Sonríe [TordTom]

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Claro que lo sé

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Con la cabeza en las nubes, respiró calmo, o eso intentó. Inhaló, y exhaló, y repitió. No podía hacer más.

No podía rechazar nada de lo que tenía en cima.

Lo odiaba, de verdad lo odiaba. Pero, ¿Cómo era posible que su corazón latiera tan rápido y su mente se derritiera con su simple toque?

No lo entendía, le producía asco el sentir su piel chocar con la de él, pero aún así quería que continuara. Se sentía tan sucio y resbaladizo como una babosa, pero tan a gusto que no quería que se detuviera.

El aire es pesado y húmedo, oscuro como una caverna. El calor del aliento a tabaco, del sudor mezclado con el desodorante.

Los golpes superficiales y certeros en sus mejillas es intensificado, enrojeciendo la piel desnuda y brillante, calentando la sangre a través de las venas.

A carne viva se resbalan, se unen, con la peor de las intenciones. Repugnándose mutuamente, dañáñandose con arañazos y deseando bañarse en aquel sucio pecado tomando todo del otro.

Los dedos de los pies se estremecen, el estómago se contrae, la voz de desgarra en aquellas paredes asfixiantes. Su cuello es atrapado entre dedos toscos, y aprietan con fuerza.

Se escucha el eco de una risa ahogada, anhelante. Él no evita sonreírle con furia a aquellas gotas de saliva que se asoman de esa lengua retumbante por la carcajada. Sus muslos sudorosos aprietan con fuerza, lo cual hace estremecer a aquellas caderas fuertes. La carne vuelve a resbalarse, y el calor aumenta considerablemente.

Es desagradable el contacto, pero más desagradable es él. Y no hay otra cosa que ame más.

Sus cuencas se abren y parpadean somnolientas. Sus piernas se remueven entre las sábanas, y siente una humedad pegajosa entre los muslos.

Ahora se da cuenta que sonreír no es tan difícil como creía.

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