Capítulo 6

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Victor y Cecil irrumpieron en la casa de Don Falcone cayendo en la amplia alfombra. El calvo maldijo por lo bajo mientras se levantaba, por otro lado, su compañera se quedaba tirada en el suelo con los ojos cerrados y la respiración agitada.

—¿¡Qué demonios fue eso?! —exclamó Victor mirando a la rubia.

—¡Créeme que a mí también me encantaría saberlo! —Exclamó Cecil entreabriendo los ojos—. ¡No sabía que esos malditos iban a aparecer!

Victor suspiró frustrado y empezó a caminar alrededor de la rubia sentada.

—¡Necesito que me digas de una vez por todas quienes son ellos! —exclamó Victor señalando a la rubia.

—¡Ya te dije que lo googlearas o algo! —respondió Cecil levantándose.

Victor le dio una patada a uno de los asientos y miró a Cecil.

—¡¿En serio no piensas cooperar?! —gritó y Cecil frunció el ceño.

—¡¿Yo?! —Gritó la rubia cruzando los brazos—. ¡Tenías a la chica pulpo frente a ti y no le disparaste!

—¡¿Y qué hay de ti?! —Gritó Victor—. ¡¿No se supone que eres la chica más veloz?!

—¡No fui yo la que se quedó embobado mirando a la pulpo! —gritó Cecil notando como su compañero se enfurecía más.

—¡Y no fui yo el que se quedó mirando al inglés como una colegiala enamorada! —gritó el calvo.

En un rápido movimiento, ambos se encontraban con sus armas en mano apuntando a la cabeza del contrario con el ceño fruncido. Desde su sitio, Cecil podía notar como su compañero se encontraba completamente tenso dispuesto a disparar si hacía falta.

Tras lo que les pareció una eternidad, ambos bajaron las armas de golpe sin romper el contacto visual.

—Creo que ambos necesitamos un tiempo para pensar —habló Victor.

—Bien —respondió Cecil dándose la vuelta—. Nos veremos después, entonces.

Y tras una última mirada, Victor salió de la mansión dispuesto a tomarse un trago para relajarse.

En medio del bosque caminando sobre la tierra húmeda y entre árboles, Ana se adelantó entre todos sus compañeros para acercarse a paso rápido a Rip, que intentó desviar su mirada de la de ella al saber lo que sucedería. No logró alejarse de ella cuando Ana tomó su brazo obligándolo a detenerse y dejar que el oficial Gordon fuese guiado por otros miembros del grupo.

—Mira, sé lo que dirás —empezó él antes que Ana pudiese decir una palabra, pero solo recibió un ligero golpe en el hombro y la miró mal.

— ¿Estás demente? —preguntó ella con cara molesta—. Desde que empezamos este viajecito en una nave del tiempo fuiste el primero en decirnos que no hagamos tonterías, y ahora vienes y dejas que un oficial de policía conozca la maldita nave y sepa lo que somos —Ana se sentía impotente y furiosa, y el ver a Rip ignorándola y seguir caminando fue la gota que derramó el vaso—. ¡No me des la maldita espalda Hunter, estoy hablando en serio!

Aquel grito se escuchó a varios metros de distancia e hizo que el equipo ya adelantado mirara detrás de ellos incluido James que sin soltar el mango de su arma en ningún momento aún sentía desconfianza, y se seguía preguntando a su mismo porque había aceptado seguir a extraños en medio del bosque.

—Pulpo se enojó —habló Mick, tomando un trago de una cerveza que nadie sabía cómo consiguió.

Finalmente llegaron a la nave, James no sabía cómo reaccionar ante la real nave del tiempo en la que se encontraba, daba vueltas sobre su propio eje y caminaba lentamente por todo el lugar mientras varias cosas principales le eran explicadas por varios miembros del equipo. Volviendo con Ana, ella se encontraba en la cocina llegando detrás de Rip que comenzaba a hartarse.

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