Capítulo 1

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Cuando me acerqué a la ventana y confirmé que las anaranjadas luces de la calle seguían prendidas, pensé con pereza que aún faltaba mucho para irme al colegio y que la lucha contra el insomnio sería dura, como siempre.

Tres veces por semana, ésa era la cifra que resumía mis madrugadas con insomnio. Cada semana, desde hacía ya seis meses, me despertaba como a las dos de la madrugada y me quedaba frustrada en la nube de la nada misma, intentando recuperar algo imposible. Lo peor de todo es que nunca lograba tomarme una siesta, lo que hacía que mi cara y mi cerebro expresaran su malestar de forma inconsciente.

Eran madrugadas frías y silenciosas, en donde el tiempo tenía más espacios y se estiraba como un elástico, no infinito pero sí molesto para mis ojos, que sólo hacia que mis pensamientos florecieran sin la necesidad del sol.

Aunque, mejor dicho, mis pensamientos podrían haber florecido por la Luna; a él le iban mejor esas características.

No me gustaba pensar en él. Ni siquiera entendía cómo podía sacar cosas para pensar. Todos los detalles, todas las cosas simples que lograba divisar con mi vista de murciélago, todas y cada una de ellas podían hacer que mi cabeza se llenara de palabras. Tontas palabras que no servían para nada. Únicamente podían hacer que me hundiera en la miseria que sólo esos raros sentimientos podían generar en mi cabeza. Como si de arena movediza se tratase, yo me iba hundiendo cada vez más.

Caminaba de un lado a otro pensando en su cara, sus ojos, todos los gestos que sólo él realizaba... Una parte de mí se sentía bien cuando pensaba en todas esas cosas, pero existía otra parte que no dejaba de gritar "¡Tonta, tonta!", la cual a penas y podía ignorar. Y la verdad es que no sabía qué hacer conmigo. No quería enredos, pero parecía que yo sola me había atado a un enredo demasiado complejo para mis sentidos de amargada total..., aunque lo último era bastante cuestionable.

¿Qué tenía él que yo encontraba tan, tan... único? No lo sabía y tampoco quería averiguarlo. Ya me había resignado hace rato y no estaba para tonterías amorosas, aunque sabía perfectamente que ningún chico podría mirarme de otra tonta manera que no fuese la común y corriente. Aquélla mirada esquiva que los chicos no dejaban de probar conmigo, más cuando mis ojos conectaban con los suyos que inmediatamente eran apartados por cualquier tipo de tonta justificación, me habían dejado bastante claro el interés que yo podría generar en cualquiera.

Interés que se resumía en ser nulo.

A veces me ponía a pensar en aquéllo y sólo me quedaba con el pensamiento de que ellos preferían evitar mí persona. La razón aún no había sido encontrada, pero las cuestiones llegaban a mí como el aire. Podría haber mencionado que yo no hablaba tanto, que no me incluía bien en las conversaciones, o que casi siempre era ignorada en los grupos. Tal vez todo eso se debía a mi falta de atención; la mayor parte del tiempo yo vivía en las nubes, pensando en cualquier otra cosa que no fuera lo que ellos no dejaban de gastar como si fuese una "primicia". Un tema cualquiera, siempre me decía, un tema cualquiera habría sido mucho más interesante que eso. Pero no lo decía en voz alta, sino desde la voz de mis pensamientos. Tampoco quería quedar como una completa antisocial, aunque ganas no me faltaban.

Siempre hay una cuestión en todos nosotros, también hay problemas. El mío se incluía en los temas sociales; nunca podía desenvolverme bien en tales sectores, por lo que a veces debía forzar mi simpatía. Aunque nunca podía llegar a abusar de ella, ya que las palabras de los grupos en los que yo merodeaba no me eran tan interesantes. A pesar de eso, me interesaba demasiado la sociedad en cuestiones de personalidad y reacción. Esa era una de las pocas razones por la cual yo seguía intentando "incluirme" en esos grupos; ése era el interés que yo tenía.

Tenía dos mejores amigas, que se encontraban siendo las únicas en mi lista de verdaderas amistades. Elena era espontánea, radiante, alegre y bastante risueña. Mientras que Cora era un poco más seria, no tan realista como yo, aunque era dulce e inteligente. Las dos tenían la cualidad más importante de todas, la lealtad. Y que la hayan desperdiciado conmigo había sido una gran sorpresa para mis espectativas sobre amistad, ya que tenía muy pocas.

En fín, yo seguía siendo la mayor de mi acotado grupo de amigas, y tener dieciocho años no me aliviaba en lo absoluto. Menos cuando tenía que pensar en mis cosas, agregándole mis tontos enredos de adolescente que, en mi opinión, habían llegado bastante tarde.

Aunque, ¿cuándo es el momento perfecto para que te guste una persona?

Yo de esas cosas no sabía nada. Lo veía como una insignificancia, pasajera y demasiado redundante. No sabía la capacidad que tenía ese estado, porque lo había visto de forma visual y no le había encontrado los detalles al asunto.

Había sido tan tonta.

Creer que sentir algo por alguien era una tontería que desbordaba sencillez, había sido el pensamiento más ignorante que tuve en la vida. Y no malinterpreten mis dichos, yo de emociones sabía algo, porque soy un ser humano, pero no podría sacarme ni un satisfactorio en esa materia.

Algo malo del sentimiento es que no venía sólo. No, ni en sueños. El sentimiento venía con un montón de extras que se dedicaban a destruir mi razón. Y aunque yo, en esa madrugada, pensaba que las cosas  junto con los sentimientos ya estaban bastante enredados, no sabía lo que alguien con su injustificado interés, lograría hacer con mi "corazón".















 Y aunque yo, en esa madrugada, pensaba que las cosas  junto con los sentimientos ya estaban bastante enredados, no sabía lo que alguien con su injustificado interés, lograría hacer con mi "corazón"

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Yo.

AJAJAJAJA

Hola, naranjitas (ahre).

¿SE CREYERON QUE YO IBA A ESCRIBIR CAPÍTULOS TAN CORTOS COMO LOS ANTERIORES?

AJAJAJAJA

ezoz nizikiera zon kpitloz xdxdxdxd

Bueno, ya me calmo.

Espero que les guste.

Las adoro y cuatro besossss

PragmatismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora