_____ estaba petrificada al igual que todos en el salón. Niall había jugado muy bien sus cartas y Nataniel tenía que pensar muy bien que iba a hacer. Tenía razón _____ no le importaba una mierda, solo la quería para llegar a Niall y ahora que lo tenía ¡Pues todos a la mierda! Solo lo quería a él, muerto, 15 metros bajo tierra, pudriéndose en el mismísimo infierno.
- Tu ganas Horan, ellos se van, tú te quedas
- No… –comenzó _____–. No, no puedes hacerme esto Niall, no puedes –su garganta se contrajo y un dolor la inundo de repente. Escuchar eso la llenó de pánico. Su mano comenzó a sudar, sudor muy frio había en su mano con la de Niall. Estaba nerviosa y asustada. Nataniel asintió a sus hombres que tomaron a _____ para sacarla de ahí.
- ¡no! ¡no! ¡Niall no! ¡no lo hagas! –gritaba desesperada. Niall no quería mirarla, no podía ver su dolor en sus ojos. Le dio la espalda y esperó a que el hombre terminará por llevársela–. ¡no! ¡suéltame! ¡suéltame! –gritaba y trataba de liberarse como una loca–. ¡No puedes hacerme esto! –gritó por última vez–. ¡Estoy embarazada! –salió de su garganta sin siquiera pensarlo. Todos en aquella habitación quedaron inmóviles. Niall la miró tan intensamente.
- ¿Qué has dicho?
- De seis semanas –las lágrimas no se hicieron esperar, su rostro estaba mojado, al igual que su cuello. Estaba roja, de ira de miedo.
- ¿Por qué no me lo dijiste?
- ¡eres un maldito cerdo egoísta! –Niall la miró triste. Claro que era eso, era un cerdo, un agonista, porque iba a dejarla.
- Vaya –dijo Nataniel.
- Sácala de aquí –le dijo Niall a Nataniel. Antes de que el hombre la tomará de nuevo para llevársela, ella corrió hasta Niall. Lo abrazó como una niña, con todas sus fuerzas.
- No me dejes, no me dejes, no me dejes, no me dejes…–susurró para Niall. Tenía los ojos apretados–. No nos dejes…–volvió a decir apenas audible. No paraba de decir aquello. “No nos dejes” Niall cerró los ojos un momento. Niall se hinco con ella y la abrazó.
- Cuídalo por mí, sé que serás la mejor mamá del mundo y también sé que encontrarás a alguien bueno
Ella se desmoronó. Todo pasó por su mente en un segundo. Todo.
Frio, mucho frio. Intente cubrirme con mi mismo vestido, pero este no ayudaba mucho, era corto. Ya no había movimiento, ni ruido. Solo una pequeña fogata y estos idiotas, dormidos. Mire a mi alrededor y no había nada. Yo estaba en la cajuela de la camioneta. Abierta.
- Por más que corras no hallaras nada –trague pesado. Voltee, ahí estaba él. Sentado.
- No iba a hacerlo –hubo un silencio incómodo. Me concentré. El tipo no llevaba camisa, su cabello rubio alborotado. Sus ojos oscuros, por la oscuridad de la noche, derramando ira a montones– ¿no tienes frio? –negó. Y bebió, era cerveza.
- Ten –estiro su mano, ofreciéndome una chaqueta. Me levante, camine a él y la tomé.
- Gracias –me la puse y volví a acurrucarme donde estaba. En un posición donde pudiera mirarlo. Era condenadamente sexy ese hombre– ¿me van a matar? –río–. No entiendo que es lo gracioso
- No sé porque preguntas cosas tan obvias –mi corazón se detuvo, mi boca se secó y me sentí desvanecer.
- Lo siento
- ¿Por qué? –pregunto. Porque…porque ¿Por qué lo sentía? ¿por preguntar aquello?
- Por la razón por la que van a matarme –volvió a reír. Se levantó y se sentó a mi lado.