Capítulo 9

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MATT.

Eran las cinco treinta de la tarde de un frío viernes, el invierno estaba cerca pero aún no se atisbaba caída de nieve sino hasta dentro de dos semanas, los estudiantes se encontraban sentados en las gradas que estaban enfrente del escenario.

El fondo del escenario era una de las paredes de uno de los edificios de la academia y estaba cubierto por un mural psicodélico muy colorido con simbología de cada una de las carreras del lugar. Dibujos de notas e instrumentos musicales, pinceles, caballetes y paletas, tutus, zapatillas de ballet, siluetas de pequeñas bailarinas realizando delicadas figuras con sus cuerpos, máscaras de teatro, cámaras y micrófonos, todos aparentemente animados por líneas de viento de colores que hacían simular un movimiento de vaivén en cada uno de los dibujos.

Sabía que ella había participado en la creación de ese mural hacía más de un año y era algo impresionante de ver.

Al menos una docena de parlantes se encontraban distribuidos por el margen del escenario, colgando de barras metálicas en lo alto y a los laterales al igual que varias luces que se encargaban de iluminar el lugar, moviéndose de un lado para otro y apuntando al público. Unas luces blancas que se encontraban al fondo se encargaban de alumbrar el impresionante mural.

No había mucho que envidiarle a los escenarios que usaban reconocidas estrellas para sus conciertos. El de los estudiantes tenía todos los juguetes que se podrían necesitar para las presentaciones de las diferentes carreras. Aunque el inmenso teatro al interior del recinto era bastante mejor, aún más porque era cerrado y el frío no era un problema.

Se encontraba en la parte de arriba de las gradas a campo abierto junto a sus amigos y algunas chicas que bebían y reían haciendo barullo sin respeto alguno por las presentaciones que se estaban llevando a cabo, aunque nadie les decía nada porque ellos eran los reyes en ese lugar y nadie pensaba en meterse con ellos.

No pudo evitar buscar con la mirada a la castaña. La encontró unas cuantas gradas más abajo riendo y disfrutando del espectáculo con sus dos amigas y el bastardo afortunado que le rodeaba los hombros con un brazo.

Reprimió las ganas de ir hasta allí y apartar al hijo de puta porque eso no le haría nada bien. Necesitaba no echarse de enemiga a la castaña.

Hoy se iba a presentar como solista y aunque hacía mucho había superado el pánico escénico, no había podido evitar sentirse un poco ansioso. Siempre era una nueva aventura subirse allá arriba a pesar de que aparentaba ser el rey imperturbable.

De repente su celular vibró en su bolsillo sacándolo de su ensimismamiento.

—¿Si?  

—Blake, sales en quince.

Y la comunicación se cortó.

Lo normal era que los que se iban a presentar permanecieran en el backstage a un lado del escenario, el cual permanecía oculto por unas grandes cortinas vino tinto que colgaban a los laterales de la tarima, pero como él era Matthew Blake y no se mezclaba con la muchedumbre, permanecía fuera de bastidores disfrutando del espectáculo y siendo avisado por los encargados de la logística, aunque al parecer a ellos eso no les gustaba mucho.

—Buena suerte rayo de sol —Brent tenía una estúpida y burlona sonrisa mientras rodeaba a una chica con su brazo.

Le dedicó el dedo del medio y un "imbécil" murmurado.

Se desperezó despidiéndose del grupo y bajó hasta los bastidores por un extremo del lugar sin llamar mucho la atención, aunque eso era difícil porque vamos, era Matthew Blake y había nacido con un foco apuntando siempre sobre él.

Without Second ChancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora