98 Días Antes 2° Parte.

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Un ruido ensordecedor me despertó. ¿Acaso no se podían apiadar de mí, luego de todo lo que me habían echo pasar? ¿Tanto mal les hacía existiendo en esta casa? Definitivamente, cada día me convencía más de lo que iba a hacer muy pronto. Para suerte de ellos, tan solo tendrían que esperar 98 días más. Quité mi pié izquierdo de entre las sábanas, pero no pude encontrar la cómodidad, ¿cómo mierda es que la gente puede dormir con un pié fuera de la frazada sin miedo a que algo venga y los coma, o algo por el estilo suceda? Um... aún no lo sé. Antes de que pudiera volver a meterlo el ruido se oyó nuevamente, pero no provenía de abajo, cómo yo creía. Sino que venía de mi ventana, abrí los ojos sobresaltada y corrí hacia ella. Tomé una bocanada de aire, era Ryan. ¡RYAN! ¡En mi casa! Levanté la ventana y tomé su brazo para ayudarlo a subir. 

-Ryan, ¿qué haces aquí? Idiota, ¿y si te ven? Pensarás que eres un ladró... -me tomó por las mejillas y me besó. Saboreé sus labios con delicadeza, inclinándome levemente hacia atrás para darle más espacio que explorar. ¡Mierda! que este chico sabía bien lo que hacía. Lo que pasaba arriba, mi estómago lo sentía, un dolor punzante me estremecía allí abajo, ¿qué sucedía? Nunca había sentido eso antes. Era un dolor agudo, quería que algo lo llenase, no podía seguir así. Empujé a Ryan hacia mi cama, haciéndolo gemir. ¿Puedes creerlo? Hice que Ryan gimiera, no creía que alguien como yo pudiera causarle un gemido o algo así, pero al parecer, causé más que eso. Quizá, él también sentía el dolor, sentí su miembro rozarse primero suave y luego lento, contra mí dolor. ¡Justo ahí! Tenía ganas de gritarle, pero me encontraba sumida en un mar de emociones que desconocía. ¿Qué debía hacer o decirle? Seguramente, Ryan se dio cuenta de mi inexperiencia... Levantó suavemente mis brazos. IBA A QUITARME EL BUZO. Claro que lo dejaría hacerlo, asentí y me lo quitó. Lentamente, comenzó a dejar un rastro de besos por mi cuello y me fue recostando suavemente en la cama, ¡Santa mierda! se sentía tan bien. 

-Veo que también me extrañabas -sonrió agitado-

Asentí y escondí mi cara sobre mis manos, súper avergonzada, ¿qué digo "avergonzada? estaba por explotar de lo avergonzada que me sentía por reaccionar así frente a él, frente a Ryan. MI "mejor amigo".

-No -me quitó las manos y sus preciosos ojos color avellana se clavaron en los míos.- Esta noche quiero que te muestres tal cual eres-

Me derretí debajo de su pecho, ya me sentía parte del colchón, cuando volvió a darme besos en el estómago. Sentí ardor, había olvidado las heridas que se estaban curando... Esperaba que no se diera cuenta, y que no fuera un inconveniente. 

El dolor crecía ahí abajo, cada segundo era un poco más de sufrimiento y sus besos eran mi veneno mortal. ¿Cuál sería mi morfina? 

¡Mierda! Se detuvo, y el dolor era muy intenso, necesitaba llenarlo y debería hacerle saber a Ryan que lo quería dentro de mí. ¿Cómo le dices a un chico que te duele que no esté dentro de ti? Ummm... quizá no debería apresurarlo ya que es él el que sabe de esto mejor que nadie. Nuevamente comenzó con su veneno, abrí los ojos y lo observé tratando de besarme y al mismo tiempo quitarse los pantalones. Reí por lo bajo y él se avergonzó. 

-¿De qué te ríes? -Me miró resignado- 

-Nada-trataba de contener la risa, pero me fue imposible y terminé carcajeando por lo bajo- Ryan se me sumó y ambos reímos sin control- 

El dolor había disminuído, pero sentía latir, por aquellos lados...

-¿Sabes? Eres preciosa cuando ríes sin control. Aunque, la mayoría del tiempo lo eres.

Sonreí y lo besé cortéstemente en los labios, creo que eso lo hizo recordar en qué estábamos porque lo tuve de nuevo encima, en cuestión de segundos. Una cosa tan fácil como desabrocharte los botones del jean, se volvía tarea de militar en medio de la guerra, en nuestras circunstancias. Trataba y no lograba desabrochar sus botones, me tuvo paciencia, y finalmente pude. Lo tenía completamente desnudo, algo que había visto siempre, hoy me sorprendía por completo. Cada milímetro de su cuerpo se veía diferente. Me colocó encima de él y observé cada pequeño lunar que había en su pecho, cada cabello rubio que se encontraba enmarcando su bello rostro. Ryan quitó mi pantalón de pijama junto con mis pantys, en un intento desesperado, a él no se le había complicado para nada, dos segundos y ¡fuera!.

-¿Estás segura? -las venas de su cuello saltában por su cuello-

Asentí, miedosa pero decidida. ¿Es posible que esas palabras se mezclen? A lo mejor no, pero fueron las primeras que encontré para describir ese instante. Ryan se lamió el labio inferior y se colocó un condón que tenía en el bolsillo del vaquero negro que se encontraba al lado de su cabeza. Me quitó de encima, y esta vez , como siempre....Él tomó la iniciativa. 

-Lo haré rápido, sé que dolerá pero podrémos parar cuando quieras, aunque dudo que una vez que empiece pueda detenerme. ¿Lista?  -Tomó las sábana que estaba al lado de mi cabello-

-Sí -gemí- Arqueándome a su cuerpo, lo quería cerca, muy cerca. Quería que el dolor acabase. 

Entro rápido, lo cual no me dio tiempo de sentir dolor, sentí algo romperse en mi interior, pero el dolor había acabado, ya no sentía ese dolor, sentía.... ¿placer? SÍ, eso era. Gemí en su oído y me aferré fuertemente de sus bíceps mientras él susurraba cosas cómo "eso fue increíble", "eres territorio desconocido y me encanta". No estoy segura de que fueran las cosas indicadas, yo esperaba palabras de amor, no lo sé. Aún así, fue algo increíble. 

-¿Te.. te duele? 

Negué y me arqueé contra él nuevamente, queriendo que Ryan supiera que me había gustado y que lo quería de nuevo. Salió lentamente de mí, cómo si no quisiera corromperme y entró ta y cómo había salido. Esta vez sí dolió, pero ver la cara de Ryan contraerse de placer, es algo que cualquier chica pagaría por hacer, y yo no soy la excepción. Su cara reflejaba miles de cosas, pero todas cosas buenas. Esta vez y por primera vez, yo tomé la iniciativa, comencé a moverme hacia atrás y hacia adelante, estaba segura de que Ryan no se sorprendería ya que cosas como estás a él, le suceden todos los días. Pero al menos no quería quedar cómo la virgen tonta que pasó una noche entera mendigando sus movimientos. Quería que él notara mi esfuerzo por ser cómo esas chicas y que lo apreciara. De a poco, su cara se fue transformando en impresión y luego en una sonrisa de oreja a oreja. Maldita sea, esa sonrisa; la que hace que dé todo por verla. La que me robó el aliento miles de veces y se transformó en mi vicio. Allí estaba, en pleno resplandor, otra vez causando en mí un sentimiento imposible de explicar. No recuerdo que fue lo que pasó después, sólo recuerdo haberme dormido con él a mi lado. Tan sólo el echo de tenerlo aquí conmigo, al menos unas horas, hasta que despierte, es lo mejor que me pasó. Ahora, me iré a dormir, son las 4 de la mañana y me urge ir con él antes de que se vaya. 

Minuto de Silencio∞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora