Nieve y sol

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Quedaré un rato más/ sé que no querrás marchar/ 1, 2, 3 tengo un plan/ cosquillas al despertar

Max seguía con atraso la letra de la canción que sonaba de fondo en su habitación, recargando su cabeza en su mano derecha mientras hacia rayones con su boli azul en los deberes de biología, sin sentido, haciendo círculos, medias lunas y estrellas ocultando con ello un nombre que había escrito y que no se sacaba de la cabeza: Berto.

Te alejas de mi/ y yo sigo aquí/ te alejas de mi/ y yo sigo aquí.

Cuando la música terminó y reinó el silencio, se percató de lo que había hecho y soltó un suspiro; cogió el folio y lo hizo un rebujo junto con más basura que tenía de chuches y lo tiró todo en la papelera junto a su escritorio. Debía volver a comenzar... debió haberle pedido a Berto que se quedara un rato más. Porque debía admitirlo: lo había pasado muy bien esa tarde. Hacia tiempo que no charlaba de películas que le hicieron llorar. O se reía por cosas que realmente le causaban gracia.

La mañana siguiente tuvo que escuchar a sus amigos reírse de la historia que se había montado: se había quedado atrapado en el cubículo del baño y pasó poco más de una hora hasta que alguien se percató de ello y le dio salida y como ellos se habían quedado con las entradas no le dejaron pasar a la sala.

-Pero es que eso sólo te pasa a ti, Max.

Max giró un momento mientras alguien hablaba y lo divisó a lo lejos.

-Ahora vuelvo, voy al vatér... -saliendo corriendo.

-¡Pero no te vayas a quedar encerrado de nuevo!

Se detuvo para verlo caminar. Con donosura, ligero y firme, mirando al frente. Pronto se dio cuenta de que no siempre estaba con su hermano. Que le gustaba oír música mientras leía o escribía o cuando se reía de sabrá qué cosas. Su respiración se agitó y su cabeza comenzó a dar vueltas. Algo dentro se apoderó de él, un poco de locura e intriga con un poco de miedo, que hizo que se acercara sin más.

-Hola -dijo tan pronto lo vio pasar junto a él en el pasillo principal del Insti.

-Max pero que susto. Hola -levantado su carpeta.

-¿Que otro libro has leído? -ayudándolo a levantarla.

Berto casi tropezó al oírlo. -¿Perdona?

-Has leído el Wonder, Carve the mark, ¿qué otro has leído? -poniendo sus manos en sus bolsillos traseros, suplicando que sus palabras no sonaran bastas o abruptas.

Miró a toda lados, estaban solos. Sólo así pudo acercarse, no porque le vieran con él sino que... no sabía cómo iba ser eso y no quería mucho público. Por su parte, Berto quiso seguir su rumbo, le parecía extraño pero nadie le había preguntado nunca eso y se sentía bien.

-Pues... -deteniéndose a ver el tan singular gorro de lana azul que llevaba esa mañana Max.

La mañana había amanecido más fría que los últimos días y cada uno había hecho lo posible para protegerse de ella. Berto sólo llevaba un suéter más grueso debajo de su cazadora vaquera, vaqueros y llevaba unos Vans azules. Le habían dicho que ir de un sólo color lo hacían ver un poco más alto, pero era sólo un espejismo.

No pudo evitar soltar una risa.

-¿Qué pasa? -preguntó metiendo sus manos en su Parka negra.

-Eres Optimus Prime... -riéndose más al verlo más de cerca.

Max no pudo evitar contagiarse de esa risa.

-Eh. Que me lo ha hecho mi abuela...

-No, sí es que es lo más mono que he visto. Y bueno -recobrando la compostura -, que sólo tú eres el único que lo puede traer sin que se rían de ti y crean que es lo más.

WonderingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora