3 | Engaños

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Capitulo tres | Engaños

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Tiro todo lo que se encontraba encima del escritorio al suelo, un par de cosas rompiéndose ante el impacto, los nervios me ponen las manos a temblar.

¿Que mierda acaba de suceder?

— Señor...

— ¡Cállate James! Ayer me informaste que la entrega había sido exitosa, ¿Que mierda cambio?

Me paseo por todo el despecho, pasandome nervioso las manos por el cabello, desordenándolo un poco más.

— Se suponía que así era.

— ¡Pues me acaban de llamar diciéndo que ese puto barco nunca llegó a su destino! Lo verifique y es cierto, te mintieron James y para colmo me robaron toda la mercancía.

Su rostro no expresa nada, en cambio el mío muestra la furia contenida que tengo en este instante. El pensamiento de que habría hecho Vladimir Zhadánov haciéndose presente. Mi padre era el ser más sádico e hijo de puta que pudo gobernar la mafia roja, me prometí superarlo y me vienen a robar frente a mis narices.

— Irás y me buscarás el responsable de esto, me encargaré yo mismo de acabar con él, con su puta familia y con todo lo que aprecie, que entiendan que Nathan Zhadánov nadie jode.

Asiente y sale del despacho, dejando que desquite mi ira rompiendo más objetos, la furia que siento es algo imposible de disimular cuando la puerta se abre nuevamente, estoy por mandar a la mierda a James pero me encuentro con una tormenta mirándome fijo, una leve sonrisa bailando en sus labios al verme tan enfadado.

Sus mejillas pálidas tienen un poco de rubor, sus labios hinchados están brillantes y sus pupilas están dilatadas cuando me mira.

— ¿Estás enfadado? Quería informarte que voy a salir a una fiesta y...

— No.

— Pues no parece que no estés enfadado. - comienzo a acercarme a ella, el instinto asesino corriendo por mis venas, podría ahorcarla y acabar con su palabrería.

— No irás a ningún lado, y si te llegas a escapar voy a acabar con cualquiera que se encuentre en esa dichosa fiesta porque sí, estoy enfadado y no me interesa desquitarme con personas inocentes.

— No serías tan hijo de puta.

Mi rostro queda a centímetros del suyo, la tormenta de sus orbes mirándome con furia que ya no me sorprende, desde que llegó me ha dedicado esa mirada.

— Pruebame.

Si me estiro en un poco más podría juntar sus labios con los míos y luego cerrarle la boca de la mejor manera que sé, manteniéndosela ocupada.

No me responde, solo da media vuelta y sale de la misma manera en la que entró, mi rabia disminuyó un poco pero aún necesito desquitarme por lo que agarro mi chaqueta y salgo de la casa.

(...)

El sudor baja por mi espalda y respiro agitado mientras continuo golpeando el saco, las horas pasaron y no fui consciente de ellas.

Desquito mi furia en cada golpe que encesto, mis nudillos no están protegidos y me duelen pero es un dolor superficial, no molesta más que la furia que siento dentro al saber que me vieron la cara de imbécil.

James se hace presente en el lugar, con un gesto preocupado a medida que se acerca a mi, suelto el saco y me acerco a él con el ceño fruncido.

— ¿Que paso ahora? ¿Por qué tienes esa mirada de mierda?

— Señor... La señorita Medvédev escapó.

Aquel comentario me altera y no lo dudo cuando lo agarro de las solapas de su chaqueta y lo estampo en la primer pared cerca.

— ¿Cómo que escapó? Este lugar está más custodiado que el de la puta reina de Inglaterra, habla antes de que te pegue un tiro.

No sé inmuta ante mi agarre, su rostro se mantiene inexpresivo en todo momento mientras agarra mis muñecas con sus manos.

— No lo sabemos, parece ser muy inteligente porque burló la seguridad.

Lo suelto y ruedo los ojos en fastidio, pedazos de incompetentes todas las personas que me rodean.

— ¿Inteligente? Es una puta niña.

Salgo del gimnacio dejándole dicho que busque todas las fiestas a nuestro al rededor, típico de niña malcriada, no va a aceptar un no como respuesta y se va a ir a poner en peligro.

Subo a mi habitación para darme una ducha y cambiarme, el agua tibia no logra aminorar mi mal genio y termino saliendo de la casa con furia, uno de mis hombres se me acerca y levanto el arma en su dirección.

— Quiero ya información de Khristeen Medvédev, de lo contrario no voy a dudar en disparar a cualquiera que se me atraviese.

El hombre frente a mi traga grueso pero asiente frenéticamente, compartiendo miradas con otro que se encontraba tras de él.

— Hay solo una fiesta a nuestro alrededor, es de adolescentes, por lo que creemos que podría encontrarse ahí.

Asiento y le disparo, su sangre mancha mi piso pero no me interesa, no me gusta que mis hombres titubeen ante algo. Por esa razón James es mi hombre de confianza, no se pone nervioso ante nada.

Los dejo atrás ordenando que limpien ese desastre, me dan la dirección y subiéndome al auto voy hacia allí, un par de hombres siguiéndome. Estoy enfadado hasta la mierda y no voy a dudar en disparar cuando llegue a la dichosa fiesta.

Si tan inteligente fuera sabría que conmigo no se juega y que cuando doy una orden se respeta y se acata. No soy un hombre de juegos, no tolero las niñeras.

Mis nudillos se ponen blancos de la presión que estoy haciendo en el volante, mi ceño fruncido viendo la carretera y los anillos reluciendome en los dedos.

Estaciono frente al lugar y no espero a nadie, me adentro a la celebración y miro a mi alrededor, intentando localizar una cabellera rubia y esos ojos tormenta que le encantan joderme. Paso por en medio de la masa de gente, con el arma en mi mano pero sin alertar a nadie.

Finalmente la localizo subida en la encimera de la cocina, sus piernas abiertas y a cada lado de la cintura de un hombre que esta besando su cuello. El nivel de mi furia sube y siento que veo todo rojo cuándo me voy acercando y sus ojos grises chocan con los míos y lo único que veo es desafío en ellos.

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