06: Chicos sexis y fiesta.

54 5 24
                                    

Decir que estaba sin palabras era poco, Clary hablaba sin parar y yo solo lograba escucharlo como un susurro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Decir que estaba sin palabras era poco, Clary hablaba sin parar y yo solo lograba escucharlo como un susurro. Para cualquier persona eso sería normal. Conociste a alguien y solo te ha saludado, para mi significaba más que éso. No quería hacerme ilusiones, pero tener su amistad sin dudas sería lo mejor que me pasará.

Con ser su novia entonces te desmayarias en el piso.

No lo niego, podría pasar. Luego de decirle a mi amiga que le explicaría luego con sus insistentes súplicas volvimos a casa. Sólo pensar en su sonrisa me dejaba suspirando, no podía seguir así, yo no era así. Tomé un poco de aire y subí las escaleras junto con todas las bolsas, para mi suerte dejamos a Clary en su casa─por insistencia de mi madre─ pero dijo que en cuanto dejara todo volvería.

Ordene todas las cosas en mi mochila y le guarde en mi armario, aun faltaban unas semanas. Entonces venía mi parte favorita, los libros. Tenía varios y no sabía por cuál comenzar, no me gustaba juzgar un libro por su portada pero en este caso era necesario. Tomé uno y caí en la cama, tome mi teléfono y los auriculares para comenzar a leer.

A muchos les extrañaba que leyera y escuchará música al mismo tiempo pero para mi era una forma más de silencio, no me diatraia mucho la música para mi suerte. Atenta a cada palabra sonreía y hacia varios gestos mientras iba leyendo. Era típico que hiciera eso, aveces si leía en la sala mi madre me miraba sorprendida y luego reía. Pase página tras página hasta que noté que alguien abrió la puerta de mi habitación.

─Cariño, debo irme el vuelo sale en una hora.─Abrí los ojos sorprendida y ella se cruzó de brazos.─Katherine, ¿escuchaste lo qué dije ayer verdad?─¿acaso había dicho algo? Mi boca se abrió levemente y decía palabra incoherentes, si es que llegaban a ser palabras.─¿Qué haré con esa memoria tuya hija? Tú padre tiene una reunión muy importante en Europa, además de una fiesta en honor a ello, si es que resulta. Debo acompañarlo. Volveremos en una semana, bien?─ ¡Rayos! En ese momento recordé cuando mi madre me hablaba el día de ayer y yo solo pensaba en que libros compraría próximamente y en si iría al parque a ver a Alex.

─Si mamá.─Dije y ella se acercó para besar mi mejilla dulcemente.

─Estaré llamando, y recuerda comportarte, Amanda me informará si hay alguna pelea ¿entendido?─ Asenti con disgusto y ella se puso de pie.─Por favor cuidate ¿si? Recuerda que...

─Si, si, hay muchos peligros y soy una adolescente, expuesta a aún más.─Dije algo cansada, lo mismo de siempre.─Puedo cuidarme mamá.

─Sabes que lo hago porque porque te quiero.─Cuando iba a responder su teléfono suena y deposita un corto beso en mi frente.─Te llamaré en cuanto llegué.─Asenti y finalmente salió de mi habitación.

Solté un suspiro algo cansada. Sin dudas mi madre llamaría a cada hora para preguntar de todo. Deje mi libro en la estantería y fui al ordenador, revise algunas redes sociales pero al aburrirme aun más cerre el ordenador nuevamente. Al escuchar la puerta cerrarse asumí que mi madre se había ido, volví a conectar los auriculares y justo antes de acostarme la puerta se abre de golpe y pego un salto de susto.

El Chico Patineta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora