Capítulo 5: El dogma de Bendy

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No había escapatoria. Por todos lados veía la sonrisa, la sonrisa de la maldad. Estaba ahí, mirándome por todos los ángulos posibles. Lo veía a diario, observándome atentamente, siguiéndome con su acartonada mirada a donde fuera. Me vigilaba, quería algo de mí; no lo podía soportar. Estaba ansioso, nervioso, sentía que en cualquier momento me daría un ataque de pánico.

Estaba harto, no podía más. Me encaminé a buscar uno de los tantos recortes, no se me dificultó encontrarlo por ahí, y le quité la cabeza con muchas ganas y sin esfuerzo, con felicidad, me desahogaba, me sentía contento a realizar ese daño a Bendy, al maldito monstruo que hizo que acabase aquí sumido en la oscuridad. Miré la cara del muñeco, su sonrisa... Su maldita sonrisa que me molestaba, me perturbaba. La sonrisa burlona que me recordaba que a pesar de hacerle daño al muñeco, el verdadero Bendy estaba allá afuera riéndose de mis desgracias...

Días atrás me encontré una hacha tirada entre los escombros que tomé para protegerme, la llevaba conmigo a todos lados, era mi única protección. En todo este tiempo no la había usado en algo o alguien, y sentía que era el momento idóneo de hacerlo. Tomé el mango del arma con mucha fuerza y comencé a cortar la maldita sonrisa del muñeco con el filo de la misma, le dejé una abertura en la boca, sentí gran alivio y satisfacción. Suspiré y solté el hacha dejándola en el suelo y sentándome para pensar un poco... Me sentía más tranquilo. Me daba algo de risa ver a Bendy desdentado, y cuando tomé la cabeza para volver a verle, noté que su rostro estaba con algunos rasguños y cortes, además de que la tinta con la que fue hecho había sido corrida y ahora estaba seca. 

El pobre muñeco acababa de ser hecho cuando sucedió la catástrofe, y por alguna razón me sentí mal de haberle hecho daño al muñeco más de lo que ya estaba cuando en realidad culpa suya no había sido

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El pobre muñeco acababa de ser hecho cuando sucedió la catástrofe, y por alguna razón me sentí mal de haberle hecho daño al muñeco más de lo que ya estaba cuando en realidad culpa suya no había sido... ¿Verdad?

—Por fin lo entiendes −oí una extraña voz que acaparó mi atención rápidamente.

Volteé a mirar y fue ahí cuando me horroricé: Era Bendy, el mismísimo demonio bailarín con su típica sonrisa de caricatura traído a la tierra. Era el mismo personaje de la caricatura en la vida real. Esto no podía ser verdad. Estaba enloqueciendo.

—¿Qué?, ¿acaso creías que yo no era un simple muñeco de cartón al que podías torturar? —siguió hablándome. Yo estaba petrificado en el suelo, asustado por su repentina aparición—. ¿No planeas hablar? —volvió a decir el demonio al notar mi silencio.

—¿Q-Qué es lo que quieres...? —le pregunté atemorizado. Estaba impresionado, ¿era esto un sueño?

Bendy se acercó aún más. Podía sentir la oscuridad, la tinta recorrer el sitio, las paredes comenzaron a abarrotar tinta repentinamente.

—Quiero ayudarte, Sammy —dijo con su característica sonrisa—. Te sacaré a ti y a todos tus amigos de aquí, sólo si... —Y calló por un momento, un minuto de silencio; minuto en el que me dio a entender todo—, ...así que te pido que me ayudes, es por ello que te doy el trabajo más importante: Limpia mi nombre, y ayúdame a salvarte a ti y a todos los demás. Créeme, este infierno es pasajero, el estudio no es más que el lugar en donde tú y todos los empleados purificarán su alma después de haber obedecido a Joey Drew.

"Hasta el último sonar" || Bendy and the Ink MachineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora