"Admito que era prudente. Aunque el corazón estaba lejos de serlo y su despertar, lamentable para mí razón, era inminente..."
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Para una chica como yo, los sentimientos eran tontos, o algo por el estilo. Aunque, la vida en sí era tonta.
Casi siempre me quedaba más de diez minutos contemplando el cielo, que se reía de mí y del colegio, con la única intención de encontrar algo que me hiciera sentir bien. Decían que si llevabas la vista al cielo, inmediatamente te vas a sentir mucho mejor. Más alegre, más "positiva". Y la verdad es que no sabía.
Nunca me había funcionado.
Con respecto a las contemplaciones visuales, no me ayudaba mucho tener miopía y menos cuando mis ojos tenían fama de ser molestos. Pero al menos intentaba ser más, más...¿algo? No tenía idea. La positividad ya no me acompañaba, la realidad se había convertido en mi ángel. No entendía el sentimiento de bienestar que brindaba aquélla emoción, pero al menos era consciente de su existencia.
Eran como las siete y cuarto de la mañana y yo tenía que entrar cuando el reloj señalara las siete y veinte. Estaba en un rincón muy cercano al costado del colegio. Ahí casi nadie me podía ver. Sólo estaba yo, con mis pensamientos y mal humor. Asi que, solté aire, ordené mis ideas, junto con todo el revoltijo de palabras acumuladas desde el día anterior, cerré los ojos y tranquilamente comencé a hablar.
—No entiendo la gracia que tiene el "dejarse llevar". No sé qué es eso. Tampoco sé qué tiene de malo ser como soy —frustrada, me crucé de brazos.
—Se "supone" que los seres humanos tienen que ser comprensivos. ¿Por qué quieren que cambie? La vida es algo extraña, pero yo la voy manejando como puedo. No soy excelente en todo lo que hago, pero soy consciente del potencial que tengo. Me conformo con eso, ¿por qué los demás no?
Suspiré y bajé la cabeza.
—No todo el mundo me mira y eso para mí está bien, está mucho más que bien. Pero, a veces... A veces tengo ganas de gritar y hacer algo que previamente yo no haya analizado. Algo tonto, como correr sin que me importe como me hace parecer mí rodilla mala, o como sonreír a pesar de mi diente chueco. Soy lo bastante inteligente como para entender que el problema no es mío, que no tendría que estar enredando mi cabeza por algo que no tiene nada que ver conmigo. El problema no está en mí, sino en los demás. Y saber eso hace que sienta algo que me estruja el pecho y que a veces casi no me deja respirar. Demasiado raro y molesto para mí. No quiero sentir eso; directamente no quiero sentir nada...
Cuando terminé de decir la última palabra, llevé la mirada hacia el reloj que mi papá me había regalado hace diez años atrás, y cuando confirmé que ya era la hora, me frustré.
—Porqué —solté y pateé una piedra mientras me dirigía hacia la entrada del colegio.
Realmente yo no entendía nada de sentimientos, y tampoco podía analizarlos bien porque nunca les había tomado tanta importancia.
Y tampoco sabía que yo no había sido la única persona que estuvo en aquél sector lejos de todo...
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Yeah, yeah, las mejores cosas vienen con insomnio.
Okno.
Bueno, espero que les haya entretenido, jajaja ahr.