—¿Owen, are you okay?— escuchó decir a un hombre al otro lado de la línea. El acento australiano la asustó porque eso significaba que estaba al otro lado del mundo y aunque se viniera en un jet iba a demorar más de lo que Owen necesitaba.
—Owen está en cirugía, sufrió un accidente cerebro vascular en el aeropuerto de Atlanta. Lamento haber tenido que llamar para informarle de algo tan triste, los médicos están haciendo todo lo posible y si Dios quiere va a recuperarse— el hombre del otro lado se quedó mudo por unos instantes
—Serías tan amable de decirme en que hospital está para poder viajar— dijo con las emociones contenidas. Mia le dió toda la información necesaria para que pudiese encontrar a Owen y le explicó que había encontrado su bolso en el aeropuerto y pensaba dejarlo con las enfermeras para que lo retirase.
—Sé que es mucho pedir, pero ¿podrías esperarme? estoy en New York y necesito sólo un par de horas para llegar—
En realidad su vuelo había sido programado para la noche y las sillas del hospital se veían mucho más cómodas que las del aeropuerto así que accedió. Unas horas más tarde el médico salió a dar su reporte, pero ya que no eran familiares no podía entregarle información. Mia le explicó que alguien de su familia estaba en camino y antes que pudiera terminar un hombre alto de ojos verdes y hebras de pelo canoso apareció desde el pasillo.—El Señor Brown se encuentra estable y fuera de peligro. La atención oportuna le salvó la vida y puede verlo apenas despierte de la anestesia— dijo el médico dirigiéndose al que acababa de entrar. Su semblante se relajó visiblemente con las buenas noticias y Mia aprovechó para acercarse y darle las cosas de Owen. Ella también estaba aliviada con la idea de haber evitado una tragedia. Se sentía más descansada y planeaba comer algo antes de caminar hasta el aeropuerto. Tenía un montón de horas hasta su vuelo y necesitaba hacer ejercicio.
—Perdona mi falta de educación— le dijo el hombre parecía de la misma edad de su padre mientras le extendía la mano.
—Soy Kevin Brady y te agradezco por haber traído las cosas de Owen—
La forma cariñosa en la que se refería a Owen la enterneció, era evidente que no eran familia, pero se podía ver a kilómetros lo mucho lo apreciaba.
—No fue nada, me alegra saber que Owen va a recuperarse y que cuenta con alguien para apoyarlo— le expresó con una sincera sonrisa.
El médico que acababa de explicar la situación de Owen, regreso para buscar a Kevin, en realidad al Dr. Brady para conversar de alguna cosa y ella aprovechó para tomar sus cosas y salir en busca de algo para comer.
Cuatro horas le tomó llegar al aeropuerto y las galletas que había comido se le hicieron nada. Tenía tanta hambre y estaba tan cansada que sólo podía pensar en su cama. Revisó su billetera y se dedicó a buscar algo que le quitará el hambre y no superará los diez dólares. Ya se había hecho de noche y su vuelo salía en un par de horas, dormir era la mejor opción. Estaba acomodándose en el asiento cuando vio a Kevin frente a ella.
—Eres muy difícil de encontrar, ¿sabías?— dijo cómo si ella supiera de que le hablaba.
—¿Owen se encuentra bien?— preguntó nerviosa.
—Está mejor que nunca, volviendo locas a las enfermeras—No pudo evitar reírse, aunque eso no explicaba porque Kevin la buscaba.
—¿Cómo es posible que no le dijeras a nadie que fuiste la que encontró a Owen y llamó la ambulancia?— antes que pudiese responder continuó. —¿Sabías que habían $35.000 dólares entre las cosas de Owen?—
En ese su corazón se detuvo y supuso la razón por la que el Dr. Brady había venido. Seguramente faltaba dinero y la estaba culpando. Le temblaban las manos, en silenció le rogó a Dios que no fuera demasiado, para que pudiera pagarlo. No concebía la idea de terminar en una cárcel y mucho menos tan lejos de su familia por un crimen que no había cometido.—Vi el dinero, pero no lo conté—
Tenía los nervios alterados y el corazón a punto de salirse. El señor Brady se rió como si hubiera dicho un chiste y se acercó al nivel de sus ojos. Se dio cuenta que estaba asustada y necesitaba aclarar las cosas.
—Yo no estoy acusándote de nada, lo único que me provoca todo lo que hiciste es admiración. No falta ni un solo centavo y lo más importante: Owen esta vivo—
Mia sintió la sangre volver a su sistema y tanto alivio que se le escapó una risita.Owen había despertado y le contó a Kevin sobre lo ocurrido, Kevin le entregó el bolso de mano con sus pertenencias y le explicó como había regresado a él. Intercambiaron descripciones y ambos llegaron a la conclusión de había sido la misma persona. Salió casi de inmediato a buscarla, por horas recorrió todos los pasillos del enorme aeropuerto, sin imaginarse con que ella había hecho el recorrido a pie.
—No era necesario que hicieras todo ese esfuerzo para darme las gracias, con saber que Owen estaba bien ya era suficiente— dijo Mia con sus sonrisa amable. Kevin la miró con una expresión que ella no entendió y agregó:
—no te busqué solo para agradecerte—Eso capturó su atención.
¿Qué podía motivar a un desconocido buscarla por horas en uno de los aeropuertos más grandes del mundo?
Kevin observaba cada una de sus expresiones cada vez más sorprendido, ella era demasiado humilde como para comprender que sus acciones no eran algo común. La historia de la caminata le confirmó que ella atravesaba una situación económica precaria. Cualquiera en su lugar por lo menos se hubiese quedado con dinero para el taxi, pero no la increíble jovencita que tenía en frente. No era mucho lo que sabía de ella, intuía algo por su acento, pero no necesitaba saber más para estar completamente seguro que era perfecta.
Mia lo miraba observaba visiblemente confundida, parecía como si ese hombre desconocido la mirase con una especie de alegría, como si la hubiese estado buscando desde hace mucho antes. Sus ojos verdes evocaban confianza y nada en su comportamiento había sido irrespetuoso o fuera de lugar. No podía negar que las cosas en el mundo eran demasiado malas, como para confiar en un desconocido, pero algo en sus ojos le ofrecía seguridad. Por más que trataba de adivinar que motivo le había hecho buscarla, nada se le venía nada a la cabeza, excepto la fuerte impresión que era ese tipo de situaciones que le dan un giro a la vida.
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Difícil de creer
SpiritualEvan se consideraba a sí mismo como un hombre no demasiado complicado. Estaba disfrutando de una etapa fantástica en su vida y no tenía motivos para sentirse infeliz: una carrera, padres, hermanos y amigos. Todo funcionando a la perfección. Y jus...