- ¿Qué haces aquí? –tartamudee. Estaba tan guapo.
- Me tome la molestia de hacerme un café –se dirigió lentamente al café tras de mí.
- ¿Qué haces aquí?
- Sé que debí usar la puerta, pero sabía que tal vez no ibas a abrirme ¿o sí? –tenía ganas de abrazarlo, de llorar. No entiendo porque me gusta, él no es lindo conmigo, él no es atento, él es grosero. Miró toda la habitación y tomo los pendientes del tocador, los que él me había regalado–. Te ves hermosa con estos…–se acercó a mí. Me hizo el cabello hacia atrás y me coloco el primer pendiente. Acaricio mi nuca. Oh…cerré los ojos y suspiré. Hizo el mismo procedimiento del otro lado. Sentí que deshacía el nudo de mi toalla, abrí los ojos y lo miré, veía lujuria, pasión, deseo. Me mordí el labio. No estaba en mis 5 sentidos, no podía detenerlo, ahora podía hacer de mi lo que quisiera–. ¿Por qué te fuiste? –susurró–, solo pensaste en ti…
- Soy una puta, las putas no se quedan
- No. No. No. No, entendiste mal…
- ¿entendí mal? ¿seguro?
- _____ perdóname, por favor. Soy un completo idiota, no sé porque, yo solo.
- Te perdono. Ahora vete –apunte a la puerta. Vete porque estoy segura que llorare como una desquiciada y eres la última persona que quiero que me vea. Pensé.
- No, no así. Quiero que sea como antes…
- ¿para qué? ¿te sentías hombre tratándome como estúpida? ¿te costó mucho venir? Vamos, dime… ¿Cuánto te pago Liam para que vinieras a pedirme perdón y convencerme de regresar?
- No…
- Porque eso quieres, quieres que regrese para que me acueste con todos y haga tu trabajo.
- _____, por favor, no estas escuchando
- No necesito…
- ¡cállate! ¡basta! ¡quiero que regreses porque te necesito! ¡quiero estar contigo! –se acercó más a mí–. Por favor… –vamos _____, te mueres por volver, por volver a sentirte como en un film clandestino. Por volver a sentir adrenalina, por ser descubierta, por sentirme importante. Por estar con él. Pero no, tengo que hacerme del rogar aunque sea un poquito.
- ¿tienes hambre? –frunció el ceño.
- ¿Qué?
- Ven…–le extendí la mano. La tomo enseguida y lo lleve hasta la cocina. Le indique que se sentará, mientras yo ponía la cafetera–. Hablemos
- Yo…no sé qué decirte. Te lo juro que prepare un discurso, pero ahora no me acuerdo de nada, me quede en blanco. Pero tengo un motivo, hay una razón, por la cual eh sido así contigo desde siempre
- ¿La hay? –me senté en la encimera. Me sentía poderosa, en toalla, semidesnuda, para él. Se aclaró la garganta
- Si…pero no voy a decírtela
- ¿Por qué? –¿enserio había una razón? ¿sería tan buena como para pasar por alto todas sus groserías? La cafetera pitó. Me baje de la encimera con cuidado. Y puse dos tazas, en la mía té y en la de él café. Seguramente el que está en mi habitación ya está frío–. ¿Cómo sabias donde vivo? –nadie lo sabía. Ni Liam.
- Ser un maniático, tiene sus ventajas
- Aja…–sonreí–. Buscaste el nombre de mi amiga en la base de datos
- Yo no sé cómo se apellida Lorraine –Mierda. ¿entonces como me encontró?–. No te mates pensando cómo te encontré. Ahora dime ¿volverás?