La Película (Parte 5)

721 6 1
                                    

- E… es… que… - No quería decir nada, pero no tenía cómo ocultarlo. Precipitadamente, mis piernas empezaron a temblar y a perder la sensibilidad, por lo que empecé a acostarme en el suelo. No echarme, sino que tomé la posición en la que estaba orinándome, sentada encima del charco. Con manos temblorosas, acomodé sutilmente mis manos en mis intimidades de nuevo, y me dejé caer. Estaba un poco más delante de donde planté mi charco de pis. Ahí fue donde tímidamente confesé mi situación.
- No… no pude… Me… - Mi voz empezó a temblar. Por mi rostro sentí un agobiante calor, como si mi corazón se hubiese subido hasta ahí. Empecé a estremecerme del miedo por la sucesiva reacción de desprecio de la señora.
- Es que… Tuve… un… - Sólo eso me atreví a decir. Encima que lo dije tartamudeando, era incapaz de decírselo. No confío en ella, a pesar de haberme dicho que permanecerá en secreto, pues quién sabe si de verdad lo mantendrá así o lo va a divulgar entre la multitud.
- ¿Un qué? ¡Dímelo rápido que mi película ya va a empezar! – me avisó la señora. Es que cuesta decirle la verdad a alguien, encima cuando es embarazoso. Tan amable se muestra esta señora que hablarle grotescamente sí iba a ser publicado. Diría a los demás algo como: “Cuidado con esa malcriada y cochina niña”. ¿Y si mis padres están buscándome y se encuentran con la señora esta y me señala?
De repente, escuché balbuceos provenir desde afuera del baño. Eran unas voces que se me hacían familiares. Venían juntas, asordando a cada persona que pasara cerca de ellas, riéndose a carcajadas, tenían acentos especiales, y más características de una voz anormal. No sabía si eran hombres con voz aguda o mujeres con voz grave. Parecía que estaban imitando a alguien. Luego, pude reconocer su voz cuando la devolvieron a la normalidad. ¡La rata líder estaba acercándose! Mi cuerpo no evitó agitarse cada vez más. Sentía una gran prisa por salir de aquí. Este baño más me parece que es una habitación de torturas que un baño tal cual dicho. ¡Hubiesen sido mis padres! Así, la culpa se la echarían a la señora, y sería mi responsabilidad poner una excusa, pero estas ratas ya sabían que quería orinar desde un principio, y como son así de malditas, me van a delatar en frente de la señora. Le dirán que me he hecho pis en mis shorts. Bueno, yo también iba a hacer eso, pero de una manera más discreta. En cambio, ellas de una sola vez iban a decirle en seco: “¡Se ha orinado encima!”. Lo peor de todo es que ellas también son adolescentes, y no recuerdo si están usando shorts de la misma y popular marca que los míos, o los de la señora. Espero que no los usen, así tendré en cuenta al menos que no saben cómo son esta clase de shorts. Si los usaban, instantáneamente detectarían con sus ojos de rata el tono de color extraño en mi ropa, y lo relacionarían con las ganas de orinar que he tenido en todo el transcurso.
Tenía que decirle de alguna manera a esta señora que me hice pis, pero no encontraba los términos adecuados para hacer que se lo tome como algo natural, como un pequeño accidente que a cualquiera le puede pasar. No quería que se me quede viendo con mala cara, así que pensé en una buena excusa que cubra mi orina en mis shorts que tenga decencia, para que de esa manera mantenga el secreto.
- Es que… He venido bebiendo bastante líquido desde casa… y… de casualidad… el baño de al fondo estaba cerrado… y… cuando traté… de llegar aquí… vinieron unas chicas… que impidieron que… eehh… que llegue a tiempo… y… - yo creo que con haber mencionado eso, ya se puede más o menos deducir mi particular ocurrencia. Antes de soltar las últimas palabras, las ratas estaban a pocos pasos cerca de la puerta. La señora volteó para mirarlas, y luego justifiqué quiénes eran esas chicas de las que estaba hablando:
- ¿Lo ve? Ellas son de quienes estoy hablando. Son ellas – dije impacientemente -, ellas hicieron… que… hiciera…
Mi nuca se recalentó, al igual que mis orejas. Empecé a sudar del nerviosismo. Pude sentir que mi sangre fluía muy rápido.
De pronto, unas largas piernas aparecieron detrás de la señora. Unas piernas perversas. Parecía que iban a patear a la señora que aún se encontraba un poco agachada mirándome. Lo digo por la conducta de estas animales.
La líder puso una cara de curiosidad y desagrado. Las demás se quedaron atónitas. Una la miró, y le susurró al oído algo que no pude escuchar. Con mi vista de halcón, leí sus labios. Pude ver que decía algo como: “Seguro ya se hizo pis encima”. Me asusté mucho, pues ahora la idea la tendría la rata mayor, y en cualquier momento suelta la noticia. No debía haber tomado esta posición de nuevo. Sin pensarlo, me levanté sin terminar de confesar mi accidente a la señora. Antes de explotar de la furia, pude ver con el rabillo del ojo que la señora había volteado para mirar a las ratas. Qué maleducadas que son. No deberían de estar hablando a las espaldas de alguien. ¿Y si estaban hablando de la señora? No sé. Retrocedí a donde estaba la compuerta de las cosas de limpieza. Estaba muy enojada. Estoy cansada de que estas estúpidas estén molestándome por cualquier cosa. Si me molestan verbalmente, simplemente lo ignoro, y problema resuelto, pero esta vez sí que se pasaron. Hasta me molestan en Facebook u otras redes sociales diciendo tonterías sobre mí que ni siquiera son ciertas, aunque más lo hace la líder. Quieren humillarme. Si ellas no hubiesen venido, hubiese llegado a tiempo, pues no habría nadie que me cerrara la puerta intencionalmente. Voy a tirarles el balde este de agua, aunque las personas digan que estoy loca. Aproveché que no he lavado el trapo que estaba mojado de mi pis para exprimirlo en el agua del balde. Obviamente no lo hice todo al instante, pues puede que apunte mal y le caiga todo al piso o a la señora, o me gane el peso y me caiga a mí misma. Mi plan estaba armado en parte. El balde estaba casi todo vacío, pero igual era bastante como para bañar completamente a la líder. Todo el tiempo mi centro de atención respecto al grupo de ratas era la líder, pues ella organizaba todos los ataques en mi contra. ¿Por qué son todas así como ella? ¿Por qué no actúa cada una a su manera en lugar de seguir como marionetas a la principal? Pobre de todas ellas que no saben a dónde ir. Es que nunca voy a entender cómo se ha formado ese grupo de bestias. Si tan solo no se hubiesen conocido, no me harían la vida imposible como ahora o desde hace muchísimo tiempo, pues una de ellas sola no vale nada, ni la líder sola. Desde que empecé mi secundaria han mentado a mis padres, han hablado mal de mí, ¡y ahora han hecho que me haga pis encima! ¡Y en un lugar público!
No me importa lo que diga la señora o mis padres si es que pasan por aquí, ¡voy a vengarme por fin después de tantos años! Ha querido humillarme, ¡y ahora yo lo haré! No voy a perder la gran oportunidad. Sentí que la presión se me había subido. Me sentía con mucha energía que se iba directo a mis brazos para tirarle el balde con fuerza. Puede que luzca como una malcriada por lo que voy a hacer, pero ya me tienen harta. No hay nada más que hacer para controlarlas. Menos mal que sus padres no están aquí, y puedo matarlas si quiero, aunque me quedaré con las ansias por el resto de mi vida, para prevenir peores ocasiones.
Caminé lentamente a la compuerta, la abrí y saqué el balde que estaba por acabarse. Mientras lo cargaba, escuché una conversación un poco taciturna, teniendo en cuenta que la señora no hablaría mal de mí con ellas:
- ¿Ustedes la conocen? – preguntó la señora.
- Claro que sí la conocemos. Es una de mis mejores amigas y es parte de nuestro grupo que siempre viene al cine. Sólo estábamos esperándola – dijo la líder. Encima de molestarme es toda una hipócrita y mentirosa. Están esperando a que se vaya la señora para seguir molestándome. No sé si se acuerda de que estaba contándole el secreto. Igual no le hice recordar.
- ¿No que íbamos a decir que… - dijo una de las ratas de su costado en voz baja.
- Claro que sí. Sólo espera, querida – susurró la rata líder interrumpiendo a la otra. ¿Esperar a qué cosa? Si es para decir que me he hecho pis, pues sigan esperando. No se esperan a lo que viene de mi parte.
Le llevé el balde a la señora y exprimí el trapo en frente suyo. Volvió a mirarme. Las ratas no habían visto que tenía uno, así que consideré que al verme, se harán la idea que había limpiado ya mi charco de pis. Ya no me importa si le dicen a la señora si me hice pis, de todas maneras iba a saberlo.
Mientras exprimía el trapo, continué con mi confesión, mientras que las chicas seguían murmurando cosas.
- Señora, lo que iba a decirle… es que… - ya había perdido un poco el miedo a su reacción. Tan solo quería ver la cara de idiota que tendría la rata líder al yo haberla mojado – no fue mi culpa que… aah, es que es difícil explicárselo…
La señora no quiso escucharme más:
- ¿Alguna de ustedes sabe qué es lo que le pasa o qué hizo mal? – preguntó al grupo de ratas.
- Ah, es que ella es un poquito torpe a veces y se mete en problemas de vez en cuando – dijo una rata que no sabía si hablar o no. No debió hacerlo. Tiene cara de que no debía estar ahí. Encima me dijo torpe. Bueno, es que sí lo soy, pero la manera cómo la dijo y el hecho de que salga de una falsa cara como la suya… La señora no sabe cómo son todas ellas aún. Pronto lo sabrán.
- Es que… No pude… Yo… - empecé a poner mil muletillas para hacer tiempo – Prométame por favor que todo esto quedará entre nosotras, ¿sí? – dije serenamente. Me apoyé en el balde para tranquilizarme. Pensé que ya había llamado su atención, hasta que la rata líder soltó:
- ¿Tan difícil es que lo digas? No es tan complicado. Tan sólo mira sus shorts, ¡Sólo di que te hiciste pis y ya! – y luego empezó a reír con las demás. La señora me clavó una mirada hostil al que no pude temerle, encima que le mentí sobre el jugo de naranja.
Entonces mi corazón me dijo que entre en acción, aunque el plan no esté terminado. A pesar que luego caminaré a la deriva, me dije a mí misma que saldría del baño para que no me delatara nadie al haber tirado el agua. Seré cruel y la culparé a ella, porque se lo merece. Tantas veces ha hecho lo mismo conmigo que ahora le devolveré el favor. “¡Ya, ya! ¡Hazlo!” me amenazaba mi conciencia. Cogí el balde, lo balanceé hacia atrás, y luego grité:
- ¡Si no hubiera sido por ti! – Guau, fue un gran grito, lo más fuerte que he gritado en mi vida. Creo que se escuchó hasta el otro lado del pasillo. Ya me encontraba afuera. La señora se asustó, haciéndose para un costado. Le di al blanco. Mi pis que estaba mezclada en el agua, ahora un poco de este encima suyo, ¡sabiendo que esta tonta es asquienta hasta con el polvo! Se mojaron la rata líder y un poco las otras dos que estaban a sus costados. El cabello de la líder quedó totalmente destruido estéticamente. ¡Lo que no sabe es que se quedará oliendo a pis dentro de un rato! Quería burlarme de ella en ese momento, pero estaba tensa otra vez. Nunca he hecho algo extremo en mi vida. Se quedó boquiabierta cuando le cayó todo el agua. Estaba muy fría. Separó sus brazos y piernas, luego dio una gran respiración. Estaba completamente mojada. Me regocijé por la puntería que no me había fallado. Su polo estaba mojado por delante, al igual que sus shorts que por suerte no eran de la marca que los míos (que aún siguen mojados). Cuando le tiré el balde, lo lancé de vuelta al baño. Ahora estaba vacío, y lo tiré como caiga, sin apartar la mirada de la rata. Cayó parado, pero quedó en medio de todo el baño. No me importó. Quería morirme de risa cuando le tiré el agua, ¡con todo y trapo! ¡Estaba sobre su cabeza!
Seguidamente, apartó su pelo, exhibiendo su rostro. Cogió el trapo de su cabeza y me lo tiró. Lo esquivé agachándome por intuición, por moverme al azar. Una de las ratas acompañantes quiso empujarme, pero empujé su brazo antes de que me golpeara. Las demás sólo se defendían a sí mismas.
- ¿Qué es lo que te pasa? ¡Tú eras mi amiga! ¿Por qué me has tirado el agua? ¡No te hice nada!
De cada uno de sus pelos caían muchas gotas de agua sucia. ¿Por qué no decir que el agua está contaminada? Así la haré sufrir más.
- ¡Cuidado que es agua sucia! – advertí a la rata. Ella sacudió sus extremidades y luego me gritó:
- ¿Por qué me haces esto? ¿Yo qué te he hecho? ¡Yo no hice nada!
Me daba rabia que hasta lo dijo con voz llorosa para que la señora lo crea. No sabía cómo defenderme ante esa reacción, pero por algo le he tirado un balde con agua, aparte de que ya le dije a la señora de que unas chicas me impidieron llegar a tiempo, pero tenía que recordárselo, pues sino el baldazo de agua no tendría fundamento.
- ¡Ella es! ¡Más su grupito que impedían que llegue a este baño! – le dije a la señora - ¡Estas son las chicas de las que le hablé antes! – y luego le dije a la rata: - ¡Tú solo eres una insensata estúpida que no merece gozar de la vida! ¡Sólo la vives para torturarme! – empecé a llorar. Yo sí de verdad, no la rata que fingía su voz. Es que no me gustaba herir sentimentalmente a las personas ni decir esas cosas, pero ella era todo eso, sinceramente.
Me sentí fortalecida y con esperanzas en ese momento, ya que vi hasta el fondo del pasillo en un abrir y cerrar de ojos y no había casi nadie. Sólo un señor volteó a verme. Menos mal que no era mi papá, pues me hubiese gritado desde ahí mismo o empezar a seguirme, pero aquel hombre no me dio importancia y fue a su sala. Antes de poder seguir, la señora resaltó nuestras acciones:
- ¡Deberían de darles vergüenza! ¿Qué clase de educación reciben todas ustedes? ¡Qué suerte que no soy su madre! – Me quedé petrificada cuando dijo eso, al igual que las ratas. ¿Quién se cree esta vieja? ¡Y se va! ¡Nos deja en seco diciendo que ella no es nuestra mamá! En ese caso, no quisiera tener a estas ratas como hermanas. Sería un motivo válido de suicidio.
No iba a moverme hasta que la señora vaya a su sala o desaparezca del pasillo. Así lo hice. Me puse a pensar si esa señora estaba enferma, pues nadie como ella te pregunta sobre tu vida, te dice que no es tu madre, es testaruda, y todo eso en una sola persona. La señora ya estaba por dar la vuelta a su sala. Cuando ya iba a perderla de vista, pensé en lo próximo que haría para evitar a las ratas de que me acusen. No podía irme a la sala, pues me seguirían hasta allí, y sabiendo que ahora la rata mayor quiere matarme, haré todo un escándalo, y mis padres voltearán y estaré severamente castigada. No podía ir a otro baño, pues la única razón para entrar sería que estén persiguiéndome, y me botarían al instante. Qué mal que este sea el único baño al que casi nadie entra. El baño de hombres que estaba justo al frente también es así de impopular, pero en este momento sí había gente ahí dentro. No podía quedarme aquí, o si no me acorralarían todas, y me harían lo mismo de tirarme un balde, incluso más cosas y peores. No había otra manera que perderme entre la multitud de la gente que se encontraba afuera. Tenía que salir del cine, aunque mis shorts estén mojados y oliendo a pis. Creo que voy a tener que dar toda una vuelta por el centro comercial y regresar aquí mismo. Sería una gran carrera. Será divertido. Lo malo es que no sé cuánto tiempo me tomará, pues el centro comercial es gigante, y mientras huyo de estas malditas, alargaría el tiempo. Espero no tropezarme con nadie. No podía regresar habiendo terminado la película. Tenía que regresar un poco antes; ni siquiera sé si se puede regresar al cine así nomás, si es que debía tener alguna prueba de que he comprado entradas o a mis padres para cubrirme. Ni siquiera sabía si mis piernas iban a soportar correr por bastante tiempo, pues tanto he aguantado las ganas de orinar que luego se quedaron temblorosas y adoloridas. Espero regresar con vida.
La líder se acercó enojada hacia mí. Mis brazos se pusieron tensos, cerré los puños muy fuertemente, y traté de evadir sus ataques. Yo no quise golpearla, no obstante lo hice cuando me dio un fuerte tirón de los pelos.
- ¡Maldita! – dijo castañeando los dientes -, ¡acabo de salir del salón de belleza! ¡No sabes lo que me ha costado! – me dijo. Ignoré todo eso. Yo solo quería liberarme de sus manos.
- ¡Aaah! – di un fuerte grito por el jalón que me dio - ¡Suéltame! – y no me soltaba. Muchas personas al fondo y cerca de nosotras se quedaron mirándonos. Las otras ratas no sabían que hacer. Sólo se quedaron ahí paradas. Derramé un par de lágrimas por el dolor, ahora me dolía la cabeza, y seguía haciendo el intento de que suelte mi cabello. No tenía otra que darle un buen puñetazo en la cara. Me di la vuelta tan rápido como pude… y… *le da el puñetazo*.
Hasta a mí me dolió. No voy a golpearla más. Creo que se rompieron los huesos de la mano, pues me dolían mucho, pero habrá valido la pena. No la noqueé pero sí que no pudo moverse. Tanto mi cabello como el suyo estaban estropeados, pero el mío era cuestión de moverlo y ya. Como sea, ella se quedó agarrándose la cara que ahora estaba desfigurada, exagerando. Tan sólo… ¡Le he sacado sangre! Me arrepentí un poco de haberla golpeado, pero no dejé llevarme por mis sentimientos y mi pasividad, y empecé a correr afuera del cine. No importa que la gente me dijera que no corra, ahora yo era como esos chicos que me atropellaron cuando quise ir al baño. Ahora yo era la maleducada. No debí haberle lanzado el balde de agua. Aunque las personas me dijeran que tenga cuidado, no iba a hacer caso a nadie hasta que las ratas me hayan perdido de vista. Era obvio que no iban a perderme de vista habiendo cruzado tan sólo el gran pasillo (que por alguna razón se me hizo muy corto), y no iban a contentarse buscándome en el cine. Irían y me acusarían hasta con la policía si es que quieren persiguiéndome por todas partes. La película dura dos horas y un poco más. Tengo que dejar que pase la hora mientras huyo, y aunque llegue toda sudada y apestando a orina, regresaré a la sala y saldré con mis padres a tiempo.
Casi me olvido de decir mis datos al señor encargado de la gente que entra y sale. Estaba muy apresurada por salir. Un par de veces no me entendió. Espero que no me pregunte nada por qué me froto tanto la cabeza.
- ¡Señor! Voy a tener que salir un momento porque… - no se me ocurría nada para cubrir la verdadera necesidad de salir, hasta que dije entre lágrimas: - …tengo que despedir a una amiga que se va de viaje y…
- Está bien, tranquilícese. ¿Sería tan amable de darme sus datos personales? – me pidió el buen hombre después de ojear por todo el cine para encontrar el motivo de mi llanto.
Le dije mi nombre, apellido, el número de sala, y me dejó salir, aunque no sabía si hacer esto es seguro. Puede que se le olvide la lista o la extravíe, o el señor deja de atender y viene otro.
Antes de salir vi que una rata estaba tratando de ayudar a la líder, pero ella sólo se levantó, limpiándose la sangre de la boca, y emprendió marcha. Ella estaba delante de las demás, todas siguiéndome.
No sabía si la rata iba a regresarse a su casa para contar todo lo que hice a sus padres o quedarse vagando por aquí o pidiendo ayuda. Creo que primero iba a hacer lo último y luego irse a casa. Tuve miedo de eso, pero seguí corriendo. Ya estaba por doblar hacia la derecha, donde está la gran puerta de entrada. Saliendo, me tropecé con un señor. No me dijo nada cuando me topé con él. Salí al aire libre. Mis shorts seguían mojados, aunque un poco menos. La entrepierna seguía mojada, la parte trasera y las piernas también. Solo los costados estaban por secarse. Me dio un frío que no pude soportar. Seguí corriendo para no perder calor.
Me puse a pensar en lo que dijo una rata: Dijo que era tonta, y sí, lo soy, y justo ahora. Simplemente debí dejar que la señora me viera con mala cara y se vaya, pues sólo era una persona, y dejar a las ratas reírse, e ir a la sala y esperar a que acabe la película, pero no. Termino metiéndome en un lío, no peor que las ganas de orinar previas. Si hubiese llegado a tiempo, no se burlarían de mí y no tendría que confesar nada. Espero salvarme de esta.

La PelículaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora