HAY ESPERANZA

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Luis Mendoza, famoso reportero de CNN, tenía ya dos rollos completos con fotografías de toda la nave. Aquel pequeño incidente con el doctor parecía olvidado. Solamente no tenía que acercarse al área de experimentación, o área F como lo llamaban. En ese momento se encontraba en el área D, o zona de tripulación y vuelo cuando oyó un grito.

Fue un grito seco y pareció cortado antes de terminar. Se detuvo un instante a escuchar. Oyó otro grito y un fuerte golpe. Provenía de la cabina de mando. Sí, tenía que ser de allí. Se acercó lentamente a la puerta de la cabina y apoyó el oído. Nada. Estuvo en silencio durante unos segundos y pensó que se había equivocado. Estaba a punto de seguir investigando otros ambientes cuando la puerta se abrió.

Lo que vio al interior lo recordaría durante el resto de su vida, que no duró mucho. Grandes seres con forma de pulpo habían ingresado a la cabina y consumían con sus tentáculos el panel de control y todas las herramientas. Junto a la puerta y apoyado al picaporte el Capitán Abel intentaba huir de aquel horroroso drama.

- OH Dios! – Exclamó Luis

- Ayúdeme!, no se detenga ahí.

Abel había visto al reportero y extendía la mano en su afán por alcanzarlo. Sin embargo, Luis se encontraba inmóvil ante la presencia de las terribles bestias con tentáculos.

De repente, uno de aquellos grandes pulpos estiró uno de los tentáculos aferrándose a la pierna del capitán. Las pinzas le aprisionaron automáticamente haciéndole sangrar. Pero Abel no gritó. Estaba mirando fijamente a Luis.

- ¡Hey!, vete. Avisa a la tripulación ¡Estamos en Peligro!

Luis al fin pareció recuperar la cordura. Pero se mostraba nervioso.

- Oh, Dios. Han destruido la cabina de mando ¿Qué podemos hacer?

- Escúchame bien, no sé quién seas,…pero aún hay esperanza. Hay una forma en que podemos salir de aquí. Ve al área F donde se encuentra el Dr. Rimarachín. Dile que active la salida de emergencia. Él sabrá que hacer.

- No puedo. – Luis recordó la escena con el doctor. Nunca en su vida llegaría a hacerle caso. Incluso le había lanzado una piedra que explotó. Y el capitán decía que la única salvación estaba allí ¿De verdad había esperanza?

Luis no tuvo tiempo de preguntárselo al capitán. En un acceso de rabia, el pulpo tiró hacia si el tentáculo que cubría al capitán, y este es hundió dentro del extraño ser. Instantáneamente la puerta de la cabina se cerró, liberando al periodista del a terrible escena.

 

Sin vacilar, ni esperar un momento, Luis corrió por las escaleras hacia el nivel inferior. Debería encontrar una forma de hablar con el científico, de hacerle entrar en razón. Antes de lograr pisar un peldaño oyó un ruido a sus espaldas. La puerta de la cabina había sido arrancada y largos tentáculos comenzaban a emerger.

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