"Un corazón roto nunca será algo bueno, y más cuando no tienes a nadie para sanarte: Los días de inviernos son cada vez más fríos, pero Bon, como todo adulto responsable, no hace más que tratar de ignorar sus penas y tragar sus palabras
O por lo men...
[Advertencia; Este capítulo tendrá contenido no recomendado para gente menor a 13, aunque la verdad probablemente continues a pesar de ser menor que esa edad o ya la tengas así que hace lo que quieras, no soy tu mamá. Eso sí, el que avisa no es traidor]
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Ya eran alrededor de las 11 pm y decir que me sentía terrible era poco. Por arte de magía, había logrado convencer a Meg de que no estaba tan borracho, y era perfectamente capaz de volver a mi casa solo. No quería volverme Joy y pasar mi vida en su casa, con un par de días ya estaba bien, y necesitaba dejar de postergar ver a Bonnie en algún momento. Joy, diez veces más borracha y peor que yo, me ayudó a reforzar mi argumento. Estaba mareado y el alcohol no tenía tanto efecto como antes, sin embargo seguía moviéndome perezoso por las calles y mi pobre y en ese entonces poco apto cerebro había analizado que pagar unos 60 pesos para la ida a casa era una estafa, y mejor idea era gastar mi dinero para comprarme una caja entera de chocolates.
La suma dio un Bon un tanto borracho, con más de 5 coronas encima, caminando las 18 cuadras que hay camino a casa. El lado bueno es que tenía unos chocolates.
Las calles estaban transitadas, pero todo me parecía muy poco importante en aquella noche oscura, y los ruidos de una ciudad en casi otoño se me hacían un simple fondo nublado bajo mi capucha negra. Comía los chocolates uno a uno, quitándoles la envoltura, decorada como una botella, y poniéndolos en mi boca sin reparo.
Estaba a muy poco de llegar. Me encontré en aquella parada de bus cuando un sonido metálico llegó a mis oídos. Bajé la vista y unas llaves con tonos morados cayeron a la vez que su propietario de igual color bajaba del bus.
Sentí escuchar una voz delante - Disculpa yo... - habló él mientras yo tomaba las llaves, levantando la vista - Yo... - tartamudeó al verme. - Yo soy muy torpe con las llaves. - Tranquilo - dije de una forma bastante suave, con la garganta algo rasposa.
El tomó los llaves, mirándome una última vez, dispuesto a irse directo hacia su departamento. Pero por un momento, dudó en retirarse. Sí en ese pequeño momento yo me hubiese encontrado con plena consciencia, quizá él se hubiese ido directamente a su casa, y yo me hubiese quedado allí, huyendo como inútil, fingiendo que nada pasaba.
En cambio, no tenía una consciencia muy plena. Tenía una media consciencia a duras penas
Ya algo lejos lo tomé por el brazo, evitando que se marchara. - Bonnie yo... - hablé - No hace falta... - interrumpió bajando algo la mirada - Entiendo lo que sientes y... Fui a tu casa ayer, sé que debes estar molesto por lo infantil que me porté... - ¡¿Que dices?! - casi que grité - Estos fueron los días más miserables de mi vida - hablé con la garganta algo cortada, siendo insistente, aún tomándolo por el brazo, llorando a mares en cuestión de segundos - ¡Bonnie yo te amo! ¡Deja de hacerte el dificil y ámame también! -continué, algo lloroso. Actuaba como un niño en jardín, triste porque su crush no quería jugar a la casita con él. - Bon... - olfateo - ¿Estuviste tomando?
