CAPITÁN DE LA NAVE

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-Hemos llegado a la Galaxia ANDROMEDA. Repito, hemos llegado a la Galaxia ANDROMEDA.

Abel Infantes, capitán de la nave apreciaba el sonido de su voz en el parlante. Por toda la HORIZON resonaba su voz en aquel momento. Se sentía muy feliz.

- En este momento nos acercamos al primer planeta identificado de esta Galaxia. Tenemos una salida de reconocimiento preparada la cual será liderada por Ricardo Méndez junto al guardia Omar Chiroque. De verdad espero que este día pase a la historia como el primer día en que un humano salió de la Vía Láctea. …Ah, lo olvidaba. Este planeta será bautizado con el nombre de DISACO 2 en honor a la empresa patrocinadora de esta nave. Les pido a todos conservarse en sus puestos. Muchas gracias.

Terminó de decir aquella frase con un suspiro y apagó el transmisor. Había sido un viaje largo. Hacía mucho tiempo que no pasaba más de 2 horas tripulando, así que este había sido todo un reto. A pesar de eso, habían cumplido la misión. Bueno, al menos parte de ella.

Un pequeño estremecimiento en su garganta le hizo recordar la botella que tenía guardada en el gabinete. La depositó con cuidado sobre el panel de control y, tras un pequeño esfuerzo logró abrirla. No se sintió cómodo hasta que hubo saboreado un par de tragos. Esa sí que era una buena vida. Pilotear una nave magnífica hacia una desconocida Galaxia y ser el primer hombre en tomar un trago dentro de aquella nebulosa. De pronto, un pequeño zumbido lo sacó de su letargo. Alguien llamaba por el micro teléfono.

- Señor Capitán, le habla el jefe de Electrónica Luis Vaca. Espero que me esté escuchando.

- Le oigo señor, dígame.

- Capitán, sé que en este momento se está desarrollando una salida de reconocimiento, así que seré breve. He encontrado dos anomalías en la nave. En primer lugar el sistema de defensa se ha reducido considerablemente al 20% de funcionalidad. No he descubierto aún que ha sido lo que lo ha provocado. En segundo lugar, he detectado una irregularidad en la nave ocasionada por algún tipo de explosión en el área F, la cual pertenece al Dr. Rimarachín. La verdad no sé qué es lo que ha estado haciendo ese tipo.

- Muy bien, usted no se preocupe por eso. Intente mejorar las defensas, yo iré a ver al Doctor.

Abel volvió a apagar el transmisor, esta vez sin esperar alguna respuesta. Luego, volvió a tomar un trago de su preciada botella. Se detuvo aún un momento contemplando a través del cristal el horizonte de aquel planeta nuevo. Aquel planeta llamado DISACO 2 como lo había bautizado él. “No quería meterme con el doctor”, pensó, “pero ya es hora de que sea tratado con severidad.”

Se dirigió hacia la puerta, pero antes de girar el picaporte se detuvo. Escuchó un pequeño repiqueteo en el cristal a sus espaldas. Se giró para mirar. Confiado como siempre, nunca habría podido imaginarse lo que terminó viendo. Una extraña criatura del tamaño de un hombre pero con forma de pulpo se encontraba al otro lado del cristal. En sus tentáculos tenía pinzas como las de un escorpión, las cuales golpeaban el cristal de la cabina en forma rítmica.

Y de repente ya no era solo un pulpo gigante, sino dos. Abel, inmovilizado por el espanto no podía dejar de mirarlos. Entonces, con mucha fuerza y como si hubiera dado un gran salto desde lo lejos, llegó otro de los pulpos a la cabina. Golpeó el cristal con tal fuerza que este se rajó. Una gran hendidura que se reflejó en el panel de control y dejó un pequeño espacio. Lo suficiente como para que uno de los tentáculos ingresara a la nave. A su preciosa nave.

 

Sólo entonces, cuando la nave se vio comprometida, Abel gritó.

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