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Iba caminando por los corredores de la torre con tres de mis hombres más confiables detrás de mí . De nuevo en mi verdadera casa , aunque no se sentía que estuviera en mi hogar.

No es que me quejara de mi vida aquí  , conocía a todos los soldados. E increíblemente me había ganado su respeto y cariño. Pese a que éramos un ejército distabamos mucho de uno humano. Todos éramos miembros de una manada muy organizada y no habían civiles dentro de la torre . Era un instituto donde se ensañaba , entrenaban y vivían . Todos en un conjunto que solo los licántropos son capaces de mantener. Por instinto se sabía a quien obedecer sin necesidad de forzarlo.  Por ello funcionabamos bien e incluso nos teníamos aprecio entre los grupos más conocidos.

Todos los estudiantes , principalmente los más nuevos se hacian a un lado y asentían en mi dirección en una forma de saludo y respeto.

Y es que ahora , no era un chico más con ropas sencillas que caminaba por allí riendo y molestando a alguien. Era un joven soldado con mucha experiencia por todo lo que había que tenido que vivir desde niño. Un joven guerrero que llevaba el uniforme de la fuerza líder , con las insignias de general sobre mis hombros.

El uniforme de tela gruesa y negra. Chaleco antibalas , tanto para armas con balas de plata y para armamento normal. Y una secuencia de placas de titanio desplegados en los laterales de los brazos, proporcionando protección y libertad de movimiento. La biomecánica de los trajes de cada soldado era exclusiva para el lobo , y en el cambio se adaptaban lo suficiente para seguir trabajando en un cuerpo animal.

Mi armadura a diferencia de los otros lobos , tenía marcas de garras rojas en  los hombros , tres en cada brazo indicando mi rango dentro de la torre.

Justo ahora iba camino a reunirme con Arnald, necesitaba dos escuadrones de cazadores para rastrear a un delincuente. Uno que estaba implicado en los últimos ataques ,uno que se me había escapado. Vladimir.

Iba a darle caza al hombre. Ya tenía la orden del consejo , solo me faltaba planear la estrategia con Arnald.

Pensaba pasar derecho cuando un soldado , el oficial de uno de los escuadrones se paró frente a mi.

- señor , lo solicitan en el estudio del ala 3-

Fruncí mi ceño. A mí nadie me visitaba. Yo no tenía a nadie conocido por fuera.

- adelanten se - le indique a los dos hombres que estaban detrás
- infórmenle a Arnald que me demorare unos minutos más -

- si señor - los hombres siguieron su camino y yo seguí al joven oficial.

Hacía más de una semana que había vuelto a la torre. Y en todo este tiempo no había sabido nada de Cristofer o de la manada. O bueno por lo menos no detalles específicos. Solo leía los informes de los hombres que se habían enviado para reforzar las fuerzas armadas del alfa. Allí no había nada diferente a lo que suele haber en una aldea después de una guerra : Heridos que estaban siendo tratados, reconstrucciones y mucho trabajo por hacer. Pero nada más . En esos papeles no decía como estaba Cristofer o Roche.

Ni mucho menos va a decir si Cristofer me extrañaba. ¡Obvio no !
Me sentía tan frustrado que no sabía que hacer. Tenía una pareja. ¡Un compañero de vida ! Y estaba a miles de kilómetros de él solo por tecnisismos.  Unos grandes y enredados tecnisismos, pero igual seguían siendo pura basura.

Yo debería estar a su lado. Necesitaba verlo, saber que hacia o cómo estaba. Y no es que lo pensara todos los días , de hecho trataba de sacarlo de mi mente. Pero muy al fondo seguía sintiendo esa necesidad imperiosa de por lo menos verlo. De asegurarme que estuviera bien y que por lo menos una vez al dia me sonriera.

SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora