban a hacerlo?
—Ya sabes, no soy como vosotros.
—Eso a ellos no les importa, no lo ven un impedimento, solo quieren que sea feliz, y tú me haces feliz.

Sus palabras hacen que mi estómago se encoja.

—Tú también me haces feliz. Y hablando de felicidad y familias... Jacob va a venir con Bella, Sam, Emily y los niños a cenar a la cafetería, quiere que cene con ellos, si mi jefa me deja salir antes, ¿cenarías con nosotros?
—¿El qué? ¿Una ensalada?
—Vamos, ya me entiendes. Puedes sentarte con nosotros y jugar con los cubiertos.
—¿No será un poco raro?
—Lo será, créeme. Pero si estás tú, me sentiré mejor.
—Estaré—dice sin dudarlo.

La nueva quileuteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora