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Jungkook acomodaba su pantalón negro y su sudadera del mismo color, listo para su flamante cita con Seokjin. Por suerte, hacia mala noche, y la gente estaría refugiada en la seguridad del hogar.

El menor había pensado en llevar a su hermoso chico a pasear por la orilla del río, esperando poder compartir un momento romántico con él. Esperaba que los nervios no le traicionaran. Escuchó la puerta del baño abrirse y se volteó hacia ahí, viendo a su hermoso amante aparecer por la puerta. Este llevaba su cabello castaño bien acomodado bajo una gorra negra, que combinaba con las zapatillas de deporte que llevaba del mismo color. Una sudadera rosa colgaba de sus hombros y llegaba hasta medio muslo de sus jeans rasgados. Así, tal y como vestía, se veía hermoso. Era hermoso, por la mierda.

Qué bien se tuvo que portar en la otra vida para recibir tal regalo en esta.

Seokjin rió al ver como su menor seguía embobado con él. En otras circunstancias, estaría sonrojado y avergonzado, pero visto lo visto, era algo muy habitual en Jungkook. Y las mejillas de Jin se acostumbraron a no sonrojarse por eso.

Con una amplia sonrisa aún adornando su rostro, le tendió la mano.

-¿Estás listo, conejito?

Jungkook reaccionó a tiempo para tomar su mano y jalar de su cuerpo hacia el propio, besándole de forma profunda mientras tanto. Seokjin, muy lejos de quejarse, soltó una suave carcajada y se pegó más a su cuerpo. Los suspiros que salieron de ambos fue la señal justa para separarse poco a poco.

- Ahora sí... -Murmuró con una sonrisa traviesa Jungkook, separándose lo justo para empezar a caminar, sin soltarle.

Salieron de la habitación que compartían con la esperanza de no encontrarse a ninguno de sus compañeros. Por suerte, así fue. El pasillo a la puerta estaba oscuro y limpio para la huida que se tenían preparada. Con un dulce apretón, empezaron a caminar rápidamente hacia ahí, abriendo la puerta principal y cerrando al instante. Soltaron un suspiro de alivio al no escuchar ruido a través de la puerta y se soltaron para empezar a caminar uno junto al otro.

Ellos, a diferencia de Hoseok y Yoongi, no necesitaban tanto el roce y los gestos. Simplemente la charla, las miradas y el silencio era suficiente para la pareja.

Jungkook miró a su alrededor, viendo las calles oscuras. Hacía frío, pero no demasiado. El cielo se presentaba con nubes grandes que tal vez provocarían lluvia. Aunque para él todo eso estaba bien. Le gustaba la lluvia y le gustaba andar bajo ella. Dirigió luego su mirada a Seokjin, quien miraba fascinado las calles de l popular ciudad de Seúl, llenas de luces y movimiento. Habían llegado a una de las arterias principales de la ciudad. Jungkook dudó de seguir por una de esas calles, temeroso de ser pillado por algún paparazzi. Pero al ver la cara de felicidad de Seokjin, sus dudas se fueron al diablo. ¿Cuánto haría que el mayor no paseaba de noche por la gran capital? Aquella pregunta enterró cualquier duda de su cabeza.

Siguieron caminando en un silencio cómodo, en el que solo las miradas bastaban para sentirse cómodos. La gente, al parecer, no se habían percatado de ellos aún. Y lo agradecían. En apenas unos minutos, salieron de la calle principal para bajar por unas escaleras en dirección al gran río Han, divisor de la ciudad de Seúl en dos. Ahí, el silencio era aplastante, siendo interrumpido únicamente por algunos grillos y el caudal del río.

Sus manos, confiadas por la oscuridad y la poca gente, se buscaron y se entrelazaron. Jungkook sintió un escalofrío recorrer su espalda ante ese gesto inconsciente, mas no se apartó. De hecho, comprendió un poco más a Hoseok. Era una sensación maravillosa.

Siguieron caminando siguiendo el curso del río. Ahora habían acortado de nuevo distancia y sus brazos se rozaban suavemente. Jungkook, nervioso, quiso ir más allá. Soltó su mano y colocó su brazo en su cintura de forma cariñosa, sintiendo a Seokjin tensarse apenas unos segundos. Pero, en vez de apartarle, decidió colocar también su brazo sobre sus hombros y atraerlo más a su cuerpo.

Sus corazones latieron fuertemente ante esa sensación de lujuria y adrenalina. Cualquiera podría reconocerlos, pero el amor y la necesidad de ser una pareja más les había ganado la dichosa partida, y ahora ya no había vuelta atrás. Aunque tampoco se arrepentian de sus actos.

Jungkook miró al mayor, sonrojándose al darse cuenta que el otro también le miraba. Y en ese momento, sus labios se atrayeron como imanes y se juntaron suavemente, en un suave y dulce beso. Uno lento, sin prisas. Cargado de sentimientos de excitación y amor. Un beso que cualquier otra pareja del mundo tendría permitido dar.

Un beso mientras paseaban bajo la fría noche de Seúl, con la luna llena y las estrellas como testigos del amor del momento, abrazados. Amándose.

Sí, sin duda cualquier pareja del mundo tendría permitido eso.

Cualquiera, menos Seokjin y Jungkook.

Ma raison est toi    | JinKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora