Pillowtalk ➽ |Destiel|

Diecisiete

Las lágrimas de sus clientes no paraban de salir de sus ojos mientras se abrazaban con todo el cariño del mundo, transmitiendose todo a  tener. Castiel los observaba con los ojos llorosos mientrar era abrazado por los hombros por su cuñado el cual estaba en la misma situación. Gabriel no había tolerado el llanto y se había retirado al baño diciendo que las cámaras no podían fotografiarlo así.

─En serio, gracias por todo. Son los mejores abogados que hay en América ─Habló su cliente con los ojos llorosos ─No todo salió como lo hubiese querido pero es más que suficiente ─Soltó con la voz quebrada

─Descuide señor Lincoln, estaremos para usted cuando quiera. Nos alegra haber sido parte de su caso ─Respondió el ojiazul alzando la mano en dirección hacia el de rulos que la apartó suavemente

─Por favor Castiel, dime Andy ─Dijo para luego acercarse a él y abrazarlo fuertemente siendo correspondido al instante por este ─Ahora ya sabes, nuestra casa es su casa, pueden venir cuando quieran ─Habló separándose de su cuerpo y luego mirando al pelilargo a su lado ─Tú y tu pareja ─Señaló a Sam, que hizo una mueca al oírlo. Ambos soltaron una carcajada

─Él es mi cuñado, es la pareja de Gabriel, no mía ─Aclaró luego de calmar su risa.

─Oh, lo siento, debí haberme fijado mejor. ─El ojiazul hizo un ademán con su mano restandole importancia

─No te preocupes. ─Miró a la pareja del ojiazul ─¿También quieres un abrazo? Mira que por lo general no suelo hacerlo ─El hombre se acercó al pelinegro y lo estrujó entre sus brazos.

─¿Hay una ronda de abrazos aquí y no fui invitado? Recuerden quien fue el que ganó el caso ─Habló Gabriel llegando con los demás. ─Andy y Norman, abrazo de tres ─Abrió sus brazos esperando algún contacto físico. Los nombrados sonrieron mientras negaban y antes de que el rubio reclamara ya estaba siendo abrazado por ambos.

─En serio, gracias Gabriel ─Habló el de rulos apretando más al abogado. Sentía que todo iría bien de ahora en adelante, ya no sentía esa presión en el pecho que lo atormentaba cada noche, cuando terminaba llorando en los brazos de Norman, ahora podría descansar y todo gracias a los Novak ─Acércate Castiel ─Pidió. El pelinegro negó con una sonrisa aunque fue jalado por Norman y ahora era parte de ese cariñoso abrazo.

Todos pudieron sentir el ruido de una camara seguido de un flash que les tomaba una foto, aunque a ninguno le importó realmente aquello, estaban tan sumidos en el abrazo y en sus pensamientos que nada podía arruinar ese momento, ni siquiera Sarah con sus gritos.

─¡¿Están todos enfermos o que?! ¡Estos maricones no pueden quedarse con mi hijo! ¡Es mío! ─Gritó con lágrimas en los ojos mientras señalaba a la pareja, que ya había deshecho el abrazo al oírla. ─¡No pueden cuidarlo, es antinatural! ¡Están mal del cerebro! ─Volvió a gritar pero esta vez acercándose a ellos. Todas las personas a su alrededor los miraban y susurraban sin hacer nada para detenerla, parece que los cables se le habían cruzado y nadie quería interponerse en su camino. Siguió hablando cuando estuvo en frente de la pareja, que se tomaron las manos ─Ustedes los malditos maricones creen que pueden tener los mismos derechos que una persona que está bien mentalmente. Creen que pueden criar a un hijo y que salga normal, no pueden, porque son diferentes y nadie quiere a las personas diferentes, dejenme decirles algo, ustedes no pueden criar niños porque son... ─La amenaza de la mujer se cortó cuando un fuerte golpe en su rostro la hizo caer de espalda y sentarse sobre ella misma.

Todos en el auditorio observaban con la boca abierta como le habían pegado a la demandante.

─Me cansé de escuchar todas tus mierdas. Definitivamente tú no estás bien del cerebro. ─Soltó la pelirroja recien llegaba mientras sacudía su mano con la que había golpeado a Sarah