EN EL DESPACHO

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Viernes. Ya era viernes. Me levanté con una sonrisa ese día, pensando en Lucas apenas abrí mis ojos. Maxie me fue a molestar en la mañana antes de que me levantara para ir a la escuela, porque quería mostrarme uno de sus jueguitos que tenía en su celular. Respecto a mi madre, no le he hablado desde el día en que papá me contó la verdad. Sentía mucha rabia hacia ella, y aunque mi padre me había dicho que no me metiera en la situación, no pude comportarme como si no sucediera nada. Mi mamá me trató de hablar varias veces para preguntarme qué es lo que me sucedía, pero la ignoraba o la evitaba, diciendo que no tenía tiempo, porque tenía otras cosas que hacer, entre otras excusas. Finalmente, ella siempre volvía a sus cosas con una expresión de frustración en el rostro. Papá me trataba como si no sucediera nada, tal como antes de la conversación. Lo que sí, a veces sentía que me vigilaba con la mirada cuando chateaba con alguien por celular, lo cual me hacía sentir un poco incómoda.

Lucas ya me estaba esperando cuando terminé con el aseo del colegio, como en la vez que nos escapamos. Me demoré poco, tal como tenía contemplado, mas la inspectora general me llamó antes de salir.

–Supongo que aprendió la lección, señorita Melo –me dijo con una media sonrisa.

Asentí sonriendo un tanto incómoda.

–Bien, me parece. Sabía que la aprendería. Ahora vaya nomás, que al parecer le están esperando –dijo mirándome de manera pícara, echando un vistazo por la puerta de vidrio, en que se podía vislumbrar a Lucas apoyado contra el auto de su padre haciéndome una seña de saludo desde la distancia.

Sonreí ligeramente otra vez y me despedí de la inspectora. Afuera, Lucas apenas podía esperar para poder estrecharme en sus brazos.

–¡Qué alegría verte al fin, preciosa! –exclamó alzándome en el aire con sus brazos cuando llegué hacia él.

Me sentí muy feliz y no pude evitar sentirme impulsada a darle un apretado abrazo cuando me volvió a bajar.

–¿Sabes? –Preguntó Lucas, respondiendo a mi abrazo y sonriéndome–. Cuando Italia me fue a dejar a mi casa ayer descubrí que en realidad no es tan mal tipo como creí que era.

Le quedé mirando con sorpresa, porque nunca me esperaba que él diría algo así.

–¿Ah, sí?

–Sí, me dijo que yo era un buen chico para ti y descubrí que tiene los mismos gustos musicales que yo. Ama a Nirvana y a Linkin Park. Ahora me siento mal por haberlo juzgado.

–Vaya, me alegro harto que al fin hayan aprendido a llevarse de alguna forma.

–Ja, ja –se rio Lucas–. Pero no por eso dejo de considerarlo un idiota. De hecho, me volvió a ofrecer condones.

Me reí al escuchar esa confesión.

–Italia es así, ya te acostumbrarás –le respondí.

–Confiaré en tu palabra, princesa –y me dio un rápido beso en los labios. Yo me sorprendí por ese acto y me puse colorada.

–¿Qué fue eso? –pregunté, casi sin poder creerlo.

–Una muestra de amor –contestó Lucas con coquetería–. Déjame arreglarte ese mechón, está parado –añadió un poco nervioso, y me movió un pelo que yo intuí que ni siquiera estaba parado. Simplemente Lucas se había puesto nervioso y no sabía cómo reaccionar, cosa rara en él y que me pareció muy tierno–. Bien, ¿vamos a averiguar quién es ese tal Kosevich? –preguntó después con motivación.

–¡Vamos! –dicho esto, nos subimos al auto de su padre. Lucas puso la canción "Numb", de Linkin Park, la cual cantamos a todo pulmón mientras íbamos a su casa. Juro que no podía sentirme más feliz.

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