Capítulo 3: La falacia del optimismo

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Un olor asqueroso recorría mi nariz como un río de montaña, ese asqueroso olor otra vez estaba presente, fuerte cada vez más, era un olor melancólico, que me hacía recordar a la rabia de aquel que había hecho de mi vida imposible.

Sensación de ahogo. Sentía que me hacía falta la respiración. No podía ver, todo estaba oscuro, parecía que flotaba sin rumbo alguno en un mar de completa oscuridad.

Aún todo seguía oscuro, y luego me acordé de una capacidad que ya hace mucho tiempo había aprendido: Intenté abrir los ojos, pero nada se veía, ni siquiera se sentía el abrir y cerrar de los párpados. Usé mis manos para quitar aquella masa líquida que tapaba mi rostro. Ya podía ver, logré divisar la hermosa luz, la luz del bombillo que se prendía y apagaba con mucha frecuencia, mal funcionando, pero adjunto a un brillo opaco que casi era negro, dificultando mi visión; mis manos paseaban firmes por la regularidad de mi cara, que, sin razón alguna, no sentían nada, pero decidí ignorarlo.

Respiré con todas mis fuerzas, como si hubiese estado debajo del mar por unas cuantas horas y el oxígeno me hacía falta desde hace mucho.

Me quedé un rato viendo la luz mientras me concentraba en respirar, me hacía sentir... ¿Tranquilo? ¿Acaso todo había sido un mal sueño? Suspiré relajándome, porque el susto no había sido normal y todavía estaba algo nervioso, como si hubiese tenido la pesadilla más horrible en el mundo. Después de unos minutos viendo el bombillo, me paré del suelo, pero sin previo aviso, caí.

Traté de levantarme nuevamente colocando mis manos sobre el suelo de la madera, y ahí fue cuando lo noté. Ambas manos aún estaban llenas de tinta. Quedé estupefacto, pues cuando traté de remover la tinta, esta no parecía quitarse, como si por alguna razón estuvieran adheridas a mí como el pegamento, y además, no pude quitar nada porque, por alguna razón, dolía, dolía como si estuviese cortándome con una navaja. ¿Qué significaba esto?, ¿era acaso un nuevo tipo de tinta? Recordé entonces cuando paseaba mis frías manos y no había sentido mi rostro, restándole importancia por la emoción de haber visto luz después de un tiempo. Fue entonces cuando miré a mi cuerpo aterrado... Mi cuerpo viscoso y magro, hecho del veneno que tanto odiaba era... Entendí entonces que ya no tenía el cuerpo con el que fui concebido, sino que ahora estaba hecho completamente de tinta, por obra y desgracia de la máquina y de sus deterioradas tuberías.

Mi mente comenzaba a sollozar, podía sentir el acelerar de mi corazón detenido por un pegajoso pesar, estaba apretado, asustado, con un grito interno que no podía salir, y por supuesto, con miedo, mucho miedo sentía. Estaba intranquilo mientas observaba mis asquerosas manos con mucho despecho y tristeza, y por supuesto, con asombro, moviendo los dedos de mis manos para despegarlos unos de los otros como si mi vida dependiera de ello. Consternado estuve pues, parecía que ahora todo mi cuerpo estaba hecho del repugnante material del que estaba repleto el ambiente: Tinta, tinta y más tinta. Toqué nuevamente mi rostro, mis brazos, mis piernas, solo para ver que no había rastro de la que había sido mi blanca piel. Volvía hacerlo una vez más en un son esperanzador, pero era inútil.

Rápidamente llegué a una conclusión: Estaba hecho ahora de tinta. Me dolía pensar en el hecho de que ahora iba a vivir así, con un cuerpo frágil como el vidrio. No tenía nariz, no tenía orejas, tampoco cabello, labios o siquiera ojos. Mi cara había sido convertida en el líquido únicamente. Tan solo mantuve la forma de una persona pero a diferencia de la misma, hecha con el despreciable colorante, y  podía ser catalogado fácilmente como un monstruo de una película o un libro de ciencia ficción... En un abrir y cerrar de ojos todo había tornado a negro y fui consumido por la acuosidad que le dio inicio a mi eterna maldición; mi vida había sido arruinada, ¿qué pensaría mi familia si me viese así? ¿si acaso podría volver a verla?, ¿podrían siquiera reconocerme? Siendo un malogro de tinta a medio solidificar debería suponer que no. Pero el pesimismo no era crucial en un momento como este, y teniendo en cuenta lo que muchos dicen, ser optimista cuando el caos reina es igual salir de estas muy rápido, ¿no es así? O al menos mantener la calma y así encontrar posibles soluciones... Es lo que siempre me han dicho, por tanto, decidí calmarme, cosa atípica en mí y menos en una situación poco común como la que me encuentro viviendo. Luego de un rato de pensar me convencí de que no era más que una farsa producto de mi desasosiego y que probablemente solo estaba manchado de tinta y no que tenía un nuevo cuerpo hecho del material, porque admitiéndolo, sonaría loco. Tomar un respiro y pensar las cosas debidamente sería lo indicado, y fue lo que hice.

"Hasta el último sonar" || Bendy and the Ink MachineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora