¡Vamos! ¡Maldita... puerta! ¡Ábre... te! Entonces, cuando iba a darle otro golpe más, sentí como si estuviese desvaneciéndome o desmayándome. ¡La puerta se había abierto sola! ¡Todo lo que he pasado tan sólo para abrir esta puerta... para que se abra sola! ¡Qué rabia! ¡Quería suicidarme en ese momento!, pero antes tengo que ir a hacer pis.
Como dije, estaba desvaneciéndome porque la puerta se había abierto de la nada. ¿O será que la puerta ya se había aflojado del todo y yo no me he dado cuenta? Lamentablemente no, pues había alguien más entrando. Eran tres o cuatro personas. Qué vergüenza haber caído en una de ellas. Tropecé con un chico, que se quedó mirándome cuando quise acomodarme. ¡Incluso vio cómo es que hacía lo posible para aguantar las ganas de orinar! (Ya que había visto mis manos entre las piernas). Otra vez me moría de vergüenza.
- ¿Qué tiene esa chica? - le escuché pronunciar mientras volvía a colocar mis manos entre mis piernas. ¡¡Es que era algo tan obvio como querer ir al baño!! ¿Acaso no has visto mis piernas juntas y temblorosas o mis manos entre ellas? ¿O mis expresiones faciales? (No, mejor que no las hayas visto, qué vergonzoso.) ¿Qué tienes tú que tanto me miras? Si te has quedado mirándome de esa manera, entonces ¿cómo no reconoces la agonía por la que estoy pasando? ¿Estás ciego o qué?
¡Ya! ¡No te distraigas! Ahora me toca buscar el baño, la parte en la que habían más probabilidades de fracaso de la misión. Me levanté cuidadosamente, y pude ver al fondo del pasillo detrás de mí que el baño de hombres seguía abierto, pero había menos gente. Había adultos ahí dentro, y qué vergüenza (por millonésima vez) estar ahí adentro, siendo la única chica adolescente rodeada por ancianos mugrientos y arrugados, aparte de que sea un baño para hombres. ¿Por qué no hicieron un baño para ambos sexos? Así sería todo más fácil.
El chico por fin entró a su sala, dejándome aquí toda tirada, ni siquiera me ayuda. No podía quedarme parada aquí pensando en cómo debo llegar al baño, o terminaría haciéndome pis aquí mismo en medio del camino.
El baño de mujeres aún estaba cerrado, pero ¿por qué? ¿Por qué se les ocurre cerrar un baño público cuando va mucha gente en un día como este? Aparte de eso, ¿por qué no hay nadie esperando ahí en la fila? ¿Por qué no hay nadie más que esté desesperada por hacer pis como yo lo estoy? ¿Qué tan grande es el baño como para que se demoren tanto en limpiarlo? ¡Es que ha pasado muchísimo tiempo desde que lo vi cerrado! ¡No quiero orinarme aquí parada! ¡Si hubiese traído un pantalón con mucho gusto buscaría un lugar secreto y me orinaría en el pantalón que tengo puesto para luego botarlo a la basura o algo! Es que estoy tan desesperada por ir que ya no sé si estoy usando shorts o pantalones.
Por pensar en orinarme en mis shorts si tuviera otros, hizo que se me escapara un pequeño chorrito. De nuevo va la trágica gota que se escurría por mi sensible pierna.
- ¡Ah! ¡No sigas cayendo! ¡Ya detente! ¡Voy a orinarme! - Ya no podía juntar tan fácilmente mis piernas, aparte de que estaban muy débiles. Sentía que si las juntaba, iba a dejar salir todo. Me equilibré como pude para tratar de disimular las ganas de orinar frente a otras personas que pasaran cerca, pero disimular era imposible. De todas formas, lo dejé pasar.
Escuché un ruido detrás de mí. Inmediatamente giré la cabeza para ver qué o quién se acercaba hacia mí. Era una señora de limpieza toda vieja pero por cara solamente. No dudé en despejar mis dudas:
- ¡Ah! ¡Ss... Señora! ¿Ya t... te... terminan de lim... piar el... l... baño de muj... jeres?
- ¿Qué dijiste? ¿Podrías hablar más claro por favor?
- ¡Aahh! ¿Ter... mi... naron de limpiar... el... baño de mujeres?
- ¿Cuál de todos?
(Es que la vieja esta tampoco se daba cuenta de que necesitaba urgentemente un baño). Doblé una pierna juntándola con fuerza a la otra, y como pude, con todo y suspiros y gemidos, indiqué en dónde estaba el baño que necesitaba.
- ¡Es... ss... tá por allá! ¡Aah! - No aguanté la posición de la pierna doblada, y regresé al clásico de las piernas juntas hasta las rodillas, y las manos en mis intimidades.
- ¡Yo creí que ya habían terminado de limpiarlo! ¡Estas niñas nunca obedecen a su trabajo! ¡Y luego yo tengo que hacer todo! ¡No por nada les pagamos por limpiar!
Vi que la señora se alejaba de mí, ¡sin haberme indicado dónde había un baño cerca! La señora estaba furiosa por algo que no logro recordar... es que estoy muy concentrada aguantando el pis que ya estaba por salir. Dijo sobre unas niñas o algo que no trabajaban. Como sea, mi mente quedó en el acuerdo de que ese baño de mujeres no se abriría en largo tiempo. Ya no sabía qué hacer. En cualquier momento mis padres se desconcentrarían de ver la película y empezarían a buscarme de inmediato. En cualquier momento mis piernas ya no responderían. ¿Y si alguien me asustaba? Si eso pasa, sin duda me orinaría encima ahora mismo sin poder evitarlo. Quisiera estar totalmente seca, sin ninguna gota de pis que se haya escapado. Así estaría menos desesperada.
A lo lejos vi al demonio en persona acercándose: ¡la maldita rata de la chica molestosa! Si me hace una broma o me hace pensar en cosas para que me orine, de hecho terminaría orinándome en su cara y frente a las demás. Sin duda sacarían todas sus celulares y subirían a toda red social un video de una chica que estaba orinándose en el pasillo del cine, ¡y sin temor pondrían mi nombre en el título!
¡Todas estas cosas me pasan por haber cometido la estupidez de beber tanto líquido por comer cosas que secan la boca y no haber tenido tiempo de ir al baño en un momento adecuado!
La paciencia se me había acabado completamente. Decidí tirar la toalla respecto a mi buena reputación con las personas y lucir bien ante ellas. Me refiero a que a partir de ese momento, configuré mi mente para que yo ya no sienta vergüenza de las cosas. No importa si la gente me veía mordiéndome los labios, llorando de la desesperación, con las manos en mis intimidades (no importa lo que pensara la gente), con las piernas dobladas y temblorosas, con uno de mis ojos cerrados, con mi barriga hinchada, ¡ya nada que me avergonzara me importaba! ¡Yo solo quiero ir al baño y punto!
Una música de aventura empezó a sonar en mi mente. Justo cuando empezó, opté por concentrarme a fondo en esa canción sin letra. Trompetas, violines, platillos, y más, intensamente tocando. Mi cuerpo se estremeció al experimentar tal cosa de querer hacer pis y escuchar mentalmente una canción, es que son dos cosas totalmente diferentes, y cada cual tiene su cierto tiempo para pensarlo, o algo así.
Me motivé otra vez, y mi vejiga no se atrevió a soltar ni siquiera una micro-gotita de orina. La mayor parte de lo que estaba conteniendo en mi cuerpo debía llegar al agua de un inodoro para no tener obviamente que contenerlo por más tiempo. No sé si me entienden. Nadie me entiende en este momento. Cómo somos las chicas, especialmente las que quieren ir al baño. Ni siquiera yo misma me comprendo.
¡Ya está! ¡En mí ya no existe la vergüenza! O al menos hasta que orine en un lugar seguro o encima. ¡Ahora mismo, sea como sea, iré al baño aunque la gente me mire raro!
Empecé a avanzar con pasos pesados, pero podía moverme un poco más rápido ya que había perdido la vergüenza totalmente. Seguía concentrándome en la música para tratar al menos de no caer nuevamente en la vergüenza. La música de aventura encajaba perfectamente con mi trágica situación: "Las aventuras por ir al baño" o alguna que otra estupidez que creara mi mente.
No dejé la música para nada. Al primer paso que di, escuché de repente:
- ¡Ahí esta! ¡Vamos allá un rato! - gritó una de las ratas estas. Menos mal que se le escapó el hecho de haber gritado, pues ahora sé perfectamente que todas ellas irían hacia mí para hacer que la misión de llegar al baño me sea imposible. Qué tonta es. Ya no me importaba nada, como dije antes, y empecé a caminar como sea con mi cuerpo totalmente estremecido y retorcido por querer hacer pis.
En uno de los pasos que debía dar, di un mal paso, lo cual hizo que perdiera el equilibrio. Tuve que hacer un sacrificio que ya había hecho antes: quité una mano de mi entrepierna, y apoyé mi brazo en la pared. El haber quitado una mano, hizo que caminara más lento, pues estoy más expuesta al riesgo de hacerme pis encima, pero igual no perdí ni un poco de mis esperanzas. Seguí mi rumbo hacia el baño.
Pude ver que un señor estaba caminando hacia mí, ¡y era encargado de limpieza! Sin dudas me acerqué a él, ¿o él se acercó a mí? No lo recuerdo. Si se hubiese acercado, espero que haya sido con la intención de ayudarme a encontrar un baño.
- Señorita, ¿le ocurre algo? ¿Necesita ir al baño?
- ¡Ah! ¡S... sí! ¿Dón... nn... dónde hay uno dis... sss... ponible?
Se me hizo complicado analizar todo lo que me decía el señor en cuanto a la ubicación del baño:
- Mire esa señora de la gaseosa grande de vaso azul. Sólo vaya una sala más al fondo por este pasillo, y justo a la derecha está el baño de mujeres.
- Eeehhh... eh... ¿Po... podría aa... ayudarme a llegar? ¡No aguanto más tiempo!
- Lo siento, pero tengo que ir a limpiar el baño de hombres de allá.
- ¡Aah~! Y... y ¿no tiene aa... lguna botella oo... algo?
- Sólo la del detergente, es que otra no tengo. Perdóneme señorita, pero no puedo ayudarle en estos momentos. Ingénieselas a partir de aquí. Que tenga suerte.
- ¡Gra... cias! - Mi viaje ya estaba con un destino predeterminado, pero me pareció mal la forma en la que me dijo que me las ingenie aquí mismo. Sentí que no quería ayudarme, pero me ha dado una gran ayuda al decirme dónde hay un baño de mujeres disponible. Mis más sinceros agradecimientos, señor de limpieza. Quise abrazarlo cuando me dio suerte, pero siempre que doy abrazos los doy con fuerza, y ya sabes qué pasaría con mis shorts si hago fuerza en ciertos casos como en un abrazo. Aparte de que mis manos ya estaban cuidando de que no se escapara ni una gota de pis, no podía abrazar a nadie en estos momentos de locura y desesperación.
Quise decirle cuánto quería al señor en este momento, pero lo más probable es que cuando despierte el día de mañana ya se habrá olvidado de mí. Aparte, si mis padres me veían, armarían toda una fiesta con la policía como invitada de honor, y este buen hombre como la pobre piñata.
La música seguía sonando en mi cabeza. Me dolía la espalda un poco de lo no erguida que estaba por aguantar el pis, pero prefiero sacrificar mi cuerpo que todas las consecuencias producidas por orinarme en mis shorts y que todos me vean. Traté de caminar un poco rápido, pero mis calzones estaban tan mojados que no sabía si estaba dejando caer gotas de pis. De todos modos traté de hacerlo como pude para que las ratas no llegaran hacia mí. Estaban lejos, pero he perdido tiempo hablando con el señor para que me indique dónde está el baño. Igual, el señor me ahorró un considerable tiempo de búsqueda. ¿Me quitó tiempo o me ahorró?
Las ratas estaban acercándose hacia mí otra vez, pero me pareció raro que no corrieran. ¿Y si están tramando algo en mi contra? ¡No por favor! ¡No hagan eso! ¡Se los suplico! ¡Estoy a punto de orinarme!
Ya había avanzado bastantes pasos hacia el baño, cuando vi a la señora que ya estaba por voltear. Estaba lejos de ella, y si entraba a su sala correspondiente no volvería a verla jamás. Entonces le supliqué gritando:
- Eehhh... ¡Se... señora! ¡La de botella aa... azul! ¡No s... se vaya aún! ¡Ah~!
Inundada en medio de la vergüenza (cuando hablo dejo de pensar automáticamente en la canción), ella me respondió:
- ¿Qué? ¿Qué ocurre? ¿Quién eres?
- ¡Por favor a... aguarde un mo... men... to!
- ¡Está bien!, pero ¿por qué estás tan preocupada? (Otra vieja que no se da cuenta de mi problema. Al menos se quedó ahí parada) - Ah, uy - la escuché decir. Ahora se ha dado cuenta.
De repente, se escucharon zapatillas rechinar contra el suelo. Provenían desde adentro de la sala de la señora. Se escuchaban cada vez más cerca y más rápido. ¿Quién estará corriendo dentro de la sala?
Aparecen dos chicos corriendo. ¿Qué creen que pasó? Se tropezaron con la señora. ¿Y qué tiene? Su gaseosa cayó al piso. Todo un vaso directamente al piso. Pobre señora que no se ha dado cuenta que ahora hay un gran charco de gaseosa esparcido en frente suyo. Ni siquiera logró poner la cañita (como le pasó a mi papá). Encima que un vaso grande del tamaño de un brazo cuesta mucho comparado con otros locales de comida, todo ese dinero gastado por nada, pero la que más sufría, era yo sin duda alguna.
- Aahhh~... - di un gran suspiro por tratar de aguantar el pis, el cual pude sentir que había salido un gran chorro. Mi vejiga está haciendo todo lo que puede con todo su esfuerzo. Palpé mis intimidades a través de mis shorts. Se habían mojado un poquito. Con tan sólo sentir el húmedo en mis manos, tenía claro que si esa parte era visible, ya estaba delatada como alguien que acaba de orinarse encima. Tenía la necesidad de correr hacia el baño para que no me vea nadie. Tampoco era gran cosa la mancha de mis shorts, pero esa mancha podría agrandarse con el tiempo y a cada paso que doy más cerca al baño, pues como mencioné, mi ropa interior blanca ya estaba totalmente mojada. Estaba insegura si seguir juntando las piernas, pues por física creía que yo misma exprimiría con mis piernas mi ropa interior, y mojar mis shorts sin intención.
No pude utilizar el vaso de la señora porque los chicos lo habían aplastado con sus patas de dinosaurio.
La señora hizo un sonido de queja para luego estallar:
- ¡Oigan! ¡Tengan más cuidado! ¡Mocosos inútiles!
A lo que respondieron esos dos "mocosos":
- ¡Ya! ¡Mañana viejita! - O sea, ¿en qué clase de sociedad vivimos que ahora la gente ya no respeta a nadie? ¡Ni a ellos mismos! ¡Y para colmo seguían corriendo! ¿Hasta dónde vamos a llegar?
Iban a pasar por mi costado cerca, pues había una familia toda ancha a mi costado caminando en fila sin dejar espacio para otra persona que caminara por ahí. Otra vez hablé con desconocidos:
- Eehh... s... señor... ¿puede ir... ss... se un poco mássss... allá, por f... favor?
- Disculpe, señorita - dijo el amable señor y se fue para un costado. Retiro lo dicho sobre eso de la sociedad que dije hace un momento.
- ¡Much... - iba a decirle "muchas gracias", pero estaba hablando con su esposa e hijos. Me ahorré las palabras para concentrarme en aguantar el pis y en la canción.
De repente, mi concentración se vio perturbada por los "mocosos" que le botaron la gaseosa a la pobre señora que aún seguía parada en su lugar, limpiándose el pantalón. Estaba todo mojado. Cómo quisiera yo haber tenido esa gaseosa y que me la hayan botado en mis shorts para disimular que me hice pis encima. Mis piernas se quedarían todas pegajosas por la bebida, pero sólo las lavo y ya. Se me escapó un poco de orina al pensar en eso, pero no fue tanto.
Los dos chicos estaban acercándose hacia mí, pero por mí no se acercaban. Uno estaba persiguiendo al otro, y no ambos a mí. Eso me alivió un poco, pero tuve un mal presentimiento al ver la intensidad con la que corrían. Parecía que nada iba a detenerlos. ¿En dónde están sus padres para que les enseñen cómo comportarse en un cine?
Sentía que mi misión iba a fracasar por estos dos trenes que parecía que iban a atropellarme sea quien sea que se encuentren en el camino. ¡No! ¡Haré todo lo posible para llegar al baño aunque sea con mi ropa mojada! No me atreví a retroceder por nada, pues si avanzar ya me costaba, retroceder iba a ser peor. No podía avanzar rápido, porque aparte de que terminaría de mojar mis shorts, ¿quién sabe por dónde van a pasar estos dos chicos? Ya no podía pedirle más permiso al señor, pues quedaría disgustado conmigo, y lo peor que podía hacer es colocarme detrás de la familia, pues tendría que dejar la sagrada pared que me ayudaba a sostenerme. No me quedó más opción que recibir el choque de estos dos trenes que salvajemente se acercaban hacia mí.
Estaban a tres pasos de mi ser, cuando con las justas pude gritar:
- ¡Cuidado! - salió toda la palabra de una sola vez. El chico que iba adelante del otro miró hacia atrás para ver si el otro no lo alcanzaba, y por hacer eso no pudo verme sino cuando ya se había chocado conmigo. La familia ancha sí pudo evitarlo, o mejor dicho el señor, pero yo...
- ¡Aahh~! - di otro casual gemido por aguantar el pis, pero esta vez sí fue silencioso ante tal mentalidad que tiene un hombre de la edad de los dos chicos que se chocaron conmigo. (Creo que no fue necesario mencionar ese aspecto, pero bueno).
Casi pierdo el control. Me habían empujado mucho hacia atrás, tan fuerte que me vi obligada a sostenerme con una mano que rápidamente la había quitado de entre mis piernas, y como no me sentía preparada ante tal cambio de posición tan repentino, se me había escapado un chorro de pis un tanto grande. Creo que ahora sí mis shorts se notaban mojados al palparlos. A pesar de haber eliminado todo ese pis de casualidad, sentía las mismas ganas de ir al baño desde que entramos a la sala. Quería irme corriendo al baño para que nadie me viera, pero lo bueno es que no había mucha gente viniendo del lado de donde está el baño. El problema era al salir: la cantidad de gente que iba a haber allá afuera, más las personas que vería a donde vayamos a comer las hamburguesas, qué dirían las personas que conozco: amigos, parientes...
¡Mis padres! ¿Y si quieren preguntarme algo en este mismo instante? ¿Y si me preguntan si me asusté al ver la película? ¿Qué iba a hacer?
Se me acababa el tiempo de resistencia de mi vejiga y de seguir buscando un baño por mis padres o las ratas esas que en cualquier momento me verían.
Miré hacia atrás cuidadosamente, y las ratas estaban más cerca de lo que esperaba, a pesar de que estaban caminando. Pero yo también estaba más cerca del baño de lo que esperaba, unos veinte o treinta pasos de la puerta, creo.
- ¡No! ¡Se... señora, es... pere! - ya estaba yéndose, aunque no sé por qué le dije eso si ya podía ver la puerta del baño entreabierta. Extendí mi brazo hacia al frente con la mano abierta, como si estuviera diciéndole a la señora "¡No te vayas!", mientras que mi otra mano hacía su función de guardia.
- ¡Tengo que ver cómo quitarme... - iba a decir la señora, pero la interrumpí:
- ¡Ok, no importa! - dije rápidamente. La señora se fue, dejándome abandonada en el gran pasillo.
Ahora sólo quedaba yo. Delante de mí no había nadie. No me gusta estar sola. Me da miedo más en lugares públicos porque me siento muy desprotegida. No pude evitar soltar algunas cuantas gotas de pis por el miedo que sentía, pero me motivé diciéndome que ya faltan pocos pasos para llegar, y que nadie iba a matarme. ¡Aquí se acaba mi aventura por fin! ¡He encontrado un baño! ¡Y no había nadie! Ah, no, sí había alguien: una señora de limpieza. El tener a alguien cerca me tranquilizó un poco, pero igual mi vejiga estaba al límite. Ya no podía resistir más. Entre más avanzaba al baño, más ansias sentía por dejar salir toda esa gran cascada de pis fuera de mí.
Como sea, tuve que hacer un gran reto: el baño quedaba en la pared derecha, y yo estaba en la izquierda. ¿Por qué no se me ocurrió fijarme en la otra pared hace rato?
No sé si hacerlo de golpe o poco a poco. Si voy de golpe, por ser un movimiento brusco, me orinaría encima, incluso antes de llegar a la otra pared; y si lo hago de poco a poco, las ratas llegarían más rápido a provocarme ganas de orinar. ¿Qué debería hacer?
Analicé eso en menos de un segundo. Giré la cabeza, y el grupito estaba a tan solo unos cuantos pasos de llegar hacia mí.
Traté de caminar lo más rápido posible hacia el baño, pero justo al dar el tercer paso, la líder se acercó a mí. Tenía mucho miedo por lo que me iba a hacer, hasta que finalmente me dijo:
- ¡Mira hacia dónde vamos! - las demás también la siguieron, como si no tuvieran nada más que hacer. ¿Hacia dónde fueron? Hacia el baño. Lo hacían por molestarme. ¡Ahora no van a salir nunca! ¡Era mi único baño disponible! ¡Y no llegaría al anterior que estaba muy lejos a tiempo! ¡Van a quedarse encerradas ahí y van a esperar a que me orine encima! ¿Por qué son así conmigo? ¡No les he hecho nada malo! ¡Por favor, déjenme ir al baño! ¡Lo necesito muy urgente! ¡Por favor!
Estaba llorando de la desesperación. En pocos segundos mi vejiga iba a dejar de hacer fuerza. Mis piernas estaban matándome. Ya no resistían más. Me dolían mucho y temblaban como nunca, pero ya estaba muy cerca. No podía rendirme aún, y estando tan cerca del objetivo. Mis manos estaban adormecidas de tanto estar apretando mi intimidad todo el tiempo. En lugar de tenerlas entre mis piernas, cogí con fuerza las mangas de mis shorts. No le veía la utilidad, pero me ayudó un poco al aguantar el pis de una forma más cómoda, pero no servía de largo tiempo como tener las manos entre las piernas. Tuve que retorcerme para encontrar una posición para aguantar, teniendo que hasta agacharme y recostarme contra el suelo de rodillas. Mientras me retorcía y buscaba una posición para retener la orina, empecé a pedir desesperada llorando a gritos:
- ¡Por favor! ¡Abran la puerta! ¡Necesito ir al baño urgentemente! ¡Déjenme entrar, se lo suplico! - mi vejiga estaba empezando a debilitarse. Toqué la puerta como si alguien fuese a robarme. Estaba soltando varias gotas de orina que lograron atravesar mis shorts. Algunas ya estaban formando un insignificante charco. Ya se notaba una mancha oscura en mis shorts claros, y volvió a escurrirse una gota por mi sensible pierna. ¡No otra vez! ¡No voy a orinarme por una gota estúpida! ¡Resiste! ¡No falta nada!
En ese mismo instante, la puerta se había abierto milagrosamente. Las ratas estaban caminando de espaldas. ¿Qué estará pasando? ¿Habrán visto algo? ¿Algo asqueroso? ¡No! ¡La señora estaba botándolas del baño con la escoba! ¡Qué suerte que estas idiotas sean así de asquientas por una simple nube de polvo! ¡Si la señora no hubiese estado ahí adentro, yo estaría ya toda orinada! ¡Menos mal que tenía una escoba a la mano! ¡Mi misión ya está cumplida! ¡Por fin, todo este delirio se va a través del inodoro!
La señora terminó de abrirme la puerta, la cual era bastante ancha. Mientras yo entraba, las ratas seguían siendo empujadas hacia fuera del baño por la escoba de la señora.
- ¡Pasa, hija, rápido que se ve que vas a hacerte pis! ¡Mira tus shorts, están mojados! - me dijo todo eso en un santiamén.
Mis pobres shorts, tan lindos, claros, cómodos, aflojados, raros; estaban manchados de orina por la entrepierna. Entré al baño con la mano entre las piernas por última vez, mientras que la otra mano la iba a usar para abrir la puerta del inodoro. Rápidamente me vi en el espejo, y en mis shorts se notaba una particular mancha oscura formada por mi pis. Aunque mis shorts estén mojados y lo noten, ¡no voy a rendirme ante nada! Como sea, pensé en el desenlace de esta tragedia: abro la tapa del inodoro, orino tranquila y voy de vuelta a la sala. Quise entrar al baño de más al fondo, el que por alguna razón me gustaba más, pero la puerta estaba atascada, y no tenía fuerzas o alguna que otra técnica para abrir la puerta. Voy a la siguiente puerta, y sin querer, interrumpí a una señora que estaba tan concentrada y ocupada ahí dentro. Quedaban otros cuatro baños. El tercero, justo cuando entré, me di cuenta de que no poseía picaporte. Salí inmediatamente. En el siguiente baño, la tapa estaba muy sucia, y mientras la limpiaba iba a orinarme por falta de tiempo. El que sigue estaba fuera de servicio en el sentido de que la palanca no funcionaba, y los desechos iban a acumularse ahí, causando una pestilencia horrible. ¿Enserio todos los baños están así de descuidados? (Me había olvidado de que más entran al que estaba cerrado). ¡Cinco de seis inodoros no puedo usar en este baño! ¿Qué será del último? ¿También estará malogrado o algo? ¡No! ¡Sí era útil! ¡No por nada todos los señores de limpieza me han ayudado a llegar hasta acá!
Desabotoné mis shorts con las justas, pues mi vejiga se había hinchado tanto que hizo crecer mi barriga un poco. Igual tuve que apretarla un poco, y tuve que dejar salir un poco de pis, aunque mis shorts se mojaran más. No fue un gran chorro, en cambio la mancha se hizo más notoria, pero era eso o hacer una gran mancha a nivel de todo mi short y que la gente se dé cuenta a simple vista. De todas maneras, se darían cuenta, pero es preferible la pequeña mancha.
La señora de limpieza seguía botando al grupo de ratas del baño, que habían entrado al baño tan solo con la intención de molestarme y estar jugando aquí dentro, según lo que oí gritar a la señora.
Como sea, la poderosa y muy polvorienta escoba de la señora ya estaba terminando con el grupo ese, y yo estaba terminando con mi misión, la cual aseguré nunca más tener que hacerla de nuevo.
¡Mi vejiga estaba tan ansiosa por deshacerse de todo ese líquido que empezó a relajarse demasiado! Me pasa por saber que voy hacia el baño. No sé si me entienden, pero tuve que buscar otra posición para aguantar mejor el pis. Sé que estaba justo en frente del inodoro, pero sentía que si me movía, no iba a darme tiempo de abrir la tapa sin haber mojado por completo mis shorts. Me quedé paralizada de nuevo, pues estar parada ya no me funcionaba de casi nada, y al buscar otra posición tendría que moverme. Cerré los ojos para visualizar cómo se cerraban todos los músculos que abrían y cerraban mi vejiga. No creo que funcione a estas alturas, pero algo debía hacer. No sé si era sólo un músculo o varios, pero me da igual. Yo solo quiero retener el pis con seguridad.
Cuando tomé de nuevo el poco control que tenía sobre mi vejiga, quise avanzar lentamente hacia el inodoro, pero de repente, pasó lo que no me esperaba:
Ya faltaban pocos empujones por parte de la señora para alejar a las ratas esas del baño, y justo al querer dar el último empujón, una de las ratas seguidoras gira rápidamente, y le gritó a la señora:
- ¡Señora estúpida! - y lo que seguidamente hizo fue un gran pedazo de malcriadez: justo cuando insultó a la señora, alzó su mano para botarle la escoba de las manos, y al hacer eso, le quitó esa parte de la escoba que empuja la basura o tierra. Como la escoba estaba en el aire, la parte esa cayó al suelo, y como estaba polvorienta, al caer hizo una gran nube de polvo que se esparció por todo el baño. Lo peor de todo es que yo estaba justo detrás de la señora.
El polvo se fue directamente a mi nariz. Mis manos ya estaban ocupadas en un encargo muy importante, y no podía taparme la nariz, y a pesar de contener la respiración, me pasa lo peor: me dan ganas de estornudar.
A la mente se me vino de la nada un tren que mientras estaba pasando por un puente, éste se destruye de repente. Al pensar en eso, no quise ser el tren, y no quería que mi vejiga sea el puente.
¡No! ¡No lo hagas! ¡No estornudes! ¡Has llegado tan lejos! ¡Ya he abierto la puerta! ¡El objetivo estaba debajo de mi nariz! (Al igual que el polvo). ¡Estás a dos pasos del inodoro y no vas a fallar una misión tan importante y urgente por una causa tan estúpida como estornudar! ¡No voy a orinarme por querer estornudar! ¡No me voy a rendir, no me voy a rendir!...
...hasta que sucedió lo que no me esperaba...
Sentí un cosquilleo en mi nariz. Involuntariamente respiré de golpe tres veces, hasta que pasó lo que terminó de mala manera con mi misión. Estornudé.
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ActionADVERTENCIA: Esta es una historia fetiche (omorashi). Depende de ti si quieres leerla. Si chicas tratando de llegar al baño y terminan orinándose no es lo tuyo, mejor no lo leas. WARNING: This is a fetish story (omorashi). It depends on you if you w...