Parte 1.-

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Hay amores que duelen. 


Taehyung le vio en la entrada a su facultad, su cabello negro brillando bajo el sol de la mañana, su piel unos tonos más clara que la suya se fundía bien con el paisaje blancuzco del invierno que moría mientras su figura se marcaba por la ropa negra que había elegido usar y le asentaba tan bien. Y por un instante, mientras se detiene a verle de lejos, Taehyung sólo atina a contemplar lo atractivo que es Jeon Jungkook.

Sin embargo, sólo se permite hacerlo por unos segundos.

Ya va tarde para la única clase que ese semestre tiene matriculada y, aunque podría seguir mucho tiempo con los ojos fijos en Jungkook, que ahora se mece impaciente; tiene que pensar en cómo entrar al edificio sin tener que topárselo de frente. Evitarlo por todas las vacaciones de invierno había sido sencillo cuando el chico, dos años menor que él, le anunció por un simple mensaje de texto de su decisión de viajar a Japón en compañía de su mejor amigo... habían sido tres meses sin contestar sus llamadas y mensajes.

Jungkook había insistido al principio: una o dos llamadas a la semana e incontables mensajes al día. Pero a medida que los días pasaban y Taehyung se obligaba a no contestar ningún intento de comunicación del menor con él, Jungkook pareció rendirse poco a poco... hasta que dejó de escribir o llamar y él, sin entender por qué, se sintió herido de que el siempre orgulloso y constante Jungkook, renunciase tan rápido a él.

Sin embargo, la llamada de la tarde anterior había sido tan devastadora como esperanzadora.

Porque evitarlo cuando Jungkook estaba lejos, en otro país y con un mar de por medio, era mucho más fácil que huir de él cuando podía encontrárselo en cada pasillo o cafetería de la universidad, cuando bien podía ir a esperarlo a la salida de su trabajo o verlo hablando con los que eran también sus amigos en un lugar cualquiera que antes solía frecuentar. Siempre sería más sencillo sí Jungkook estuviese lejos, muy lejos de él.

De él y sus deseos de correr hacia él y abrazarlo porque Jungkook, aún con su pinta de chico malo, era lo más tierno que podía existir en el mundo; de sus ganas de invitarlo a jugar con su nueva consola mientras comen hamburguesas y se ríen hasta tener dolor de estómago; de la simple necesidad que siempre ha sentido de estar a su lado porque Jungkook, tan insensible como una papa, siempre había estado al suyo incondicionalmente.

Porque, por más que Taehyung lo intente, huir de los recuerdos nunca será posible: Jungkook ha sido su amigo por más años de los que puede contar y se conocen tan malditamente bien, que puede apostar sin temor a equivocarse, que el menor podrá notar su ojo morado incluso bajo el kilo de maquillaje que le robó esa mañana a su hermana para taparlo.

No quiere mentirle y de tan solo recordar el rostro de su novio la tarde de ayer, a Taehyung lo estremece un escalofrío. Tiene que mantenerse lejos sino quiere ocasionar problemas en su relación y con su novio.

.- Hey, Kim hyung – la mano en su hombro le sobresalta mientras baja de regreso a la tierra, notando que Jungkook ya no está - ¿Cómo ha estado, hyung?

Así que se gira, tratando de mantener una sonrisa tranquila en sus labios para contestar cordialmente y poder evitar cualquier riesgo de preguntas sobre su ojo o su ceja o sus labios agrietados. Pero el intento muere en un micro segundo mientras sus piernas comienzan a temblar en una especie de tic nervioso: el mejor amigo de Jungkook está ahí de pie, con su mano sobre su hombro huesudo.

Si pudiese, estaría corriendo lejos de Kim Yugyeom y su enorme sonrisa.

.- ¡Hola, Yugyeomnie! – se fuerza a contestar con fingida emoción y a pesar de sus nervios, su actuación sale magistral - ¿Estás más alto? Al parecer Japón te sentó bien, aunque pensé que regresarían en unas semanas más.

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