Capitulo trece.

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Día uno

Habían dos cosas que él y Marinette habían malinterpretado del Examen de Legitimidad.

La primera era que la multa, además de haberla tenido que pagar por adelantado, definitivamente no costaba lo mismo que uno de sus trajes italianos. Si no que salía el precio de cuatro, ¡Cuatro! Y de esos entallados a la medida. Y si Adrien se quería poner más específico, tenía que agregarle cinco corbatas más de su sastre francés favorito.

La segunda, es que no solo tenían que quedarse por cinco días en reclusión y disposición, como ratas de laboratorio, para ser observados y juzgados por especialistas designados por el Estado. Si no que tenían que quedarse en reclusión y a disposición como ratas de laboratorio por separado. Los cinco días, a todas horas, sin Marinette. Adrien no podía recordar un día desde que lo besó que no lo hubiera pasado sin verla o tocarla.

Quiso matarse.

Los habían separado apenas dieron sus nombres en la recepción. Un hombre y una mujer con trajes oscuros y aspecto de duros de matar llegaron un minuto después de que la recepcionista colgara el teléfono.

Adrien se había visto obligado a seguir a la tal agente Johnson, mientras que Marinette se había despedido con un beso para irse detrás del agente Conway, un tipejo de cabello oscuro y sonrisa de cajero de supermercado, Adrien los miro irse durante un rato, mientras seguía a la agente hasta un ascensor. Alguien había prometido llevarse sus maletas hasta donde su habitación quedaba, y mientras la agente le explicaba un poco sobre lo que estaba por venir, Adrien no podía dejar de pensar en lo adorable que se veía la espalda de Marinette caminando al lado de ese agente alto como un árbol.

Lo primero era una "entrevista", así que lo guiaron hasta una nueva habitación en el segundo piso del hotel.

En toda su vida, y como buen abogado, Adrien había tenido muchas oportunidades de ver salas de interrogatorios policiales. La regla general era que solo debían tener una mesa, tres sillas y luz eléctrica. Esta era igual, salvo que con una ventana y un mueble en una esquina con unos libros y una máquina para servirse café.

En el transcurso de la conversación aburrida, exasperante, y parecida a un cuestionario permanente a todas las decisiones de su vida, Adrien decidió dejar de prestar atención a la conversación cuando comenzó a circular, peligrosamente, sobre el tema de sus padres.

A Adrien no le gustaba hablar sobre ellos.

No lo hablaba con su hermana, le había contado a Marinette lo justo y necesario, y ni siquiera él se daba el tiempo de pensar en ellos más de lo necesario. Simplemente omitía el tema. Lo detestaba, le incomodaba, y si había una manera de evitarlo, Adrien por lo general lo hacía.

Así que, mientras la agente Johnson le consultaba brevemente sobre sus padres, Adrien se preocupó de practicar el boceto en su mente de la queja que de seguro vocalizaría una vez terminará toda esta "entrevista" (como le había llamado la mujer). Por qué tenía muchas cosas de las cuales quejarse. Quería especialmente recordar la incómoda silla, la pésima decoración y las preguntas que creía no iban al caso.

"¿Me está escuchando, señor Agreste?" Carraspeo la mujer.

"Por supuesto"

Ella espero a que respondiera. Adrien no lo hizo. "Acabo de preguntar, si de alguna manera, usted culpa a los Conectados por la muerte de su padre"

¿A los Conectados? ¿Y por qué culparía a los Conectados? Adrien quiso reírse.

Muy bien. Estaba en la silla caliente.

Black Leather. [ADAPTACIÓN] [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora