MATT.
Ella había venido.
Jodidamente había venido y estaba realmente sorprendido.
Desgraciadamente no lo había hecho sola.
Ahora mismo la chica se encontraba bailando, demasiado cerca para su gusto, con el pelinegro, Brown. Siempre se mantenía pegado a ella y no se alejaba sino sólo para dar clases. Era como un fastidioso y repugnante chicle.
La sangre le hervía por estar viendo a la chica haciendo esos sensuales movimientos en contra de otro cuerpo que no era el suyo. Ella no paraba de mover sus deliciosas caderas al son de la música haciendo un total espectáculo que le tenía la polla presionando duramente contra la bragueta del pantalón. No le pasó desapercibido el hecho de que otros hombres también la miraban constantemente.
Apenas se había tomado una cerveza, pero la chica allá abajo estaba cerca de ir por... ¿la quinta ya? y apenas era medianoche.
Estaba furioso con los amigos de ella, ¿qué clase de amiga te obliga a beber en una fiesta? Había visto cuando aquella morena, sino se equivocaba, Dekka, le había hecho beberse dos vasos de cerveza casi de un tiro mientras sonreía con cierta malicia. Vale, el gesto de malicia quizás era cosa de su imaginación. Y tal vez no la había hecho beber de un tiro pero era obvio que tenía la intención de emborracharla.
Y luego estaba ese gilipollas que no apartaba sus putas manos del cuerpo de ella.
Demonios, estaba muy tenso.
Se encontraba apoyado sobre el barandal de las escaleras del segundo piso del departamento con una morena y una rubia colgada a cada uno de sus costados como unas jodidas garrapatas que no lo dejaban respirar.
Miró a su alrededor.
Anteriormente él contaba con un departamento similar a ese y sabía que la estructura de los cuartos en el edificio E eran diferentes al A y al B, mientras estos dos últimos contaban con una sola planta por apartamento, el E tenía dos. El departamento de Tomas Keery era igual a su antiguo lugar así que sabía más o menos su distribución.
Arriba en media planta, había dos habitaciones, un pequeño estudio y un cuarto de baño, el barandal de las escaleras era la división de la planta y permitía ver hacia abajo donde había una gran sala de estar. En la primera planta se ubicaba la cocina, otro baño, un comedor y un estudio de trabajo más grande ubicado al fondo.
La gran sala había sido despejada para ser usada como pista de baile, la cocina contigua a esta, tenía una encimera de mármol donde algún tipo preparaba bebidas y servía cerveza.
En un rincón, cerca del gran televisor LED que proyectaba un video musical, se encontraban cuatro grandes parlantes frente a un disc—jockey contratado. Alguna canción de Calvin Harris empezó a sonar y todo el mundo empezó a saltar al ritmo de la música, captó que Jill se separaba del pelinegro con una sonrisa y le susurraba algo al oído. Empezó a alejarse de él dirigiéndose hacia algún lado.
—Mattie, vamos a divertirnos —la rubia empezó a jalar del brazo hacia el interior de la segunda planta logrando distraerlo de su objetivo.
La pelinegra ronroneó cerca de su oído, ofreciéndose. Sabía en qué estaban pensando.
Un trío... ¿qué clase de hombre se negaría a tener sexo con esas dos bellezas tan dispuestas?
Pero a él no le interesaban ni un poco. Consideraba que había un premio gordo y mucho mejor allá abajo. Vio la cabellera castaña subir por las escaleras y jaló de su brazo para apartarse de las chicas.
ESTÁS LEYENDO
Without Second Chances
ChickLitEl siguiente contenido contiene lenguaje fuerte y posibles escenas para mayores, si lees lo haces bajo tu responsabilidad y la disposición para enojarte por culpa de un personaje masculino demasiado cretino, además de tener a la mano unos pañuelos p...