Declaración de guerra

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Erwin

En cada hombre y dios existe el caos y el orden sólo que tenemos una inclinación hacía un lado u otro.

Miré a mi madre y le pregunté: —¿Cómo escapar de nuestra propia naturaleza?

—No es el hecho de escapar.

—¿A qué te refieres?

—Debes aprender a vivir con ella, tienes que caminar con ella porque es tu propio ser con quién deberás estar condenado a vivir.

El sonido de la enorme campana del monasterio me hace caer en cuenta acerca de mi realidad.

Era todo hecho en mármol, sus enormes columnas y sus dibujos me impresionaban. No obstante, había una enorme escultura que resaltaba a la vista en todo el centro del monasterio.

Esa escultura era una imagen de mi padre, me acerqué a ella y tomé su mano sólo para imaginar todas las veces que me llevaba a la biblioteca con mis otros hermanos.

Miré más detenidamente la estatua para darme cuenta que una de sus manos estaba oculta en el traje.

Debía haber algo que me diese una señal al respecto ¿Por qué escondía su mano izquierda? Debía ser alguna especie de acertijo...Él los amaba.

Miré hacía arriba para mirar la historia de su llegada plasmada en el techo, eran imágenes bellísimas.

En todo el centro estaba el sol, en perfecta alineación con la estatua, así que, me surge una pregunta ¿Por qué mi padre abandonó su condición de dios para vivir con los mortales? Siendo un dios lo consideraría absurdo.

Nada de esto hubiese sucedido en un inicio, ya que, estaría en lo alto del cielo dando calor.

Sin embargo, los humanos seguirían con las guerras, aunque, es claro que a los dioses no le interesa el hombre...Al menos a su padre.

—Perdió su inmortalidad por amor a la humanidad.

—Aún así no entiendo una cosa.

Mi madre se me acerca y me pregunta:—¿Qué no entiendes?

—¿Por qué adoran a un dios qué claramente no los ama? ¿Acaso escuchará sus súplicas?

—Porque venimos de él.

Guardé silencio ante sus palabras ¿Quién era yo para juzgarlo? Una simple persona y él era un dios.

Miré el cielo por un momento, ya me había acostumbrado a la oscuridad que se veía acompañada por las estrellas y la eterna luna nueva, me dirigí a la costa para quedarme un rato con Liu, le acaricié el hocico y le pregunté:-¿Crees que la eterna noche tendrá fin?

—Al principio te tenía miedo, pero más miedo me tenías tú.

Uní mi cabeza con la suya, tenía un profundo miedo ante lo que me pudiese ocurrir, escuché los rumores de guerra entre naciones, aparentemente, había una especie de alianza entre Astoria y Ares.

Si bien, mi pueblo era bastante pacífico en general temía que la guerra los alcanzará y más por mi causa...Soy tan cobarde.

Rowena

No sabía si regresar de nuevo a casa, si para empezar no sé cuál es mi casa ¿Acaso pertenecen mis ideales a un pueblo bárbaro?

Mientrás caminaba llegué a un pueblo cercano de Sayf en donde pedí algo de comer. El lugar era una cantina de mala muerte en donde los chismes volaban entre dos sujetos que se encontraban cerca mío.

—Esa princesa no es más que una cobarde.

—Si tuviese conocimiento de dónde está la mataría con mis propias manos.

Los niños del sol [Completada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora