Conexión

1.9K 153 0
                                    

Edward

Tala y yo corremos juntos hacia casa. Ella está deseando contárselo a todos, pero yo continúo conmocionado por lo que ha pasado.

Ha tenido que pasar más de un siglo y conocerla a ella para que me planteara la idea de mejorar mi don. Mi don, un castigo la mayor parte del tiempo, saber lo que la gente piensa, sus secretos más ocultos, no es agradable. Pero desde que ella me pidió que no la escuchase me he esforzado en hacerlo, eso me ha ayudado a controlar mejor lo que oigo. Cuando tuvo la idea de que fuese yo el que hiciera escuchar mis pensamientos, creí que era imposible, y aún me cuesta creerlo.

Llegamos a casa y vamos directos al despacho de Carlisle.

—¿Estás ocupado? —pregunto después de llamar a la puerta.
—No, pasad.
—Tenemos algo que contarte —le digo.
—¿Algo? —dice Tala— No es un cotilleo, es una noticia genial, es algo... asombroso.
—Te veo entusiasmada —dice Carlisle sonriendo.
—Y tú también lo estarás cuando Edward te cuente lo que puede hacer.

Los tres tomamos asiento y le narro todo lo que ha pasado, desde el día en que Tala tuvo la idea, mis horas practicando, hasta llegar a lo que ha ocurrido hoy.

—Creo que si sigue practicando no hará falta el tacto, creo que podrá comunicarse con los demás, hacerles llegar sus pensamientos con solo pensarlo —dice Tala atropelladamente.
—¿Me dejas probar? —pregunta Carlisle estirando sus manos hacia mi.

Repetimos el mismo proceso que lleve a cabo con Tala en el bosque. Espero unos minutos, pero Carlisle no dice nada.

—¿No funciona? —pregunta Tala.
—Creo que no —responde Carlisle—. ¿En qué pensabas?
—En uno de tus cuadros, algo que te es familiar.
—Prueba de nuevo con Tala —me dice.

Me giro hacia ella, le tomo las manos, cerramos los ojos y me concentro.

—Las partituras que te regalé —dice ella al momento.
—Sí —corroboro.
—¿Te importaría probar con alguien más? —me pregunta Carlisle.
—Supongo que no.
—¿Alice? —propone Tala.
—No creo que sea una buena opción, ella podría mezclarlo con una visión. Esperad aquí —dice Carlisle y sale del despacho.
—Tranquilo —me dice Tala cuando nos quedamos solos—. No es malo que ellos lo sepan, son tu familia.

Le sonrío y guardo silencio. Mientras esperamos, ella se dedica a mirar los libros de la estantería que tiene más cerca.
Carlisle y Emmett entran en la habitación.

—Tío, creía que no podías ser más raro de lo que eres —se burla Emmett.
—Quizá Carlisle te ha elegido porque tu cerebro es más pequeño —contraataco.
—Chicos —interrumpe Carlisle—, poneos serios y probad.

Repetimos cada paso y nada, Emmett no ve nada.
Uno a uno, Carlisle va trayendo a todos los miembros de mi familia y no da resultado con ninguno.

—¿Estará relacionado con mi naturaleza? —pregunta Tala.
—Lo dudo, pero no perdemos nada por intentarlo, si a Edward no le importa —dice Carlisle.
—Supongo que no, ya puestos que más da —acepto.
—Llamaré a Jacob —dice Tala y sale del despacho.

Mientras ella está fuera todos hablan, opinan y sacan sus propias teorías. Cuando regresa nos dice que solo tardará unos minutos.

—Vayamos al salón —dice Esme.
—Va a traer a Bella y Sarah, estaban saliendo del cine —dice Tala.

Tengo que morderme la lengua, no me gusta nada esa idea, pero no servirá de nada quejarme.
El timbre suena y Esme va a recibirlos. Bella entra primero y nos saluda a todos. Detrás viene Jacob con su hija en brazos, veo en ella una pequeña Bella que nos mira asustada.

—¿Tala os ha puesto al corriente? —pregunta Carlisle.
—Sí —responde Jacob.
—Edward, Tala, ¿podéis hacerlo una vez más? Para que vean cómo funciona —nos pide Carlisle y aceptamos.
—Prueba con algo más difícil —me pide Tala—, algo que yo no conozca.

Nos cogemos de las manos y traigo un recuerdo a mi mente.

—Veo algo redondo, dorado —dice Tala—, parece... ¿una cebolla?
—Sí —respondo.
—La cebolla de oro —dice Bella—, la ganamos en clase.
—Prueba tú —indica Carlisle mirando a Jacob.

Lo intentamos unos minutos sin éxito.

—¿Puedo? —pregunta Bella.
—A ti ni siquiera te oigo —le digo.
—¿Y yo? —pregunta una vocecita.
—Sarah no creo que sea buena idea —dice Jacob.
—No le pasará nada —lo tranquiliza Bella.

Miro a Jacob y me hace una señal para que me acerque.

—Está bien, cógeme las manos —le pido a la pequeña.
—¡Uy! —da un respingo— ¡Qué frío!

Su comentario nos hace reír a todos, pero la niña se pone seria y coge mis manos.

—No veo nada —dice ella poco después.
—Es muy raro —dice Carlisle—. Parece que solo funciona entre vosotros.
—Como si tuviérais una conexión —comenta Rosalie.
—¿Y ahora qué? —pregunta Tala.
—No lo sé —respondo.
—Aunque solo consigas comunicarte con Tala, podría beneficiarnos cuando nos enfrentemos con los Hijos de Lilith —dice Jacob.
—Jacob tiene razón —dice Jasper.
—¿Queréis seguir practicando? —nos pregunta Carlisle.

Miro a Tala y ella me mira a mi, sé que espera mi respuesta.

—Por mi no hay problema —decido.
—Por mi tampoco —dice ella.
—¿Entonces te quedas en casa? —pregunta Esme.
—Supongo que sí —responde Tala.
—¿Y qué pasa con mis galletas? —pregunta Jacob.
—Podría hacértelas aquí—sugiere Tala mirando a Esme.
—La cocina es toda tuya—le dice ella.
—Iré al pueblo a comprar los ingredientes y las haré esta misma tarde, pásate esta noche a recogerlas.

Mientras ellos siguen hablando, yo vuelvo a encerrarme en mis pensamientos.

Intento comprender porqué esta parte de mi don solo funciona con ella. Me pregunto si realmente existe una conexión entre nosotros como ha dicho Rose, y si es cierto, de dónde viene. Me pregunto si mis sentimientos influyen de alguna manera, o los de ella, o si hay algo más, una especie de lazo que nos une, o será cosa del destino, o... ahora mismo cualquier teoría me parece válida. Pero todo esto ha traído algo bueno, ahora Tala se quedará en casa, la tendré cerca, y tenemos que pasar mas tiempo juntos, debemos practicar por petición de Carlisle, y me encanta que me lo haya pedido.

La nueva quileuteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora