VI

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Generalmente no se suele premiar a un niño cuándo este ha hecho una travesura. Me lo pensé muchas veces antes de ofrecerle la invitación a Naruto y estuve a punto de negar esa idea, después de todo ya había prometido llevarlo al festival.

—¿Amigo?

—¿Hum?

Naruto lamía su helado y tomaba una de los caramelos de chocolate.

—¡Este helado es muy bueno! ¡De veras!

Y sonrió.

No era tan malo. Por eso lo invite a probar un poco de nieve. Un día de diversión entre muchos de ignorancia por parte de los aldeanos no estaba mal. Olvide sus travesuras solo por un momento y miré su andar alegre y liviano.

Cada uno tiene una forma diferente de enfrentar los problemas, no sé si hay una forma "correcta" o "incorrecta" pero lo cierto es que no lo iba a dejar recorrer el mismo camino que yo.

Naruto parloteaba alrededor de mí. Pasamos junto al lago de Konoha. Aún faltaba tiempo para que el festival Aoi Matsuri comenzara.

—Hum, Naruto.

Volteo.

—¿Quieres jugar un poco en lo que comienza el festival?

Naruto corrió gritando hacía los juegos como respuesta.

Duramos ahí como media hora. Naruto me insistía en que me subiera con él a la resbaladilla o columpios pero no logro convencerme. La mirada llorosa y los pucheros no tenían el mismo efecto en mí que los ojitos y los ligeros berrinches de Sakura.

—Sakura… ¿Cómo estará?

Después de eso, fuimos al festival. La ceremonia correspondiente comenzó, la adoración a los Dioses, el culto, las representaciones en fin.

Naruto bostezó y se quejó de aburrimiento. Le tomé la mano y lo lleve a los puestos (que era lo que realmente le interesaba al escuincle ese…)

—Naruto, mantente siempre pegado a mí y no me sueltes la mano ¿bien?

Naruto asintió y me llevo (por no decir arrastró…) hacía los puestos de las máscaras.

Creo que tuvimos suerte. Otra de las ventajas de ser temidos por los aldeanos es que podíamos pasar cómodamente entre la muchedumbre y lo mejor de todo ¡no había filas! Todos se apartaban en cuanto nos veían…

Digo, después de todo ver al poseedor del zorro de las nueve colas y a un temible ANBU como Hatake Kakashi el miedo era por así decirlo justificable.

No había gran variedad, solo tres o cuatro puestos habían en la aldea. Naruto quiso comprarse un globo, en lo que escogía vi algunos libros para colorear y crayolas y no me pude resistir. Compre un par de cajas de crayolas y un libro de colorear.

Para ella.

Para esa chiquilla de lindos ojos verdes.

—Amigo… ¿Qué compraste?

Me preguntó mientras caminábamos de regreso al orfanato.

—Hum, nada.

Naruto bufó insatisfecho. Odiaba las mentiras.

—¿Qué te pareció el festival? — le pregunté.

—Aburrido — masculló mirando a un lado.

Yo reí.

—Era un festival religioso Naruto…

Muchas veces tu cerebro hace o dice estupideces. Aún seas un ninja reconocido, aún seas un miembro de un escuadrón de ninjas letales, aún hayas resistido a los peores métodos de tortura… todo ser humano se enfrenta a sus "minutos de estupidez"

—Naruto ¿Quieres ir al festival del Tanabata?

Y allí estaban los míos…

—¡Sí!

Me golpe la frente internamente. ¡En que gran lio me había metido! No es que no me guste pasar tiempo con Naruto, lo disfruto y prácticamente solo nos tenemos a nosotros dos.

¡Pero Naruto era impredecible!

No podía soportar un festival de tal magnitud con ese niño.

—¡Amigo!

Con ese parlante niño.

—Y también iremos a los juegos….

Con ese ocurrente niño.

—Escuche una vez que ahí vendían comida como…

Con ese travieso niño…

—Sí sí Naruto… — le golpee la espalda enfadado mientras entrabamos al orfanato. Le oblige a guardar silencio y lo conduje a su cuarto.

—¿No te vas a quedar hoy?

Me preguntó mientras salía.

—Hoy no Naruto, tengo que visitar a alguien.

—Oh, ¡Nos vemos! Muchas gracias amigo.

Sonrió ampliamente.

Salí de ahí….

Una sombra se escabulló entre los pasillos del hospital pasando desapercibido entre los guardias y médicos en turno. El sujeto fue al área infantil hasta detenerse frente a una puerta. La abrió con cuidado causando (sin embargo) un rechinido por parte de ella.

—Hum, todo hubiera sido más sencillo si me hubiera metido por la ventana — pensaba mientras cerraba la puerta.

Dio media vuelta y la observó allí, respirando pausadamente, con sus rosas cabellos desbalagados entre la blanca almohada.

Tomó una silla y la acerco a la camilla. Se sentó en ella.

Escuchó accidentalmente (mientras espiaba…) que Sakura se quedaría una noche más en observación. No dudo en visitarla.

Kakashi respiró pausadamente y se quitó la máscara de porcelana.

—¿Hasta cuándo fingirás estar dormida, Sakura chan?

La pequeña sonrió al ser descubierta.

—¡Onii-san!

Se sentó en la camilla.

—Shh… no grites, estamos en un hospital — le susurro haciéndole una seña con el dedo. La pequeña abrió sus grandes ojos verdes y tapo su boca con ambas manitas. — Mira, te traje un regalo. Sé que tienes más de estas cosas, pero están algo desgastadas. ¿Te gustan?

La pequeña Sakura miró con alegría aquellas crayolas y demás cosas que le había comprado Kakashi.

Volteo a verlo.

Él le sonrió arqueando sus ojos.

—Arigatou…

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Tres niños y un ANBU || Equipo 7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora