Capítulo I

16 1 2
                                    

Desperté hace algunos minutos.

El ruido de mi hermana al despertarse interrumpió mis sueños. Ella tiene la costumbre de mover todo sin ningún respeto por quien esté dormido solo para irse a trabajar; ahora imagina cuando regresa de copas.

Me levanto justo en el momento donde escucho que cierra la puerta con llave.

Saco del armario un conjunto bello de Bershka y escucho que mi celular recibe un mensaje.

"Señorita Ferrara, soy el sr. Clinton. Ocupo que pase a recoger las llaves a su nuevo hogar hoy a las 8:30am. ¡Felicidades!"

Días antes quedé con el Thomas Clinton, un agente bienes raíces que mi padre me contrató para poder encontrar un buen hogar en Los Ángeles, pues en donde vivía era una pequeña vecindad. Adjunto que fueron mis inicios como Médico General en el Bronx.

El lugar es hermoso. Pequeño, detallado para mí y dos visitas más —podría ser mi madre, hermana o quien me visite. 

Tocan el timbre, bajo sosteniendo mi celular y camino hacía la puerta, puedo ver detrás del cristal que es Brad, el novio de mi hermana.

—Buenos días, ¿qué se te ofrece?—abro la puerta y me recargo en ella.

—¿Ya se fue Aura?—pregunta mientras mira detrás de mí.

—Hace como media hora.—sonreí enredando mi cabello en el dedo.

—¿Acaso no tienes frío?—mira mis piernas.—Estamos a menos 1 grado afuera.

—Aquí adentro, no. La calefacción es una maravilla. —cruzo mis brazos.— Te diría que contrates uno pero con tu sueldo, dudo mucho que puedas pagarlo.

—¿Y cuál es tu sueldo?—me sonrió un poco pedante.

—Mucho más que el tuyo, sí. ¿Te molesto? debo ir a alistarme.


No dijo ni adiós cuando se dio la vuelta y corrió a su auto. Cerré la puerta y subí a ponerme aquel atuendo que hace unos 20 minutos había escogido.

Pantalón skinny color negro, camisa tejida color rojo con un abrigo peluche negro, tenis adidas color blanco y mis guantes fueron el outfit perfecto para esta nevada. 

**

—Por fin nos dieron las escrituras de su hogar, señorita. 

Fueron las primeras palabras del señor Clinton al verme, le sonreí sosteniendo mis llaves.

—Agradezco mucho su tiempo.—suspiro—Tengo que ir a hacer compras hoy mismo.

—Así es ¿O piensa dormir en el suelo?—me sentí un poco tonta.

—¡Claro que no!—suelto una carcajada.

Despido al señor Clinton con agradecimiento, no sin antes firmar mis papeles y los de él. Se aleja con una sonrisa, sube a su auto y toma marcha a su destino.

—¡Hola! ¡Buenos días!

Justo cuando esperaba entrar a mi hogar, escucho la voz de un hombre detrás mío. No es la voz del señor que se acaba de ir, giro un poco confundida y se va acercando a mí un hombre más o menos de mi edad pero más alto.

—¿En qué puedo ayudarte?—me recargo en mi pared.

—Soy tu vecino, Hunter. ¿Y tú?—estira su mano hacia mí.

—Aurora.— respondí estrechando mi mano con la de él.

—Así que tu fuiste quien se atrevió a comprar la pequeña mansión embrujada.

AURORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora