—¿Qué demonios pasa aquí? —Armando Pasquarelli entró vociferando en la pequeña biblioteca, decorada a la perfección, y procedió a intimidar a Karol...
Con aparente tranquilidad ésta cerró el talonario de tapas de cuero. El temperamento arrogante y bombástico de Armando tenía la virtud de alterar siempre su estado de ánimo, pero hacía años que había aprendido a disimularlo. Armando era el tipo de hombre que se crecía en las debilidades ajenas, y Karol disponía del suficiente sentido común para no mostrar las suyas más de lo necesario.
—Te he llamado —dijo ella, mirándole—, pero ya habías salido.
—Me ha llamado Sam en plena maldita noche —dijo Armando bruscamente, incluso de peor humor que de costumbre—, para contarme no sé qué ridícula historia sobre la reaparición de Ruggero. ¿Dónde está?
—No le he visto desde esta mañana. He estado aquí trabajando.
—Debe haberle pillado una tormenta de nieve de camino a casa. Yo he tardado una eternidad en llegar. Así pues, ¿qué opinas?Armando no era un hombre que se interesara normalmente por la opinión de otros, en especial por la suya.
—¿Qué opino de qué?
—¡No seas obtusa! ¿Qué opinas del hijo pródigo? ¿Es él realmente?
—¿Y quién iba a ser si no? —dijo Karol con precaución.
—Un impostor. Todos supusimos que Ruggero estaba muerto, que había muerto hacía años. Hay mucho dinero en juego; cualquiera podría intentar quedárselo. ¿Le has hecho alguna pregunta? ¿Le has pedido alguna prueba?
—No me considero la más adecuada para hacerlo. Tía Sam le cree, y está más feliz de lo que ha estado en años. No voy a ser yo quien le diga ahora que se trata de un impostor.
—Pero piensas que lo es —afirmó Armando con astucia.Karol le miró. Armando, de casi setenta años, era un hombre atractivo, claro que los Pasquarelli no habían sido bendecidos única mente con un tremendo encanto físico sino además con dinero. Era un soltero de oro más preocupado por su apariencia y sus posesiones que por cualquier otra cosa. Iba vestido, cómo no, con un traje gris de Armani y a pesar de ser ya un poco mayor para llevarlo, su aspecto se guía siendo elegante e intachable.
Nunca había sido un hombre que fomentara la intimidad y ella no estaba de humor para confiarle sus dudas.
—No lo sé —respondió Karol mintiendo. Armando sacudió la cabeza.
—Tendré que ver al chico, hacerle un par de preguntas capciosas...
—Ya no es un chico.Armando encogió sus hombros estrechos y pulcros.
—¿Dónde está? ¿Dónde puedo encontrar a la oveja negra?
—Probablemente estará con Sam. Ha ido a su habitación después de desayunar.
—¡Qué escena tan bucólica! Sam es una mujer inteligente. Detectará con facilidad a un impostor. La verdad no tardará mucho en salir a la luz.
—No —repitió Karol—, no tardará. —Pero algo le decía que no iba a ser tan sencillo.—Bueno —dijo Armando, cada vez más impaciente—, ¿vienes con migo?
El día se iba volviendo más y más raro. Armando normalmente la trataba a caballo entre alguien con quien no se llevara bien y una criada de cierto rango, lo que de hecho describía bastante bien su posición en la familia Weasley. En el pasado no había requerido nunca su opinión o su compañía, había aceptado su presencia sin más. Ella se levantó.
—Si quieres, sí.
—Conocías a Ruggero tan bien como cualquiera. Por así decirlo, creciste con él. Tal vez adviertas algo sospechoso en su historia.La idea no resultaba muy tentadora. El hombre que estaba con tía Sam era un mentiroso y un farsante, sin embargo Karol no tenía precisamente ganas de ser portadora de malas noticias. La tarea de desenmascararlo no era cosa suya sino de otro.
Lo más importante era proteger a tía Sam ahora que su débil estado de salud le impedía protegerse a sí misma. La verdad y el dinero eran cuestiones secundarias. Pero Armando estaba de pie junto a la puerta, prácticamente subiéndose por las paredes de impaciencia, y no era el mejor momento de hacerle frente. Ese momento llegaría con la inminente muerte de tía Sam, pero aún había que esperar.
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el regreso de ruggero pasquarelli
FanfictionEn la mansión de los Pasquarelli todos aguardan la muerte inminente de Sally, matriarca de la familia. Sólo su hija adoptiva, la joven Karol Sevilla, parece sufrir ante la evidencia del fatal desenlace y procura hacer todo lo posible para ayudarla e...