La Película (Parte 3)

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- ¡Aatchíss! - automáticamente mi vejiga dejó de funcionar, como si los músculos que retenían toda la orina hubiesen desaparecido al instante. Mi cuerpo se había sacudido enormemente ante tal estornudo, y eso provocó aún más la salida de la orina. Había salido un gran chorro casi de golpe. Mis shorts estaban mojándose aún más. Los músculos de mi vejiga ya no podían contenerme. Se han bloqueado completamente. Sólo las piernas me servían para retener la orina, lo cual no sirvió de casi nada, ya que estaban muy débiles y temblorosas, hasta me dolían. Igual las junté, soportando el dolor. Por mis piernas se escurrían otras gotas de pis. Mis piernas todavía eran sensibles al tacto, lo cual puso aún peor la situación. Estaba esperando a que pueda recuperar el control de mi vejiga cuando me había quedado paralizada, pero justo cuando logro recuperar el control, la rata esa tira la escoba al piso que esparció la nube de polvo.
- ¡Ah~! ¡No! ¡Aún no... sal... gas! - grité desesperadamente. Menos mal que hasta apenas lo escuché, ya que lo impedían los gritos de la señora de limpieza que renegaba por su escoba.
Ya no goteaba por mi pierna una gota, sino un chorro. Era fino, pero la velocidad con la que caía el pis era bastante grande. Tanta que ya empezó a formarse un pequeñísimo charco en el piso. Mi vejiga ya no resistía más, y todo mi cuerpo estaba en contra de mí. Me dolía la espalda (un poco pero era molesto), mis piernas estaban agotadísimas, mi vejiga había explotado (o al menos así lo sentía), y un larguísimo etcétera. Las manos entre mis piernas ya no servían, sólo estaban mojándose de pis a través de mis shorts. Aun así, no quité mis manos. No importa si se mojan. Mi ropa interior estaba tan mojada que cuando junté las piernas se había exprimido un poco, y creo que por eso mis manos estaban húmedas, y mis shorts estaban mojados, en la entrepierna mayormente. Qué decir sobre mis calzones. Palpé por última vez mis shorts que estaban desabotonados, y había una mancha que poco a poco iba agrandándose y oscureciéndose. Cualquier persona que me viera así, inmediatamente pensaría que me he orinado encima, y se pondrá a pensar y alborotar su mente de que por qué no he ido antes, que debí aguantar más, que hay muchos baños en un cine, que las chicas como yo no aguantamos nada, que soy meona o cualquier cosa que se le venga a la mente a quien me viera, o simplemente reírse de mí.
Recién me di cuenta de que había alguien más en el baño. Era una señora. No me había dado cuenta recién en realidad, pues ya le había tocado la puerta, y me respondió con un "¿Qué?". Esta señora sí pudo completar su misión de llegar. No sé si con el mismo objetivo, pero sí con la misma intención de llegar a tiempo y poder hacer sus necesidades en un lugar seguro como en un inodoro. Me alejé un poco del baño donde se encontraba la señora para que no viera el charco de pis que pronto crearé yo misma. Los inodoros estaban muy separados uno del otro. Por eso mismo he llegado a destiempo al único inodoro disponible que había aquí dentro. Debí haber entrado de frente al primer inodoro. Qué tonta que soy, aunque me di cuenta de que me gustaba cuando ya iba a abrir la puerta. A pesar de que la señora estaba a casi cuatro inodoros lejos del mío, tenía miedo de que dijera o pensara algo como: "¿Qué es esa cosa amarilla que está acercándose hacia mí tan silenciosamente?" o algo parecido. Lo digo porque un inodoro está siempre ahí para que una persona orine o defeque ahí dentro, y no fuera de él. Sin querer, me alejé del sitio de la señora fuera del mío, es decir, por alejarme tuve que apartarme de enfrente del inodoro que iba a usar satisfactoriamente. Ahora mi inesperado inodoro era tanto mi ropa interior y mis shorts como el mismo suelo. Sentí envidia de que la señora utilice un buen lugar para hacer pis y no yo, o lo que sea que esté haciendo ahí dentro.
Pude sentir en ese momento que por mi otra pierna salía otro chorro de pis. Mis shorts estaban mojándose rápidamente. Se me habían acabado las esperanzas, y para rematar, como parte del polvo aún quedaba esparcido por el aire, me dieron de nuevo ganas de estornudar:
- ¡Aatchíss! - un gran chorro de orina se escurría por mis piernas. Tengo que admitir que ya no podía hacer nada más. Si regreso a mi inodoro, con el paso del tiempo mientras llego (a pesar de ser una distancia tan corta como dos o tres pasos), más de la mitad de mi vejiga ya estaría vacía, o eso creo. Nadie estaba viéndome en ese momento después de estornudar otra vez. Nada me servía, ni las manos, ni las piernas, ni mi vejiga cerrándose mentalmente...
Ya no me quedaba nada más. Después de oficialmente haberme tomado tanto líquido, haberme parado de mi asiento de la sala, de haber salido de allí y de haber llegado hasta acá, cabe destacar algo muy significativo: Oficialmente, me rindo. He perdido la gran batalla otra vez. Como vi que no podía intentar algo más y porque nadie estaba observándome, me tranquilicé, dejé de poner mil y un expresiones faciales, relajé mis piernas, dejé de cruzar mis rodillas, y dejé que mi vejiga se vaciara por completo. Ya no había nada que hacer al respecto. Sólo orinarme aquí mismo en mis shorts. He martirizado a mi cuerpo de una muy mala manera y por mucho tiempo que en algún momento debía dejar de hacerlo, como si me hubiese castigado a mí misma por nada bebiendo tanto jugo y agua en tan poquísimo tiempo. Mientras estaba empezando a orinarme, pensé en todo lo que he tenido que pasar:
Primero, después de almorzar mi plato de ceviche delicioso, me da más hambre y voy a buscar un plátano todo seco.
Segundo, esas dos comidas resecan la boca a quien come de ellas: el ceviche por ser ácido respecto al juguito y el plátano por ser propiamente seco. Al quedar seca mi boca, recurro a una caja llena de Frugos de naranja que me lo tomé por completo. Quedó como si alguien hubiese lavado la caja.
Tercero, el haber comido me provocó sueño. Voy a dormir, y cuando despierto después de más de una hora de haber dormido, despierto con la boca seca y apestando. Y luego voy a buscar una botella de agua Cielo que siempre vienen llenas hasta el tope, cumbre, alto o como quieran llamarle. Me tomo más de la mitad de esa botella casi sin respirar.
Cuarto, la paciencia de mi papá no me permitió ir a orinar antes de venir aquí al cine. Faltaban cinco minutos para irnos y yo no estaba lista. Encima, mi papá me jala del brazo con mucha fuerza antes de entrar a la sala, y al zafarme, derramé las primeras gotas de pis, dándome tal necesidad de orinar.
Quinto, la vergüenza que tenía que pasar si es que la gente veía que quería orinar, y que lo demostraba así en público.
Sexto, la chica más molestosa venía con su grupo de amigas a molestarme para que me orine encima. (Al parecer han conseguido que me orine). Imitaban mis movimientos, hacían sonidos que me provocaban orinar y me hacían pensar en cosas relacionadas con agua cayendo. Ahora sí lo digo porque ya estaba orinándome encima. Y ya no era necesario pensar en esa agua cayendo. Simplemente agacho mi cabeza y ya lo veo en vivo y en directo.
Séptimo (o siete básicamente), las cosas que me provocaban reír, como el hecho de que se le cayera la gaseosa a mi papá sin siquiera haber puesto la cañita dentro del vaso o el pensar que los señores de limpieza tenían que sacar hasta pedazos de caca asquerosa de hombre fuera del inodoro de ahí del redundante baño de hombres.
Ocho, los anuncios que pasaron antes de que empiece la película, que aparte de que por sí, los que vi eran relacionados con el agua o líquido de algo, y yo me moría por orinar, hacían más largo el tiempo de estar sentado ahí en la sala y tener que esperar hasta el final de la película.
Nueve, había tomado una mala posición cuando me senté. A pesar de estar aguantando sentada e inclinada, en algún momento tenía que pararme para ir al baño, y en ese tiempo, inclinarme hacia atrás iba a hacer que se me vayan unas cuantas gotas de pis. Es que mejor aguanto parada que en otra posición. Aparte, mis manos estaban sudorosas y frías, y tenía que ponerlas en algún sitio para aguantar mejor el pis.
Diez, de lo noveno, el estar parada iba a despertar la gran curiosidad de mi papá por todas las cosas. Si con tan solo pararme antes de que inclinarme hacia atrás fuese un gran sufrimiento, me preguntó hacia dónde iba, y no me iba a creer si iba al baño, pues ya había ido, según lo que ha visto él.
Once, a mi papá se le ocurre venir al cine en un día de estreno de una película que muchas personas estaban esperando desde hace bastante tiempo atrás, y cuando mi papá va al cine a ver una película, nunca la ve de nuevo en el cine bajo ningún motivo o excusa o causa particular.
Doce, se les ocurre limpiar a los encargados de mantenimiento (o de limpieza) justo cuando la gente empieza a venir al cine, y para colmo, justo en un día en el que se sabe que mucha gente iba a venir. ¿O (respecto a lo anterior) quién sabe desde qué hora están limpiando ese baño al que no pude entrar?
Trece, tropezarme antes de salir de la sala y encima luego tener que caminar por un larguísimo pasillo para poder ir al baño que poca gente usaba.
Catorce, el escuchar cómo se les cae a todos la gaseosa que acababan de comprar más los sustos que salían en la película.
Quince, estar caminando por una pared, sin haberme dado cuenta después de mucho tiempo que el baño quedaba siguiendo la otra pared, la que estaba al frente de mí.
Dieciséis, a cada paso que daba, sentía cada vez más ganas de orinar, y al tratar de aguantar caminando más lento, se me había acortado el tiempo, pero que sabiamente he aprovechado en el momento, y no tontamente como al haber dormido en una hora en la que pude ir al baño y orinar todo lo que quiera.
Diecisiete, en un tiempo no había nadie más que yo, y por tener miedo al estar sola, tuve más ganas de orinar, pero fue un problema que no fue tan grave.
Dieciocho, los dos chicos que parecían trenes que pasaron arrollándome y a todas las personas que se encontraban, más la familia ancha que no dejaba tanto espacio para que los demás pasen por ahí.
Diecinueve, las ratas me quitaron tiempo al cerrar la puerta del baño en el que ahora me encuentro sin razón por estar aquí dentro, tan solo para que me haga pis allá afuera, y encima una de las ratas provocó una gigantesca nube de polvo que me provocó querer estornudar.
Veinte, los defectos que tenían los inodoros y las puertas que cuidaban de nuestra privacidad más la puerta desgastada de la sala.
(Creo que he exagerado un poco con toda esa innecesaria lista, ¿no? Perdón si se me hizo larga y si no te importa, es que así me pongo a pensar cuando va a pasar algo o está pasando).
Después de ver mentalmente todo eso, quise darles las gracias a todas esas personas que me han ayudado a llegar hasta acá. A pesar de que lamentablemente no he logrado llegar a mi destino a tiempo y que al final su ayuda haya terminado de esta forma, la intención de todos esos señores es lo que cuenta. Si no hubiera sido de ellos, estaría orinándome allá afuera de este baño en lugar de aquí dentro. Qué vergonzoso. Lo digo pues actualmente nadie está viéndome. La señora se fue a perseguir al grupo de ratas por tremenda atrocidad que hizo una de ellas al cometer la increíble malcriadez de tirarle la escoba en su cara e insultarla (también en su cara).
Como decía, como soy educada con la gente, agradecí mentalmente al señor de la butaca, al de la familia grande y a los señores de limpieza. Pobres de ellos, los últimamente mencionados, o más bien de la señora de la escoba, que ya le había pasado la escoba al piso de este baño que había quedado limpiecito y ahora vengo yo y me orino encima. ¿Qué dirá la gente que entre a este baño? ¿Cuántas personas se enterarán de este accidente? ¿Cuántos hablarían de mí? Por el momento no había nadie, pero ¿si alguien más entra aquí? ¿Qué voy a decir?
Tenía lágrimas en los ojos que también querían salir. Eran lágrimas de desesperación que las llevaba desde que salí de la sala que estaban combinados con lágrimas de vergüenza. No quería que nadie me viese a la cara. Agaché mi cabeza lentamente para ver cómo mis shorts terminaban de mojarse. Empecé a separar ligeramente mis piernas, ya que era inútil y doloroso tenerlas juntas. El pis salía aún más rápido que antes. Ya no había marcha atrás. Sólo orinarme...
El charco que había formado era pequeño, pero seguía creciendo progresivamente. Mis shorts estaban mojados totalmente. El pis seguía saliendo por fin de mi vejiga. Parecía que estaba conteniendo más de lo que un hombre puede: casi un litro. Ya dije eso antes, pero vale la pena repetirlo. A raíz de ese dato no me extrañaría ver un gigantesco charco de pis rodeándome. Si sigo orinándome aquí parada, creo que el charco que formaré se va a escurrir más rápidamente por las ranuras de las losetas hasta llegar al inodoro de la señora, pero si me siento, el charco puede que vaya a expandirse más, y no quería seguir mojando el piso. Me sentía mal por arruinar el trabajo de la señora de haber limpiado el baño que yo estaba ensuciando de nuevo, pero mejor era sentir cómo el pis salía de mi vejiga después de estar comprimida ahí dentro; así que decidí olvidarlo por un momento.
Me gustaba esa sensación de que la urgencia por ir al baño poco a poco desaparecía. Esa sensación que tanto me desesperaba por fin estaba desapareciendo lentamente. ¡Por fin quería sentirme al menos un poco calmada! ¡Y lo he conseguido! Aunque no de la mejor forma. Decidí apartarme un momento del mundo real y concentrarme en cómo es que mi cuerpo sentía eso nuevo que hace mucho tiempo no sentía, o tal vez nunca sintió. Vi cómo la orina salía mojando mis shorts, los cuales ya no me importaban en ese momento. Mi pequeña vejiga estaba sintiéndose mejor al no tener tanta orina aplastada ahí (creo que llevo repitiendo eso como seis veces, pero me da igual).
A medida que me orinaba, las ganas de hacer pis desaparecían considerablemente. Antes mi cuerpo estaba totalmente en mi contra, ahora se sentía bien. Estaba relajada. Sentía como si estuviese flotando, a pesar de seguir teniendo mis manos tensionadas en mis intimidades. Mis ojos se cerraron un poco como producto de lo relajada que me sentía por dejar salir toda esa pis. Mi cuerpo estaba poseído por esa agradable sensación de bienestar.
De repente, me asaltaron unos intensos escalofríos que invadieron sorpresivamente mi cuerpo. Se me erizó la piel. Me sentía como si estuviese abrazando recostada a mi tibia almohada de mi habitación. Mi cuerpo se contrajo de lo bien que se sentía, incluso mis piernas, como si alguien más estuviese abrazándome y no sintiera asco al verme que estoy orinándome.
- Haaahh~~... - di un largo suspiro de bienestar por los escalofríos y por lo bien que se sentía deshacerme de todo ese pis. No me importaba si alguien me escuchaba suspirar de esa manera, pues era la primera vez que experimentaba una sensación como esta, y no iba a dejarla pasar por alto, pues tuve en cuenta por todo el sufrimiento que tuve que pasar antes de haber terminado aquí, y no por querer experimentar esta sensación otra vez vaya a tener que beber tanto líquido y tener que aguantar el pis así de dolorosamente como antes.
Mi cuerpo se merecía esta increíble sensación desde hace mucho tiempo. Sentía cosquillas por todo mi cuerpo. Era magnífico, como si mi cuerpo se hubiese arrepentido de estar absolutamente en mi contra, y ha decidido para compensarme y disculparse con esta agradable sensación.
El charco de pis era de tamaño mediano. Aun así, seguí orinando. En ese momento pensé que si nadie más vendría a este baño en este momento, me imagino las caras que pondrían niñas al ver este charco de pis, o las caras de las chicas o de señoras adultas, y todos armándose un lío de quién ha sido tal persona descarada que en lugar de orinar en un inodoro orina en el piso. Me imagino lo gracioso que sería, jeje, y cuando yo me vaya y nadie me haya visto salir, ¡nadie sabrá que yo me he orinado en el suelo de este baño! Eso me animó un poco aparte del hecho de por fin orinar.
Mientras seguía orinando, juré en mi mente nunca más salir a algún lugar sin haber orinado antes, mucho menos salir a la calle justo habiendo tomado líquido. Espero que ya no me pase de nuevo, ni a mí ni a otras personas. ¿Cuántas personas estarán orinándose encima en este momento? ¿Cuántas estarán todavía aguantando? ¿Cuántas caras habrán puesto? Me pareció gracioso todo eso que acabo de preguntar para mí mismo. Imagínense que hay un censo y pregunten: ¿Cuántas veces has querido ir al baño y no habían disponibles? ¡Qué vergüenza para el señor censador y para quien le toque responder! ¡Uy! ¿Y si de verdad preguntan eso? ¿Y si me preguntan, qué debería decir? Jajaja, ¿en qué estupideces estoy pensando?
Todo esto que estoy pensando me causaba gracia por el hecho de estar orinándome ahora mismo, por eso lo pienso. Igual lo pensaría si hubiese llegado a tiempo, pero con algo menos de euforia y satisfacción.
El charco no se había agrandado mucho. Calculo que habrán pasado alrededor de diez segundos desde que empecé a orinarme. He pensado en mucho en tan poco tiempo. Eso era, necesitaba tanto pensar en otra cosa que en cómo llegar al baño que todo eso ha salido de un solo golpazo.
Sentí que el charco aún era pequeño, y dentro de mi vejiga todavía había bastante orina por salir.
Palpé mis shorts, los cuales se habían mojado hasta las mangas un poco hasta ahora. Sentí que mi pis salía a chorros grandes que se paseaban por mis piernas. Me gustaba cómo fluía la orina por ahí. El pis salía caliente de dentro, y se sentía bien que vaya por entre mis piernas ya que eran sensibles ante el tacto. Antes estaba desesperada por una simple gota de pis, ahora se sentía bien todo un chorro caliente cayendo por mi pierna. Parecido a las cosquillas: antes me atormentaban, ahora dulcemente me acariciaban.
"Aaahhh~, calientito~~..."por momentos me había dado vergüenza de mí misma haber pensado eso, pero no pude evitarlo. Me sentí rara al pensarlo, como si fuese una niña. Es que era lo que estaba experimentando: todo mi pis cayendo por mis piernas se sentía bien por estar calientita, como si unas manos muy suaves, húmedas y calientes las abrazaran. Los escalofríos no cesaban.
Al sentir eso, relajé un poco mis brazos y mis manos que aún se encontraban entre mis piernas. Mi cuerpo fue descendiendo lentamente, poseído bajo la tranquilidad y relajación de poder orinar por fin. Aún seguía parada. Mientras seguía orinando, mis piernas juntas se flexionaron hasta caer en el charco de pis que hasta ahora se había formado. Más se doblaban, más y más hasta que de repente... "¡Plic!"
Mis rodillas habían tocado el charco de pis que aún estaba calientito. Ojalá pudiera quedarse así hasta que termine de orinarme y me vaya del baño, pero lo malo es que se va enfriando de poco a poco. Estoy segura de que si alguien pudiera leer mi mente y todo lo que pienso, esa persona me consideraría la chica más sucia y asquerosa de todo este mundo, sin embargo yo me sentía bien orinando al ya no tener que seguir aguantando.
