Falsa inspiración

┊Ella┊

Primer encuentro con la musa.

Soy un escritor retirado, bueno jamás ha sido una profesión, pero la inspiración murió por años y actualmente trabajo como mugroso taxista, no es que menos precie este humilde trabajo... De hecho, quizás ya lo empiece a amar.

—¡Taxi! —escuché una melodiosa voz femenina gritar, me detuve y la miré subir al auto por el retrovisor, sus piernas eran largas y hermosas, más con ese putivestido. Aunque era demasiado temprano para andar vestida así, ¿no?
No la juzgaría, si trabajaba así, sus motivos tendría.
—¿A dónde va?
—Sólo unas cuadras hacia delante, yo le indico.
—De acuerdo —respeté sus instrucciones, confirmándome que trabajaba en algo raro.
En la radio sonaba alguna canción que no me gustaba, pero que con el tiempo llegaría a amar. Nuestra primera canción. Soy un romántico empedernido.
La escuche tararearla y me pregunté cuantos años podría tener, yo soy un poco mayor aunque no tanto... creo. Para el amor no había edad.
—Creo que es una suerte que pasara por allí.
—Supongo. Un milagro para ti, puede ser una desgracia para alguien más.
—No lo llamaría milagro —dije sin apartar la mirada del camino —no todavía —pensé.
—Va en el mismo sentido. Mi hermana dice que "el balance entre la esperanza y la desesperación es siempre cero", lo escuchó en alguna caricatura o algo así, pero no por ello es menos cierto.
—Creo que el pesimismo viene de familia.
—Eso pienso.
—También tengo una hermana —no quise que la conversación muriera allí.
—¿También es taxista? —se burló.
—No lo sé, no la he visto en años.
—Lo lamento, creo...
La miré por el retrovisor, quería ver todas sus expresiones, todavía ni la conocía y ya la empezaba a amar. Era muy guapa, llevaba una peluca blanca y un vestido rojo, se veía tan sexy.
—¿Por qué cree lamentarlo? —interrogué.
—Ah, pues... —se rascó el mentón y continuó —, no parece muy triste por ello, así que creo que no solían llevarse bien.
No podía conducir y admirar su belleza al mismo tiempo, necesitaba concentrarme maldita sea. Era demasiado perfecta para la vida que llevaba.
—¿Usted es de por aquí? —pregunté, buscando de manera desesperada un tema de conversación.
—Sí, ¿me veo extranjera o algo? —preguntó, y se le escapó una pequeña risa juguetona.
—Algo, lo digo por su cabello y sus ojos.
—Oh, ya veo, pues algo de cierto tiene su pregunta, mi apellido es "nieve" en alemán.
—¿Y usted sabe alemán? —pregunté.
—No, pero puedo presumir que sé perfecto español, nivel C2.

Ella era lingüística y yo literatura, ella lingüista y yo escritor, éramos la pareja perfecta aunque todavía no fuese oficial. Cuando llegamos a su destino me fijé bien donde bajó y donde se metió. Debía volver a verla, no podía quedarme con estas ganas de saber "qué hubiera pasado si...".

Entró a un despacho o algo así, era más bien una oficina de detectives privados creo, ¿tendría problemas mi amada? Me urgía ayudarla y conocer cada aspecto de ella para plasmarla por la eternidad en las historias que todavía me faltaban por escribir. Gracias a ella la inspiración volvía a mí, era mi musa.

Luego de dejarla y hacerme el loco un rato, volví a ese lugar, necesitaba pensar en una excusa para conocerla aunque el plan salió mejor de lo que esperaba ya que trabajaba allí. Pobre de mi musa que debe tener mucha chamba, sus ojos azules no merecen desvelarse con viejos asquerosos que sólo buscan placeres carnales.

Aunque fuera una mujer de la noche, no me importaba, a pesar de ello tenía clase, mi musa no era sólo una cara bonita o un cuerpo voluptuoso. Necesitaba saber más de ella, explorar cada rincón de su personalidad y su cerebro. Esto no ocurre todos los días, hace dos años que han subido tantas personas a mi taxi, pero ninguna como la musa.

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Notas finales: saqué la frase de Puella Magi Madoka Magica.
Según yo, ya no iba a comenzar historias sin antes terminar las que ya tengo en hiatus y/o en curso:'D. Jamás aprenderé. ¡Por fin una historia mía donde Qrow no es un hdp! Pidan un deseo. La inspiración vino de los videojuegos Alan Wake y The Evil Within. :3