Esta es la historia de Harry, un hermoso y poderoso vampiro de 2000 años, que tras la muerte de sus padres a manos de sus enemigos, se convierte en el Lord de toda una Comunidad Vampírica.
Constantemente sus dominios se ven asediados por lo que tant...
El Lord casi llegaba al gran salón, cuando todos se quedaron paralizados al escuchar otro gran rugido estremecedor.
—MiLord, ¿Qué es eso?, ¿Han vuelto los Licantropos?—habló alarmado uno de los lacayos de la comunidad.
—¡Harry!—gritó Ed al verlo mientras cogía su espada de nuevo, al igual que los demás—¡preparados para un nuevo ataque!.
—¿Dónde diablos está James?—preguntó Kevin, otro de los guardianes.
El ojiverde sabía que debería haberles dicho que había destruido al guardián por proteger al ser pues se sintió sucumbido a su belleza, pero no tuvo valor pues ese era el mismo ser que ahora les era una terrible amenaza.
De repente, rugidos mas cerca se escucharon y luego un gran estruendo que Harry descifró como la puerta de su habitación.
—¡Rápido miLord!, ¡póngase con los demás!, ¡nosotros iremos delante!—gritó Kevin formando a los soldados en primera línea de defensa con sus armas cargadas con balas de plata.
Harry asintió y entonces fue con los demás Lores que había sobrevivido al anterior ataque y que permanecían al fondo.
—Si no sobrevivimos a esto, ha sido un honor servirte amigo—le dijo Ed.
—Lo mismo digo—dijo también Damon.
El ojiverde solo pudo mirarlos y asentir, ya que tenía sentimientos contradictorios pues por un lado no quería que su Comunidad y sus aliados muriesen pero tampoco quería que matasen al pequeño ser, no podía creer que Louis siendo tan hermoso podía ser tan terrible.
—¡Preparaos todos!, ¡ya vienen!—gritó Demon.
De repente apareció Louis, transformado completamente en un ser nunca visto por los vampiros pues sus ojos totalmente negros y su piel enegrecida pero sin pelo.
Balas se dispararon e impactaron en él pero nada hicieron más que enfadarlo más.
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—Eso no es un licantropo—dijo Ed confuso.
—Tampoco es un vampiro—dijo Damon— Debemos destruirlo o nos aniquilará a todos.
Louis se paró y buscó con la mirada el vampiro de verdes ojos que lo había ayudado y finalmente lo localizó al fondo entre los demás y entonces caminó hacía él.
Los guardianes empezaron a dispararle de nuevo, descargando sus armas en él pero comprobaron con miedo que éste siguió sin caerse.
— ¡La plata lo le hace nada!, ¡coged vuestras espadas!—gritó Kevin al resto de los guardianes.
De repente el ser rugió de nuevo y luego habló sorpendiendo a todos.
—¡Basta!, ¡No voy ha haceros nada!, ¡Yo solo quiero hablar con el vampiro de ojos verdes!.
