Capítulo 5.

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Dedicado a : jose1329
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King.

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Las flores de los cerezos caían por el gran viento que se formó de un momento a otro. En cierta manera era un alivio para ambos puesto que el calor que hacía por la época del año era una molestia.

Y el calor que emanaba mi cuerpo por estar al lado de Diane, tomados de las manos y solos, era difícil de controlar.

—¿King? -susurro ella y mi cuerpo se puso estático al sentir su mano sobre mi frente- estas muy rojo, ¿Tienes fiebre? ¿Estás bien?

Su risa infantil, casi como coqueta volvía loco a mi pobre corazón que se quería tomar aquellos gestos como señales.

"Juro que un día de estos me va a matar".

—Estoy b-bien tranquila -exclame notoriamente nervioso.

Ella negó de un lado a otro, y aprovechando el ser más alta que yo, tomo mi nuca y junto nuestras frentes.

¿Cómo se supone que me quitara ese gusto culposos de pensar que todo eso era intencional? Era un completo tonto, me podía creer un sabelotodo con ciertos temas, pero si se trataba de ella, perdía el norte por completo.

—Diane...

—Shhh -siseo y sentí que algo húmedo caía por mi mejilla.

Estaba llorando.

Me separo bruscamente de ella y veo sus ojos violetas que tienen un poco de lágrimas.

—Lo siento King.

—Diane esta-

—Tranquilo no es nada, solo fue como si esto ya hubiera pasado antes, un deja-vu -murmuro confundida, llevandose una mano a su pecho- raro no?

—No debe ser nada, tranquila, trata de no pensar ¿Si? -hable rápido tomando su brazo y colocandolo en mi cuello para que se apoyara en mi.

Como si su mirada dijera "tienes razón, no debe ser nada", se resigno apoyándose por completo en mi.

Caminamos todo el trayecto sin decir ni una sola palabra, se podría decir que incluso era un poco incómodo.

A lo lejos se veía ya la cuesta arriba que llevaba a la avenida donde vivíamos ambos, las casas eran comunes, excepto por la de Diane, que tenía una pinta de haber sobrevivido a la época feudal.

Con el rabillo del ojo la observaba, con cuidado de no pisar mal y caernos, pero el tenerla en ese momento así, no podía no aprovechar ver como el sol de la tarde, ya no tan sofocante le brindaba a su cabello el que se viera más claro, que brillará y se viera sedoso.

Fantasmas de niños jugando hace unos años, en una tarde muy similar a esa me espantaba el razonamiento de la cabeza.

Frene y ella abrió sus ojos como platos.

—Sube.

Negando con risa, y a la vez fregando sus ojos (probablemente estaba quedándose dormida) repitió varios no con vergüenza.

—Soy más pesada, incluso que tú, no podrás aguantarme.

—Diane estas cansada y hasta hace poco dijiste sentir un dolor, que debe ser por lo mismo -le di la espalda agachadome- dejame ayudarte.

La conocía, por lo que me imagine sus mejillas infladas. Salto sin previo aviso, y yo no pude evitar sentir como me intentaba correr la sangre al sentir sus pechos en mi espalda.

"Control King, compostura!" grite en mi mente emprendiendo una breve carrera hasta llegar a la casa con la adrenalina provocada por el momento, sentí como ella se aferro un poco más quitandome (en ambos sentidos) el aliento.

Abrí el portón como pude pidiendole las llaves a la castaña, quien me las entrego, y al poder entrar recorriendo el gran pasillo abierto, la deposite en el sofá de la gran sala.

La casa de Diane si bien por fuera tenía el diseño antiguo japonés, por dentro estaba llena de colores cafés obscuros y rojizos por los muebles modernos colocados, solo la mesa y el jardín compartían lo antiguo.

Me senté finalmente en el brazo del sillón a la cabeza de Diane, que tenía las mejillas encendidas.

— King -soltó en un quejido.

— Estas con fiebre, lo sabía no estás bien, no debi sangolotearte tanto, lo siento -hable caminando al baño por un paño y una fuente.

—Por supuesto que si, fue divertido -habló con sus ojos cerrados- además es culpa mía, no eh sabido administrar bien los trabajos por el festival.

Escuchaba como ella me continuaba el habla desde la sala, al principio contando ciertas rabias que tuvo por compañeros en los talleres que se habían asignado, y después cosas sin sentido.

Con la fuente en mano y el paño al hombro, me coloque de rodillas frente al sillón para intentar ayudarla a bajar su fiebre.

— Sabes, estaba leyendo la historia de Tanabata -murmuró en un estado similar a estar en borrachera, lo que me daba ternura.

Sus cabellos de la frente estaban empapados en sudor, y el contacto de su piel con el paño frío la hacía soltar susurros casi inaudibles.

— Altair y Vega, los dos amantes que solo se veían una vez al año -le comente para que continuará y así se distrajera.

Sus ojos, abiertos débilmente, se posaron en mi y con su mano tocó mi rostro, provocando que todo movimiento y mi respiración parara.

— King, ¿En serio eres King?

Trague duro.

— Claro que si, estas divagando -verti el paño en el agua, estrujando y colocando nuevamente este en su frente- Diane mejor trata de dorm-

— ¿Sabías que puedes pedir un deseo en los papeles, y que si tienes los 5 colores se puede cumplir?

Me comían, esos ojos morados querían devorar lo que le estaba ocultando, comerlo para así ella tener el secreto.

— Yo...

Titubeó, tomando para después soltar mi rostro.

— Voy a cambiar el agua, ya esta tibia.

Gire en cuclillas agarrando la fuente donde el paño flotaba, y casi todo se cae por el balde de agua fría que me lleno desde la cabeza a los pies, erizando mi piel como miles de arañas que corrían en mi espalda.

— Eres Harlequin cierto...












-Youkai.

Tanabata [Kiane] EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora