—¡Vamos! ¡Despierten! —una fuerte voz hizo que abriéramos ampliamente nuestros ojos. No puede ser... aquella voz no la confundiría con nada—. ¡Les tengo un muy divertido juego! ¡Así que arriba! —ambas lo miramos con profundo horror. En una mano tenía una pequeña caja junto con otra de un tamaño mayor, pero eso no era lo verdaderamente aterrante. Lo que causaba que nos congelara hasta los huesos era la bolsa que poseía en su otra mano. En ella había toda clase de instrumentos de tortura. Tal parecía que habíamos vuelto a la edad media.
Adrien hizo que nos sentaramos en el suelo, con las piernas cruzadas, una frente a la otra. Podía ver mi miedo y mi propio pánico reflejados en ella. Él sacó de la pequeña caja, un mazo de cartas españolas y de la otra, una especie de extraña ruleta.
—Bien chicas, vamos a jugar —aquella sonrisa volvió a aparecer haciendo que mi corazón se paralizara—. Las reglas son simples, dependiendo de la ronda, van a jugar distintos tipos de juegos de cartas. Pero, eso no suena tan interesante, ¿verdad? —aquella voz de demente no dejaba de hacernos temblar.
Yo siempre creí que nunca pasaría un momento más lleno de pánico que el que pasé cuando era más joven. Pero si me dieran a elegir, este ganaba sin ninguna duda.
—Para eso están estas cosas —señalando las armas y aquellos instrumentos junto con la otra caja—; la que pierda tendrá un castigo y este será decidido por esta pequeña ruleta —ahogué un grito al leer tan sólo uno de los castigos que marcaba el objeto. Mutilación genital. Podía sentir cómo el alma se me iba.
Y en aquel instante perdí toda esperanza. Íbamos a morir ahí, en aquel horrendo lugar y de una forma completamente agobiante.
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Mi dulce tortura [Adrinette]
Terror«"Nunca confíes en una cara bonita" Eso era lo que siempre solía decir mi madre, pero claro, nunca le hice caso. Me dije a mí misma ¿qué tiene de malo tener una cita a ciegas? ¿qué puede salir mal? Pues... todo...» Marinette Dupain Chen, una joven d...