Capitulo cinco | Efectos
Me echo hacia atrás en la silla, la oscuridad es lo que se me muestra cada que quiero ver hacia el jardín, demostrándome que pase todo el día aquí.
Me llevo la botella de whisky a los labios y me bajo todo el líquido rápidamente, me limpio lo sobrante con el dorso de la mano antes de levantarme de la silla. Me tambaleó un poco pero logro llegar a la puerta, en el pasillo tengo la suerte de no encontrarme con nadie y cuando quiero subir las escaleras un sonido me llama la atención.
Entrecierro los ojos al captar una voz femenina cantando en la cocina, camino hacia la melodía como si fuese algún canto de angel llamándome. Me asomo en el umbral de la puerta y la veo agachada sacando algo del horno, se saborea antes de colocar la fuente en la mesa.
- Somethin' bout you makes me feel like a dangerous woman.
La veo caminar por el espacio de la cocina hasta que encuentra el utensilio afilado que utiliza para cortar lo que sea que haya preparado.
- ¿Ya te cansaste de espiar?
Gira la cabeza hacia mi y por un leve instante me sorprendo al verme descubierto pero me adentro al lugar y el olor a chocolate me llega a las fosas nasales.
- ¿Que cocinaste?
Me siento en el taburete y la miro moverse en busca de platos, su cabello rubio está atado en una coleta alta y tiene unas pocas mechas rodeandole la cara. La niñata es hermosa, lastima que sea tan idiota.
- Brownies, ¿Alguna vez probaste? - Inevitablemente se me escapa una carcajada cuando coloca el plato frente a mi.
- No, pero ¿Es esta tu manera de demostrarme que no eres tan niña? Porqué no funciona.
Agarro la cuchara y cortó un pedazo llevándomela a los labios, está delicioso y en unos minutos me lo acabo completamente. No comí nada en toda la tarde que estuve encerrado en el despacho y en este momento mi estómago me agradece lo que le estoy dando.
Ella come en silencio mientras yo voy a servirme otra porción y de paso saco una lata de cerveza de la nevera.
- Es un poco tedioso beber tanto, ¿No lo crees?
- Es como agua para mí.
Me resultaba extraño que no estuviésemos a los gritos como habíamos estado desde que piso un pie en mi casa. La mujer frente a mi tiene potencial para pertenecer a la mafia, me lo demostró al acabar con mi hombre, lamentablemente en su mente aún es una adolescente que permanecía en un internado en Londres.
Cuando baje la botella vacía y la dejé sobre la mesa ella me sonrío, no fue una sonrisa inocente, sino todo al contrario.
- ¿Conoces el dicho de no hay que subestimar a nadie?
Frunzo el ceño pero ella mira la botella de cerveza vacía y comienzo a atar cabos en el momento que siento mis extremidades debilitarse.
- No seas hija de puta.
- Resulta que soy muy buena mezclando pastillas, esa cerveza que te acabas de beber ha sido como si te hubieses drogado con tanta cocaína que tu cerebro podría llegar a no soportarlo.
Se levanta y comienza a caminar lentamente hacia mi, yo intento no perder el equilibrio cuando me levanto y quiero tomarla con fuerza del cabello, pero no lo logro y termino tambaleando.
La miro y ella se encuentra riendo, con el móvil levantado y el flash encendido, la furia me corroe e intento llegar nuevamente a ella pero las piernas se me debilitan y termino de rodillas.
- Cómo me encanta tenerte de esta manera ante mi.
— Espera a que está mierda se pase, te arrepentirás. - murmuró como puedo ya que siento hasta la lengua dormirse.
— Muero por ver tu castigo, papi. - se acerca peligrosamente a mi rostro para decir eso.
Besa castamente mis labios antes de levantarse y comenzar a caminar hacia la salida. En el umbral de la puerta se detiene, yo siento que mi cuerpo se debilita aún más mientras intento luchar por recomponerme.
— Por cierto, creo que esto afectará mucho a tu miembro, no se te parará en un buen tiempo. - me guiña un ojo y finalmente sale de la cocina, dejándome con el enojo corriendo por mis venas al igual que la droga que me haya metido.
Gruño cuando caigo al suelo y mi mejilla golpea la cerámica, estoy en una posición espantosa y no me puedo mover, tampoco gritar ya que no hay nadie en la casa a excepción de ella, mis hombres están afuera y sería muy extraño que se encuentren a su jefe en esta situación.
Los ojos se me comienzan a cerrar y solo ansío tener su cabeza colgada en alguna soga, no me importara el enfado de Fredek cuando vea el cadáver de su hija, luego de lo que me hizo estaré feliz de acabar a la niñata esa.
(...)
El cuerpo entero me cosquillea cuando abro los ojos, me molestan todas las extremidades y me muevo para todos lados en la cama.
Frunzo el ceño al recordar lo sucedido y el porque del cosquilleo, inspeccionó mi habitación en busca de un cabello rubio para halar y no me encuentro con nada. Me resulta extraño haber despertado aquí.
Sería raro haber soñado aquello cuando siento el cuerpo como la mierda, me levanto y voy al espejo, me miro las pupilas y compruebo que estoy drogado pero el efecto ya pasó.
Completamente furioso salgo de mi habitación y camino a grandes zancadas hacia la de ella, cada puto paso ansiando estrangularla hasta que los orbes le salten de la cara. Nadie me humilla en mi propia casa.
Abro la puerta dispuesto a comenzar a gritarle pero me encuentro las sábanas blancas desordenadas y un cuerpo en medio de ellas, tiene el cabello esparcido por toda la almohada, los labios entre abiertos y sus ojos no se separan de los míos a medida que me acerco.
Noto lo que está haciendo y la boca se me vuelve agua, las piernas abiertas, la mano perdida bajo la única sábana que la cubre y las tetas desnudas a mi vista.
Menuda hija de puta.
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Zhadánov ©
RomanceMafioso o dominante, pero siempre ZHADÁNOV. (Nueva y mejorada versión de mafioso) Cuando lo prohibido se pasea frente a los ojos del diablo es imposible apartar la mirada. Todos los derechos reservados ©