Había ordenado todo como pude, traté de limpiar la tinta que escurría en las paredes y suelo, y también ordenar las cosas como me fuere posible, inclusive cerré la entrada al pasillo que conectaba a mi oficina, a la enfermería y a la sala donde estaba el armónico y viejo órgano, ya que todo en esa zona estaba repleto de tinta y no se podía hacer mucho ahí, para ello, tuve que desactivar la energía del lugar. Todo esto era una distracción para que pudiera dejar de pensar en ello, en aquellas dolorosas palabras... Ya cuando me desocupé, tan sólo caminaba por los alrededores del departamento de música, habían pasado días desde mi repentino encuentro con aquella mujer ángel-demonio en la entrada de la juguetería, y no podía sacarme de la cabeza sus viles palabras, sigo sin entender qué quiso decir cuando había algo malo en mí, algo que yo no podía entender, ¿ignorancia? No. Seguía caminando en círculos, buscando una respuesta a sus argumentos... Hasta que, sin haberme dado cuenta, llegué al viejo y abandonado, estudio de música, era ahí donde solíamos componer las canciones para la caricatura. Habían sillas con instrumentos abandonados y empolvados, esperando al día en que sus dueños volvieran por ellos... Una lástima.
—¡Y una vez más antes de irnos! —oí una voz exclamando tales palabras.
Me puse nervioso, ¿quién había dicho eso? Miré por todos lados, pero yo era el único ahí, yo era el único refugiado en esta zona, no podía haber alguien más aparte de mí. Traté restarle importancia, pero simplemente no pude, porque fue ahí que entonces logré divisar la aparición de... ¿Personas?, eran personas sentadas en aquellas viejas sillas con instrumentos, cada una con sus respectivo instrumento y tocándolo de manera placentera, todos enfrente de un hombre que era quien llevaba el interludio, era el director de la orquesta quien movía la batuta eufórico, guiándolos a todos.
—¡Sigan, que le hacen bien! —volvió a exclamar el hombre esbelto... Sus facilidad para el control del interludio era de mi admiración.
Me acerqué a verle, era un hombre un tanto alto, de buena figura, estaba rígido, usaba una camisa roja con unos pantalones grises y unos tirantes... Se me hacía muy familiar, pero, por alguna razón no podía ver su rostro... Su voz también me era familiar... Era... Una voz particular la que dictaba las órdenes y los cumplidos.
Todos los demás tocaban melodiosamente, era una maravilla el sonido que provenía de estas personas, podía ver el cuerpo de cada uno sosteniendo y utilizando los instrumentos de forma armónica y cuidadosa, como si el instrumento parte de ellos, mas no podía verles el rostro... Era borroso, a ninguno podía mirarles. Me quedé a verlo todo, pero ellos no me veían, incluso caminaba entre ellos sin que nadie notase mi presencia, como sino existiera, pude notar que las partituras que tenían todos era de una canción llamada "El lado más claro del infierno", ellos tocaban plácidamente, era de mi deleite dicha composición.
Luego de un rato, cuando la canción terminó, vi como cada uno de levantaba de los puestos dejando los instrumentos en la misma posición en la que los encontré.
—¡Bien hecho, Sam! —oía decirle a uno de los que tocaron un instrumento al compositor...
¿Qué significaba eso...?, ¿significaba que el ángel tenía razón de mí? Todos ellos eran mis amigos y compañeros, yo era quien llevaba la batuta en mano guiándoles. Finalmente lo entendía... Yo había olvidado el rostro de mis amigos y compañeros, inclusivamente había olvidado mi propio rostro, tan sólo podía recordar mi propia voz porque sigo teniendo la misma... Me sentía devastado, sentí cómo esas visiones desaparecían igual de repentino como su aparición, pero ahora no me sorprendió...
Después de todo, aquella mujer, aquél ángel de luto tenía toda la razón, había olvidado cosas tan básicas como mi nombre y apellido, que actualmente me cuesta mucho recordar. He olvidado a mis amigos y a mí mismo, ¿cómo sé que no he olvidado mi forma de ser...? Ahora siento que este no soy yo en realidad, y que ahora he cambiado mucho. Me dolía recordar, porque cuando recordaba, sentía las cosas importantes que olvidé sin razón... Yo era el problema de olvidar, no podía seguir olvidando las cosas... Lastimosamente ya no podía hacer nada al respecto, las cosas estaban así y ya era muy tarde para arreglarlas, el ángel no estaba totalmente equivocado, aprendí a olvidar y no a perdonarme a mí mismo.
Había pasado bastante tiempo desde que no entraba a este sitio del departamento de música, que hasta había olvidado cómo era el lugar en donde componíamos mis compañeros y yo a diario, ni siquiera recordaba los abandonados instrumentos que aclamaban a mí para que los tocase, estaban empolvados, abandonados aquí como yo.
Quería volver a recordar, ya era hora de dejar de olvidar, sé bien lo que Bendy quiere de mí: Debo dejar de ser un ignorante, debo dejar de olvidar y de empezar a recordar mi vida pasada para así corregir mis errores. Es momento de empezar a recorrer este viejo y olvidado sitio, un viaje al baúl de los recuerdos.
Proseguí con mi trabajo inicial, comencé quitando la tinta del suelo, me encontré ahora con un set de grabación, para una sola persona. Había un vidrio, que me apartaba de poder entrar, ¿qué había más allá de la puerta? Era extraño, porque realmente no recordaba absolutamente nada de la existencia de este lugarcillo, volteé a seguir con mi trabajo, pero fue ahí cuando me encontré con un reproductor de cassette. Lo tomé y vi el nombre de una tal "Susie Campbell" grabado en él. Lo reproduje.
—Tal vez sea mi segundo mes trabajando para Joey Drew, ¡pero ya puedo decir que amaré este sitio! —exclamó con grandes ánimos la chica—. Todos dicen que les gusta mi voz para Alice Angel. Sammy dice que ella llegaría a ser tan famosa como Bendy algún día.
Susie mencionó mi nombre, ¿ella me conocía...? Me parecía una mentirosa: Dijo que yo le dije que Alice Angel sería igual de famosa que Bendy... ¡Pero Alice es malvada!, ella es mala y no busca el bien. Bendy busca hacer el bien, nunca le hablaría bien a alguien de Alice Angel, y mucho menos con la experiencia que tuve cerca de ella hace poco. Apagué el cassette y lo dejé en su sitio, sentándome a lado de el y suspirando. Si la tal Susie había hecho su propia grabación de voz, ¿eso significaría que yo también lo habría hecho? La quería encontrar, si registraba más a fondo el lugar, podría encontrarlo y saber cómo era antes.
La canción que Sammy escuchó en su alucinación se llama "The Lighter Side of Hell", que al español vendría siendo "El lugar más claro del infierno". Esta canción fue la última que Sammy y los integrantes del departamento de música compusieron para un episodio del show de Bendy que nunca llegó al estreno, todo antes de que pasaran los problemas que se han ido retratando en el libro, es por ello que la partitura sigue estando ahí, al igual que los instrumentos. La canción nunca llegó a la luz. Dicha canción puede ser encontrada en Bendy and the Ink Machine: Chapter 2 en varias partituras, aquí una interpretación de lo que Sammy escuchó:
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"Hasta el último sonar" || Bendy and the Ink Machine
FanfictionTodo es aciago, infausto y tenebroso en Joey Drew Studios, gracias a la adversidad ocurrida muchos años atrás. Esta desgracia arrastró consigo a todos los empleados que dieron vida al show de caricaturas que próximamente los llevaría al eterno torm...