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Era difícil mantener la filedidad hacia algo que no ama.

Poner el esfuerzo en un sentimiento vacío que ya no le tiene importancia, del cual ya se aburrió.

La soledad mancha su vista, y la desazón lo ahoga con una inocente perversión.

Tamborilea sus dedos sin cesar, el ruido de la calma, no soporta el silencio descontrolado. Pasaría un milenio haciendo eso, sintiendo las astillas clavarse en las yemas de sus dedos y ser preso del mínimo dolor con tal de no sentirse agobiado.

Está inundado en una fría y agradable trampa. Pero ya no le importa, se acostumbró y no la puede dejar, se volvió su vicio. Está cómodo en aquella sosería.

No espera una luz, ni tampoco piensa buscarla, se rindió a su penosa ceguera. No ve por ahí o por allá los caminos que puede seguir e ignora, eligiendo estar varado en la nada.

No le queda de otra que no sonreír con gusto por el rechazo que logra hacer, está raramente orgulloso por eso.

Está desorientado, fuera de peligros y salvación. Pero otra cosa, o alguien más bien, es su perdición.

- Arrancaré tus mejillas con mis uñas con tal de ver tus dientes formar una sonrisa.

Sonríe [TordTom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora