Capítulo VI

8 0 0
                                    

Retomo la narración como Aurora Ferrara.

**

Tengo de 10 a 15 minutos apretando este volante, pensando en como tocar aquel timbre de la casa de mi hermana, Aura. No encuentro la manera exacta de disculparme, mis palabras fueron duras pero necesito hablar con ella. Veo el auto de Brad estacionado en la cochera; un bentley flying de color plata.

Bueno, algún día tendré que hacerlo y será hoy. Bajo del auto, coloco mi chamarra rompe vientos color azul con líneas amarillas NIKE, coloco una bufanda color perla peluda sobre mi cuello y mi gorro azul cielo. Cierro colocando la alarma; mis dedos están pálidos como un fantasma, mis huesos duelen como si hubiesen clavado un par de agujas —Jamás olvides llevar guantes ante estas temperaturas.

—Buenos días, señorita Aurora.— Se acerca la ama de llaves.— ¿Qué la trae por acá?

—Primero déjame entrar, que muero de frío.— Adjunto mientras tallo con fuerza mis manos intentando darme calor.

—Una disculpa, señorita.— Carlota me mira con seriedad.— Tengo ordenes de la señorita Aura de que no entre usted, ni su hermano.

—¡Caray, Carlota!— Exclamo con asombro — ¡Que me estoy congelando!

—Disculpe, con permiso.

Carlota se retira del jardín, me quedé fríamente parada sobre aquel pasto verdoso. Sin embargo, Aura  me mira tras el cristal de aquella puerta de dos metros de la entrada... puedo ver su silueta rubia recargada sobre ella. Me acerco un poco más rápido, intentando nuevamente darle calor a mis piernas para que pudiesen moverse.

—¡Se que me estás viendo! ¡No seas maldita y abre! ¡Que me puedo fracturar un dedo en este instante!— Grito tocando aquel cristal con rapidez.— ¡No seas perra! ¡Necesito que me ayudes! ¡Vamos, Aura!— Insisto.— ¡Estamos a 4°!


La puerta se abre, Aura asoma su cabeza.

—¿Qué necesitas?— Interroga mirándome con seriedad.

—¡No me jodas! ¡¿Cómo puedes traer ese vestido con este frío?!— Cuestiono con asombro.—¡A perdón! ¡No olvido que eres rica!
—Déjate de tonterías, Aurora. ¿Qué se te ofrece? Tengo que despachar a Brad en breve a su trabajo.— Mira su reloj de mano.

—Anda, perra.— Suspiro— Déjame pasar.

—Te aprovechas.— Suspira, me mira y abre más su puerta indicando que entre.— Vale, pero espera en el estudio por favor.

Entro a paso veloz a su casa. Camino al estudio empujando aquella puerta de vidrio y madera de pino. La calefacción hacia que en este hogar estuviese refugiado el sol, sin mentir. Me quito la bufanda y gorro colgándole en su lugar, dejo mi chamarra para que me calentara un poco más. 

Por lo visto Aura ha echo unos excelentes retoques. El librero mide dos metros de altura por tres de ancho, cada rincón de este tiene un libro diferente dividido en secciones por ABC. En la esquina de la habitación, encuentras una pequeña chimenea apagada seguido de unas mesas con algunas flores de plástico en sus jarrones finos y plateados incluimos un par de fotografías familiares.

**

No hace diez minutos que llegué pude apreciar aquella cafetera llena, con líquido caliente y seguro, delicioso. Me levanto, tomo una taza de la barra y echo un poco de café para acompañarlo con capuccino y un par de galletas que están en un tazón.

—Disculpa la demora, ¿qué quieres?— Aura entra al estudio, se sienta detrás del escritorio que se encuentra cerca de la entrada.

—Ya vives con Brad, pícara.— Bromeo dando vueltas al café con aquel palillo en forma de popote, me siento frente a ella.

—No lo menciones.— Gira los ojos un poco molesta.

—Haz tenido tiempo para ti.— Sonrío— Te hiciste luces, manicura y pedicura ¿no? además te ves muy bien con ese facial.

—Gracias.— Sonríe acomodando su melena.— Te ves más demacrada, tus manos lucen espantosas como de anciana y tus ojos unas ojeras enormes.

—¡¿En serio?!— Toco mi cara con asombro. 

—No hay nada que no puedas pagar para que te arreglen. ¡Pero ya! Dime a que has venido, qué quieres.

—Sabes que ya mañana mi madre llevará al padre a casa. ¿no?— Suspiro. 

—Ajá.
—Tengo dos días teniendo el mismo sueño de hace 10 años.— Abandono el café sobre el escritorio.— Esa persona, ese hombre caminando hacia mí.Sus ojos penetrantes, su cuerpo musculoso...

—¿Un sueño erótico?— Aura bromea con ojos de búho.

—¡No!— Solté una carcajada.— El diablo.
—Te he dicho que no prestes atención.— Añade.— Sabemos bien que el diablo es un ser maligno, que no mas quiere hacerte daño. Como dijo Ramseí en Italia, debes unirte más al cristianismo y aceptar la palabra de Dios en tu corazón.

—Ramseí murió después de mi sesión, Aura.— Suspiro— Además sabes que no creo en la iglesia; están llenos de mentiras y robando dinero a la gente.

—Sufría del corazón ¿recuerdas?— Traga saliva, toma mis manos.— Seas lo más tonta del mundo jamás dejaré que te pase nada, ¿entiendes? No te claves en eso, es como las veces que has predicho los accidentes o catástrofes...— Interrumpo.

—Termina en pura coincidencia, ¿entiendes? Sé que hay algo en mí, Hunter me dijo algo ayer que me tiene con los pelos del pubis erizos. 

—Querida, es muy rápido para que te lo folles.— Aura tapa su boca con timidez.

—No, tarada.— Solté una carcajada.— Dijo algo como que él ya me conoce o nos conocemos, la verdad no entendí. Trata de evadir mi presencia cuando me ve, incluso su madre falleció y quise platicar a solas pero nuevamente me negó.

—Dale tiempo, nena. A lo que sé sus padres ya murieron y no es fácil asimilar una pérdida menos si estás ofreciéndote a él cada que puedas.

—¡Ya!— Exclamo.— Lo que me referí fue que Hunter sabe algo que no me quiere decir, pero ¿qué?

—Que estás bien buena, nenorra.— Me guiña el ojo— Hunter apenas te conoce, no tiene mucho que saber de ti y el único fue Ramseí pero ya falleció. — Se levanta con asombro.— ¿Recuerdas a Nicolá Coppola? El pequeñín, tendría como 8-9 años en aquel entonces.

—¿Qué hay con ese niñito?— Adjunto con confusión.— Era creo el acompañante de Ramseí.

—Si, maldita. El chico este debe saber algo. Sé que es un niño en aquel entonces pero algo debió decirle Ramseí cuando nos fuimos, este chiquillo decía ver algo en ti que nadie podía pero solo le dijo al padre.

—¿Soy guapa?— Le guiño el ojo.

—Debes viajar a Milán ahora en diciembre.— Murmura— Ahí iremos  a Casteluccio a buscar a Nicolá. Y ya déjate de tonterías con Hunter, es sólo un chico más, quizá le gustes y quiera cogerte. 

—Bien, iré a Italia.— Susurro, le miro a los ojos.— Además, sé que él sabe algo y te juro que me tendrá que decir. 

Continuará... 

AURORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora