Capítulo 3

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-¡¿Qué narices?!-soltó Byron.

Alargue mi brazo y la lechuza se posó en él. Todos me miraban con cara interrogativa... Sin pensármelo dos veces eché a correr hacia el bosque, la lechuza emprendió el vuelo siguiéndome,  escuchaba las voces de mis amigas cómo gritaban mi nombre intentando que volviese. A medida que me alejaba las voces se fueron apagando.
La lechuza me adelantó y algo en mi interior me dijo que la siguiera. Eso hice.
De pronto choqué con algo y caí al suelo, al abrir los ojos vi que no había chocado con algo, si no con alguien...

-¡Perdón!- se disculpó tendiéndome la mano para ayudarme a levantarme. La acepté.  Me sonrió y no se por que note un como un rubor se instalaba en mis mejillas.
El individuo tenía el pelo negro azabache, unos ojos oscuros como la noche, a juego con su pelo y con una sonrisa que hacía que no te fijaras en otra cosa que no fueran esos gruesos labios, de esas sonrisas que enamoran. Pero a mi no, qué pena. Su cuerpo parecía muy bien trabajado.

-¡Lo siento, no te vi!-me disculpé tambien.

-¿Nunca te han dicho que no se puede correr por el bosque con los ojos llenos de agua preciosa? -dijo mientras quitaba una lágrima que se me escapó con su pulgar.

-Em si. Digo no... Solo que... Es solo que... Olvídalo... -bajé la mirada al suelo y me dispuse a irme. -Adiós fue un gusto, em... -dije para que acabe él la frase con su nombre.

-Ethan, Ethan Trainor. Y tu, belleza, ¿Como te llamas?-esto ya me estaba poniendo nerviosa, primero preciosa y ahora belleza. Ignoré ese comentario.

-Amira -dije seca.

-Jefe, las huellas nos llevan directamente hasta el lago- se escuchó una voz que provenía de los árboles y de ahí salió otro chico mas joven que Ethan, pelo rubio, ojos verdes y cuerpo también muy trabajado. Aunque la mirada de este nuevo chico era mucho mas dulce que la de mi reciente conocido.
Entonces desvió la mirada de Ethan hacia mí y se quedó mirándome fijamente y le sostuve la mirada.
-Seguirlos, iros adelantando, ahora voy yo- dijo con voz muy grave. -Bueno bonita nos vemos.- me guiñó un ojo, depositó un beso en mi mejilla y se fue dejándome ahí estática y anonadada por la situación tan extraña que acababa de suceder.

Comencé a mirar hacia todos los lados. Vegetación, árboles, rocas, más árboles, más rocas, más vegetación... ¡Mierda! No sé dónde estoy. Creo vine por... Mmm...¡Ahí! Señalé a mi izquierda.¡No, por ahi!, señalé a mi derecha ¡Ay dios...!

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