08: Sólo él puede

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Just he can

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Just he can.

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Suspiré agotada mientras maseajaba la parte posterior de mi cuello y me sentaba en mi cama. Hoy había sido un largo día, la pelea contra unos maleantes me había dejado muy cansada.

Quizás el ser héroe no estaba escrito en mi destino, pensé con tristeza.

—¡Knock Knock! —Me sobresalté al escuchar esa familiar voz proveniente de la pared que se encontraba detrás mía.

Reí bajito al saber de quién se trataba—.¿Quién es? —pregunté irónica mientras giraba hacia donde provenía la voz.

De la pared salía un peculiar rostro con un gesto parecido al de un oso de felpa—. ¡La persona más hermosa del mundo! —respondió eufórico.

Solté al fin una carcajada, él es Mirio Togata, es mi compañero de curso, sin embargo no somos muy cercanos en ese sentido... bueno, éramos.

Primero entremos en contexto, hace más o menos una semana atrás, los estudiantes de la Yūei fuimos trasladados a su nuevo internado debido a que estamos en peligro por la dichosa de liga de villanos, y entonces un día...

—Otra vez última de la clase —suspiré con desgano—, nunca mejoraré. —Apreté los puños, clavando así mis uñas en las palmas de mis manos.

Comencé a arrojar todo sin importarme quien escuchara el desastre, soy una persona muy inestable, y en el más mínimo de los casos puedo llegar a explotar, no en sentido figurado pero sí emocionalmente.

—¿Te encuentras bien?

Al instante detuve todo movimiento, era una voz masculina, pero ¿cómo? Mi puerta estaba cerrada al igual que las ventanas. Giré lentamente la cabeza encontrándome con Mirio, uno de los Tres Grandes y el más fuerte en mi salón, este tenía medio cuerpo en la pared y medio cuerpo en mi habitación.

—¿Qué haces aquí? Vete —espeté.

Yo no soy así, y menos lo sería con él ya que es mi ejemplo a seguir. Pero ahora sólo podía sentir envidia y odio hacia él, no sé en lo que me estoy convirtiendo.

—Lo siento, ni siquiera toqué, pero que irrespetuoso —habló más para sí mismo, luego me miró, hizo una reverencia y salió de mi habitación por donde vino.

¿Pero qué fue eso?, pensé aún confundida.

Unos golpes sonaron en la pared de mi habitación.

—Toc, Toc. —La voz del rubio se escuchó del otro lado. Fruncí el ceño, no dije nada, sin embargo él seguía repitiendo esas palabras.

Chasqueé la lengua—. ¿Quién es? —pregunté con desgano.

—¡La vieja Inés! —exclamó mostrando sólo su rostro por la pared.

Yo me lo quedé mirando en silencio por un rato—. Yo me llamo Inés —mentí. Este se puso pálido y comenzó a balbucear, e hizo una cara muy graciosa que me mando a pegar una limpia carcajada. Sólo imagínense una cabeza en medio de una larga pared, vaya locura.

Recuerdo que no pude parar de reír ese día, realmente fue muy divertido, hasta me olvidé de aquel sentimiento desagradable.

Y desde ahí siempre ha hecho lo mismo, se volvió una rutina muy graciosa. Es un rubio muy energético me gustaría ser como él.

—Nah, no eres yo —respondí al fin.

Él hizo ahogo un chillido—. ¡(...)! Qué crue. —dijo poniéndose en un rincón de la habitación. 

Suspiré yendo a su lado—. Mirio, te he dicho que no entres por la pared, hay puertas, ¿sabes?

A veces es muy incómodo verlo traspasar a cada rato por mi pared, soy una persona y necesito de mi privacidad.

—Lo siento, (...) —rodé los ojos, siempre se disculpaba pero igual y seguía haciéndolo.

—(...). —Se giró hacia mí, yo arqueé una ceja—. ¿Estás bien? —preguntó con preocupación, lo miré sorprendida.

Pero ¿saben? Me gusta que traspase la pared de mi habitación. Es algo que sólo él puede.

—Ahora lo estoy —respondí con una sonrisa de oreja a oreja.

Fin.

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¡Ya llegó mochila de rescate! Ahre no.

Confieso que los "chistes" los saqué de internet xd.

Disculpa tanto el retraso, espero que haya sido de tu agrado.

¡Gracias por leer! Nos vemos en el próximo  escenario.

Byeee~

ᴍɪʀɪᴏ ᴇsᴄᴇɴᴀʀɪᴏs ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora