Capítulo II

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Anoche antes de dormir recibí un correo donde me citaron a las 08:00 de la mañana en el Kindred Hospital South Florida para charlar con recursos humanos.

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Despierto con la alarma a las 06:45am, el olor del desayuno me hizo temblar de hambre.

Salgo de la habitación temblando de frío, pues aún no he arreglado lo de la calefacción. Choco con mi hermano quien está enrollado en un cobijón.

 —¡Está horrible el frío!—dice entre dientes—Creo que estaría mejor en casa de Aura o en un hotel.
 —Las puertas están abiertas cuando quieras irte.—le guiño el ojo.

Pablo hace una mueca de disgusto y entra al baño. Bajo por las escaleras para toparme con mi padre viendo televisión en la sala y mi madre en la cocina.

 —¿Gusta ayuda, madre?—pregunto dando un beso sobre su mentón.
—No, cariño.—responde sonriente.—Te he servido, ya iba a levantarte.

En la mesa está un plato con tiras de tocino, dos huevos cocidos con una ensalada de lechuga.

  —¿Ustedes ya comieron?—me siento y me sirvo un poco de jugo de toronja.
—Si.—suspira.
—¿Qué le sucede madre?—pregunto un poco confundida a su suspiro, tomo el tenedor y tomo el tocino.

—El vuelo se canceló, creo hubo un problema en Estocolmo, Suecia. La temperatura está muy frío y está próximo a nevar.—suspira.
—Mire madre, ustedes pueden quedarse el tiempo que quieran.—sonrío.

—Gracias, quedaron de avisarnos cuando sale el avión.—le cambia un poco el rostro.—Quería que me acompañen ustedes a una iglesia para dar las gracias y quizá puedan bendecir tu hogar.—Guau.—suspiro y abandono el tenedor, limpio mi boca con una toalla.—Usted sabe lo que pienso acerca de eso.

—Pienso que como abandonaste tu hogar, aquí sería buena idea reiniciar con tu vida.—mantiene su postura religiosa y de madre.—Haznos feliz a tu padre y a mí.

—¿No habrá otra manera? —le miro de frente.—Si quieren les invito a cenar, o voy en vísperas de navidad a Milán.

—De que irás, irás.—sonríe.—Aura ya tiene los boletos de ambas, vuelo redondo. 

Odio cuando Aura no me dice nada, sabe que no me gusta estar allá.

  —No quisiera visitar el psiquiatra de nuevo.
  —Atravesaste una etapa difícil, querida.—me toma la mano. 

La verdad no fue eso. Vivir en mi hogar  -Milán.- me volvió deprimente. No hubo noche donde no soñara en aquel lugar oscuro que me hacía sentir agitada, como si corriera kilómetros de ida y vuelta. Veía aquel rostro angelical pero que me hacía sentir segura, me tomaba de la mano y luchaba porque yo estuviera con él... pero había algo que me hacía quedarme en ese lugar tétrico y asqueroso, repugnante diría yo.

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Tomo las llaves de mi auto, subo y lo enciendo para tomar rumbo hacia el lugar destinado.

Un maquillaje natural—excepto el labial rojo escándalo—pantalón de vestir negro, zapatillas cerradas guinda con camisa manga larga guinda y blazer tercio pelo negro. Me acompaña mi bolso y gafas Dolce.

Voy tranquila manejando cuando una mujer comienza a sonar la bocina repetidas veces detrás de mi haciendo que me muera de coraje. "¡¡Que lento manejas, idiota!!" me grita por la ventana y pasa remarcando las llantas sobre el pavimento.

"Ojalá te mueras, perra." repliqué para mi misma viendo como el auto se aleja; de pronto por pasarse el rojo un tráiler la enviste con tanta fuerza que termina estampando el auto contra una pared de concreto. La verdad no le dio ni chance de salir, pues quedó prensada contra los fierros. Lamentablemente para ella, el tráiler que la envistió era de DIESEL, el hombre saltó de la cabina y huyó para luego el auto explotar de una forma agresiva —el vidrio de mi auto tembló y la alarma de los carros estacionados se comenzaron a escuchar.

AURORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora