Capitulo 8

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Percy:

Annabeth estaba siendo apuntada por una espada, sentía terror, era la primera vez que una espada me causaba ese sentimiento y esa espada no me apuntaba para nada a mí, me daba miedo que la hirieran, que hirieran a mi rubia, a una parte de mí, a mi vida.

Por primera vez sentía que alguien dependía de mí, a un soldado le enseñan que no se tiene que preocupar de nadie excepto de él mismo, y es verdad que me preocupaba de mí mismo, ella era una parte mí, una parte sin la que no podría vivir.

Miré a Jason que se encontraba al lado mío, su cara estaba llena de terror, no tanto como la mía, en mi mente estaba barajando un plan para que todos salgamos airosos de esta, yo sería capaz de dejar a mi rubia con Jason y que huyeran de aquí dejándome a mí para que me matara, lo único que me importaba era que ella estuviera viva y a salvo.

Jason no se movía, el pobre no reaccionaba bien bajo presión, este sería su primer encuentro con piratas y esperaba que no fuera su primer secuestro ni tampoco su primera lucha, me sentía responsable de él, aunque estuviéramos enfadados quería que estuviera a salvo, no tanto como Annabeth pero lo importante era la intención.

Annabeth no parecía que estaba a punto de desmayarse, raro porque seguramente era la primera vez que le apuntaban con una espada bien afilada por lo que veía, eso demostraba que era valiente como yo ya sabía.

Di un paso hacia adelante, pero Jason me lo impidió, claro estaba asustado y no quería que su mejor amigo, ósea yo, se pusiera en peligro, estaba orgulloso de él por admitir esos sentimientos.

- Percy como vamos a ir los dos juntos a rescatarla, quiero ir primero para que vea que soy tan o incluso más valiente que ella - y ahí se fue my orgullo.

- Vale, si sabes quién es ese hombre y las dos posibilidades que puede hacer con ella -

- Es... ¿Peter Pan? Y las posibilidades son ¿Que quiere compañía y amor? - No sé porque pensé que sabría que era un pirata ¡A sí! porque es muy obvio, vamos si tiene un gorro pirata y la ropa que siempre usan los piratas con una amenazante espada

- No, fatal no has dado ni una -

- Vale sabiondo, no creería que vaya a decir esto, ya que eres más listo en este tema ilústrame - lo raro de las palabras que dijo fue que no tenían ni un ápice de sarcasmo.

- La persona que está apuntando a MÍ rubia es un pirata - resalte el mí para ver si se daba cuenta de que era de mi propiedad.

- Vale, nunca había visto a ninguno -Jason era una lumbrera no sé dio cuenta de que nada de lo que quise decir.

- Y lo que pueden hacer es o matarla si tiene suerte o... -

- Matar es malo ¿Por qué si tiene suerte? -

- Porque la otra es que la secuestren y la torturen -

- ¿Cómo la salvamos? -

- Dirás que como la voy a salvar tú te quedas aquí -

- Pero... -

- No quiero ninguna protesta ¿Entendido? - Lo interrumpí, no quiero que se meta en peligro, ya que es mi mejor amigo e hijo del rey, vamos un rehén muy importante y apreciado entre esos sucios piratas.

- Pero... -

- ¿Entendido? - Insistí.

- Entendido mi capitán - dijo con una sonrisa, algo se le estaba pasando por la mente, pero no tenía tiempo ni ganas para averiguarlo porque mi ángel estaba a punto de sufrir un ataque pirata.

Me apresure para entrar en acción, no voy a permitir, ni permitiré que haga daño a mi Annabeth.

Mire al pirata, su pelo era rubio, no como el Annabeth, su rubio era un rubio arena, sus ojos eran azules como el cielo y cruzándole la cara tenía una cicatriz que no llegaba a estropear su sonrisa, no sé cómo será esa sonrisa, ya que los piratas no se ríen, bueno si pero de cosas crueles, él será una persona sucia, asquerosa y malvada como todos los de su raza.

- Eh - le llamé y capte su atención.

Me miro mal, pero no sé porque pero esa mirada tenía algún que otro sentimiento que no distinguí porque enseguida aparto la mirada.

- Oye porque no dejas a la señorita y ¿te enfrentas a mí? - dije retándole.

Él sonrío como repuesta, apareció un amigo suyo y cogió a Annabeth, esta tenía una mueca de asco y parecía aburrida.

Mire al primer pirata y le puse una mirada feroz, que desde que la vio se le borro esa asquerosa sonrisa que tenía.

- Sí yo gano sueltas a la dama -dije.

- ¿Y sí yo gano? - Dijo él, para mi disgusto tenía buena voz y me molestaba.

- Como no vas a ganar eso da igual - le apunte con mi espada.

- En el caso que gané yo que gano - volví a repetir

- El honor de haber derrotado a el capitán de la flota real y podras secuestrarme -

- ¿Y qué pasa con la dama? -

- La sueltas en los dos casos -

El pirata miró a Annabeth y sonrió.

- Has conseguido a un buen enamorado -

Annabeth lo miró con desprecio.

Él sin ningún aviso se abalanzo sobre mí, pero yo muy ágilmente lo esquivé, la lucha seguía, nuestras espadas chocaban una y otra vez y soltaban chispas, de repente sus amigos se unieron el que tenía a Annabeth la soltó y ella para mí alivio salió corriendo.

- Sois un tramposo -

- Es lo que pasa con un pirata, somos tramposos por naturaleza - dijo y sonrió.

Yo paraba las espadas de todos, solo podía defenderme, eran demasiados, tarde o temprano me quedaría sin fuerza y ganarían la batalla, por sorpresa apareció Jason con otra espada y empezamos a luchar codo con codo y derrotamos a todos y cada uno de los piratas.

Iba a preguntarle que hacía aquí cuando alguien golpeo en la cabeza a Jason con una botella y cayó desmayado. Iba a golpear a la persona que hizo esto, cuando sentí un golpe fuerte en mi cabeza, oí cristales rompiéndose y de repente un fundido en negro.

Me acababa de desmayar, solo quería ver por última vez a mi ángel.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora