Sin obligaciones

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La mañana había amanecido fría, obligando a todos a salir enfundados en abrigos acogedores. Todos salieron con mil cosas en la cabeza. Sólo aquellos que han tenido una vida similar comprendían lo que el día de después de una fiesta significaba. Todos tenían una mirada diferente de la vida. Algunos dirían que habían superado una prueba y habían dejado de ser unos críos.

-Berto... -saludó en un salto Emilio frente a su amigo con las narices metidas en su taquilla.

Él sí que no lo había pasado nada bien. Había conseguido dormir unos minutos por la mañana. Esto lo estaba agotando.

-Emilio. Hola.

-¿Te has enterado? -su amigo negó con la cabeza, era temprano por la mañana y no sabía por quién podría enterarse de nada -, Max está enamorado de alguien.

-Ah -fue lo único que pudo decir, tratando de conectar dos neuronas para enterarse de algo -, ¿y cómo lo sabes?

-Escuché una conversación con nuestro padre, sobre consejos y tal...

-Ah -volvió a responder -, ¿y sabes de quién lo está?

-Pues no. De eso no me y enterado. Pero según creo, por eso hizo la fiesta de ayer... Para conquistar a la chica.

-Ah. ¿Y lo hizo? - Berto escuchaba a medias, llamándole la atención un chico que le llamaba desde le otro lado del pasillo -, ahora vuelvo... -dirigiéndose hacia él.

Tal vez él quería parar un poco. Su primer intento de socializar había sido un desastre, pero, la vida continuaba y ella le decía que continuara. Emilio le miró y se emocionó un poco. También se había percatado de aquello la noche anterior.

Nada más lejos la realidad de la que se estaba montando en su cabeza.

Cinco minutos después llegó Alfonso, entusiasmado por querer conversar de la fiesta del día anterior con sus amigos. Pero Emilio que seguía estando ahí no le regresó el saludo, no siquiera le miró y cuando miró en la dirección que él lo entendió todo. Diez minutos después llegó Max, con su macuto en el hombro, su casco en el otro y un nerviosísimo por no saber cómo ver a Max de nuevo tras lo que había ocurrido la noche anterior. Sabía que había hecho algo, pero no estaba seguro de lo que era.

-Buenas... -pero ninguno de los dos chicos decía nada. Seguían viendo la misma escena desde hace tiempo y seguían sin poder despegar la mirada de ella. Y al verla Max tuvo la misma reacción, su nerviosismo se convirtió en sorpresa al ver a Berto reír frente a otro chico que no dejaba de hacerlo reír y parecía que le gustaba hacerlo. -¿Qué hace con él? -acomodando su macuto en su hombro.

De lejos se miraba que reían cada cierto tiempo, veían asombrados como Berto se dejaba tocar y tocaba las manos de Martín, quién no dejaba de verlo, diciéndole quién sabe que cosas para hacerlo reír al grado de hacerlo sonrojar.

-... Oye -lo detuvo Martín con una sonrisa -, ¿te apetece ir a por un café? -negando levemente con la cabeza. Berto le imitó y Martín con un beso en la mejilla le dejó ir.

Berto miró a los tres chicos que estaban frente de él lejos. Quiso irse pero no tenía nada de sus cosas para su siguiente clase así que fue había ellos.

-Pero bueno. ¿Qué hacéis así todos seriecitos? -pasando a su taquilla con sus manos en los bolsillos.

-¿De qué hablabas con Martín? -le preguntó Max abrupto y de manera sorpresiva para los otros dos chicos.

-Me... - deteniéndose, entendiendo por qué le había preguntado eso último -, me preguntó que por que me fui tan intempestivamente de la fiesta.

-¿Y? -insistió Alfonso al ver que en su risilla ocultaba algo.

-Y me he dicho sí quedamos para ir a por un café. ¿Os lo imagináis? -riendo al imaginarse conversando con Martín sobre nada en un café bar.

-¿Y piensas en ir? -de nuevo ambos chicos lo miraron, parecía ansioso y no parecía tener intenciones de excusar sus preguntas, sólo quería respuestas por parte de Berto.

-¿Qué? ¡Por supuesto que no! -sacando sus cosas.

-Pero sí es muy mono... -animó Emilio, ahora recibiendo la mirada de los otros dos chicos. Estaban en desacuerdo.

-Ya pero, sí, es buen rollo y tal pero... no lo sé -hundió los hombros y sin más respondió -, tal vez es sólo que tengo miedo de que me rompan el corazón -mirando rápidamente a Max apretando sus labios para entender que se refería a él.

-¡Pero sí es que para eso somos jóvenes! -animó Emilio obligándolo a verlo -, a veces el amor es eso: apresurarse, caer y todo eso -tomándolo de las manos -, sí no lo intentas, ¿cómo vas a saber cuando va aparecer el indicado?

-Pues chico, que no lo sé -sentenció más ligero Berto.

-Oye que... -inició Max pero lo detuvo Berto.

-Vamos a clase, que sabes como se las gasta el de Griego.

Ignorándolo por completo, con centrándose en Emilio.

-Cierto, vamos Al. Nos vemos luego hermano.

Berto giró la cabeza sólo un momento y vio que Max se iba maldiciendo hacia el lado contrario.

Mordió sus labios y siguió caminando.

"...

- ¿Te gusta Max, cierto? -preguntó Martín directamente luego de oír las largas que le hacía Berto.

-Martín, yo... lo siento -admitió sin responder a la pregunta.

-Sí... -desviando un poco la mirada. Estaba un poco decepcionado. Realmente le hubiera gustado que Berto fuera su novio o algo más -. Lo presentía, la forma en que lo mirabas ayer, como te sacó a bailar cuando yo iba a hacerlo... Podría ser que tú también le gustas -le guiñó el ojo.

-No, él... él sólo cree que eres un pelele para bailar conmigo... -rió Berto.

-Puede ser -respondió alegre Martín. Madre mía, lo idiota que era Max -. En fin. Tenía que intentarlo -confesó sonriendo.

-¿Por qué yo? -preguntó mucho antes de siquiera pensar en la pregunta.

-Porque sabía que alguien tan lindo como tú me mandaría a hacer puñetas de la forma más dulce -soltado una risa que contagió a Berto.

-Perdona por hacerlo -poniendo su mano sobre los brazos cruzados de Martín, quién seguía sonriendo. Berto le había llamado la atención justo por eso, porque era alguien que merecía la pena que hasta incluso, una ruptura de corazón de su parte era una gran experiencia.

-No lo hagas -cogiéndola de vuelta -, gracias por dejarme acercarme a ti -riendo. Era gracioso. Casi un juego, amable y de lo más cordial en el que todos ganaban algo.

-Bueno -mirando de soslayo a sus amigos -, debo irme.

-Claro. Oye..."

-/-

Volvió a echar una mirada al pasillo. Lo había hecho antes. Claro que antes era más fácil, pasaba de él por completo, ahora estaba ahí parado listo para pillarle. Tenía que encontrar una distracción y pronto.

-¡Max! -escuchó detrás de él -, el profesor de Biología te busca.

Era Martín, que pasó junto a Berto y le hizo una señal para que esperara.

-¿Ahora?

-Ahora -poniendo sus manos detrás.

-Puah -mirando el pasillo - Bueno. Voy.

Martín esperó que Max pasara primero para indicarle que huyera. Berto en su huida se giró para articular un gracias a Martín quién le regresó el gesto con un guiño.

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