Sentí más escalofríos cuando mis rodillas tocaron el charco de pis. Tenía mis piernas separadas pero mis rodillas juntas. Las piernas ya no me dolían, como si los escalofríos las hubiesen sanado. Mi espalda ya estaba por fin bien posicionada. Mis manos seguían frías, pero al estar entre mis intimidades se iban a calentar más el pis que salía de dentro de mí.
Aaahhh~, ¡Qué bien se siente por fin orinar! ¡Desde hace mucho tiempo quería hacerlo! Bueno, no orinarme aquí en mis shorts sentada en el suelo, sino en un inodoro. ¡Tanto me martirizaba mi cuerpo por querer orinar que olvidé cómo se sentía estar sin esas dolorosas ganas!
¡Qué mal que mi cuerpo (o mi vejiga) no haya podido aguantar aunque sea un poquito más! Estaba tan cerca de cumplir la misión, y la fallé. Qué tonta. Mi vejiga me ha derrotado en mi propio juego. Si de verdad me pasa en una escuela de militares o en una guerra, sin duda me lo reprocharían. No por el hecho de que tal vez en una de esas dos ocasiones tenga de nuevo que aguantar el pis, sino de que estando a punto de completar una misión termine fallándola. Sería la militar más pésima y decepcionante de todas (o todos, porque mayormente hay hombres), o ni siquiera sé si existe alguna escuela militar donde entrenan a mujeres. Qué mal que he fracasado ante unas simples ganas de orinar. O sea, ¡he venido desde mi casa aguantando el pis, he aprovechado mi tiempo, me he esforzado mucho (más que en la escuela), he hecho sufrir a mi cuerpo múltiples veces, para esto! ¿Qué clase de persona soy? ¡Toda esta lucha para esto! Y encima que el mundo ni me lo permitía. Al menos, el hecho de no haberme rendido hasta llegar aquí es lo que me hace fuerte, pues yo misma lo he dicho: todo el mundo en mi contra, muchas cosas y personas en contra de una sola chica que quiere aguantar el pis. Pude haberme rendido y orinarme allá dentro en la sala, o en el gran pasillo, pero no. Tuve en mente todo el tiempo que es preferible orinarse u orinar en un lugar donde nadie pueda verte a que todos te vean cómo es que te orinas en tus shorts; a raíz de eso me he planteado el obvio objetivo de llegar al baño y no orinar en otra parte, y el haber cumplido al menos en parte ese objetivo voluntariamente y a duras penas es lo que vale la pena, por ser persistente. Creo que no sería la militar más pésima entonces, pues hay gente que ni bien les dan un encargo o misión ya no quieren ni levantarse, o ni estar vivos. Me sentí fuerte en este momento, pues al resistir tanto y al haberme esforzado mucho en llegar a mi meta más las intenciones que he tenido, me merezco esto; no orinarme encima, sino por fin sentir todo ese alivio que no podía sentir antes por tener que aguantar las ganas de orinar de esa manera. Espero que las próximas veces que tenga que cumplir esta misma misión (pero con menos urgencia) las cumpla en su totalidad, y que todas las misiones de todos los tipos de todas las personas del mundo se cumplan, para que me sirvan de ejemplo aunque sea, fuera del tema de haberme orinado encima, incluyendo la misión de ir al baño. Que se cumplan las misiones de todos, excepto de las ratas estas que sí lo han conseguido. Desde que llegaron y han visto que quería ir al baño, han tenido el mismo objetivo: hacer que me orine. Y tristemente lo han conseguido. ¡Gente como ellas no deberían llegar a acabar con su misión! (Siempre y cuando sean para mal a sí mismos o para los demás). ¡Espera! ¡No! ¡Su misión no está completa todavía! Ellas querían VERME cómo me orinaba sólo por molestar o porque les gusta verme sufrir. ¿O será que les guste ver cómo se orinan las personas encima? ¿U otras chicas orinándose? Yo no lo entiendo de verdad, pero si de verdad hay gente que le gusta eso, pues es una completa locura.

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