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La mañana de un día cualquiera había llegado, los rayos del sol se hacían paso entre las cortinas de su habitación permitiendo que ingrese la luz. Se movía de un lado a otro como de costumbre, la luz le incómodaba y ya no podía dormir más, abrió sus ojos y se levantó de su profundo sueño, no contó con la presencia de su  hermana frente a él, la divisó de manera borrosa y nebulosa por estar recién despierto, antes de que le preguntase qué hacía allí, ella se le adelantó al tomar la palabra.

— Buenos días Min Young — sonrió al verlo más despierto —.

— Qué tienen de buenos si te veo aquí dentro de mi habitación — bufó —.

— El desayuno ya está listo, solo venía a avisarte... Ahora, me voy, te dejo — Dorothy se dio media vuelta para salir de la habitación, estaba por cerrar la puerta hasta que Min Young la detuvo con un grito —.

— ¡Espera! — Dorothy paró sin voltear y con la mano aún en la perilla de la puerta — Gracias por el regalo... — Dorothy giró su cuello para verlo y le sonrió, luego cerró la puerta y se fue —.

— No tuviste porqué molestarte... — Min Young giró su rostro al lado donde se encontraba su mesa de noche, allí se hallaba la caja de regalo —.

Se quedó mirando a un punto fijo sin concentración un buen tiempo, luego cogió la caja y la sostuvo entre sus manos, aún no había sido abierta por él. Observó la caja unos minutos y decidió abrirla, tomó la tapa de la misma la sacó con una de sus manos, la colocó a su lado y se fijo en el contenido de ella, dentro había un cuadro de tamaño mediano, divisó la fotografía y los recuerdos vinieron a su mente mientras veía aquella imagen donde se encontraban sonrientes él y Dorothy junto a su padre.

Era un día muy soleado, ella tenía el rostro iluminado y su vestido rojo floreado la hacía ver muy hermosa, corría en sus zapatos de charol alrededor de un árbol, perseguida por el niño revoltoso con jeans y camisa a cuadros que no dejaba de seguirla, sus trenzas huían al igual que ella de las manos de aquel niño para no ser alcanzadas.

— ¡Niños! ¡Vengan aquí! — dijo una señora mayor a ambos —.

— ¡Nana! ¡Dile a Min Young que deje de molestarme! — gritó la pequeña niña yendo a donde se hallaba ella y terminó por abrazarla mientras su hermano venía —.

— ¿Porqué te quejas? ¡Hemos estado jugando! Nana no le hagas caso.

— Min, Dorothy... Quédense quietos que ya viene su padre — dijo su nana al ver a lo lejos una silueta masculina —.

— ¿Cómo se han portado mis niños?

El padre de ambos se había hecho presente y ellos corrieron hacia él tumbandolo en el césped del parque, a lo que él solo río.

— ¡Papá! ¡Papá! — ambos gritaron al unísono con gran alegría —.

— ¡Papá has vuelto! — Dorothy abrazó fuertemente a su padre y Min Young hizo lo mismo —.

— Papá, ahora estaremos juntos otra vez ¿cierto? ¿Ya no te irás? — preguntó Min Young con su carita preocupada —.

— No, no me iré. Estaré con ustedes todo el día — les dijo a ambos sonriendo y acariciando sus cabellos de ambos —.

Min Young sacó de la misma caja una hoja doblada en cuatro, dejó a un lado el cuadro y tomó la hoja entre sus manos, la abrió y comenzó a leer su contenido.

"Recuerdas ese día ¿verdad? Luego de que papá nos recogió de nana, nos llevó a comer lo que más amábamos en ese tiempo, ¡helados!, fuimos a un parque de diversiones y ambos disfrutamos mucho de los juegos mecánicos, tu sonrisa tan resplandeciente en aquella foto al igual que la mía, junto a él como un recuerdo grato, hasta ahora no he visto de vuelta la misma sonrisa después de ese día y tampoco he visto ese abrazo entre padre e hijo desde aquella vez...

Blanco y Negro [MinJun] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora